Capítulo 2

2K 74 0
                                    

BIENVENIDA A ESTAMBUL II

Después de unas horas en ese sucio barco donde solo se podía oler aire mezclado con el terrible olor a pescado muerto, llegamos a tierra.

-Venga ya muchachas han llegado al centro del mundo a Estambul. Ahora recen por sus destinos, porque hoy unas de ustedes vivirá en el palacio como criada del sultán.

Todas se alegran y yo solo puedo mirarlas sin entender como se pueden alegrar a pesar de estás condiciones.

-Oye, como es que se alegran. Serán vendidas como ropa usada.

-Te estás oyendo, iremos al palacio del nuevo sultán. Ahí hay todo lo que se puede desear, joyas, oro, príncipes, el sultán y puedes ser alguien importante si le das varones.

-Oh por dios, de verdad no puedo comprenderlas. Están mal de la cabeza.

Nos organizaron una detrás de otra atada de las manos y nos sacaron del barco así. Caminamos durante horas y más horas, dónde la mayoría de las mujeres yacían desmayadas y deshidratadas.

Entre todas nos ayudamos y horas más tarde llegamos a unas enormes puertas de metal, las puertas de un jardín trasero. A lo lejos se podía apreciar el gran palacio que se alzaba ente la luz.

El hombre que nos acompañaba se acercó a un guardia de la puerta y este a nosotras. Nos observó detenidamente, incluso nos olió. Después de verlas a todas comenzó a elegir a varias de nosotras.

Entre ellas estaba yo, pero no la chica que me había apoyado durante todo el viaje. El hombre ordeno que se llevarán a las demás pero yo me negué.

-Hey tú, deja venir a la chica conmigo porfavor.

-Niña cállate y entra, no es tu asunto.

-Porfavor, porfavor-. Grite y arroje al suelo una bolsa de monedas.

Este señor se quedó observando al otro con cautela y este le hizo una seña. Soltó a la chica y corrió hacia mi a abrazarme. Así ambas entramos al palacio junto a las otras chicas.

Al entrar al harem, así le llamaban. Nos encontramos con otras muchachas aún más hermosas, unas vestían de vestidos caros y pequeñas tiaras, otras con un pequeño gorro en la cabeza llamadas kalfas.

Todas fuimos a los baños con la dalle del palacio. Esta mujer daba miedo, mirada fría, cabeza alta, no sonreía, solo andaba con su bastón a todos lados cosa que era aún peor. Como si fuéramos perros nos olían y nos revisaban de lado a lado, nos teníamos de duchar todas juntas como perros.

Al regresar un hombre bajo con mal carácter nos gritaba a toda hora enseñándonos como comportarnos delante del sultán.

-Dios, cuando pensara en callarse- comenta Nadia a mi lado y reímos ambas.

-Ya veras que no será por mucho tiempo mi familia vendrá a por mi. Soy una princesa no una esclava y tu vendrás conmigo, ya veras estoy no durará mucho y los turcos pagaran.

-Por favor Jasemine no digas eso tan alto o te escucharan y te mataran.

-Es mejor la muerte créeme.

La Sultana del mundoOnde histórias criam vida. Descubra agora