02 - Miraculous

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Chat entró en su habitación por la ventana, como solía hacer siempre que no quería ser visto. Se de-transformó enseguida y se dejó caer sobre el sofá, sin saber por qué estaba tan cansado.

―Eso te pasa por experimentar con mis poderes ―lo regañó Plagg.

Adrien levantó la cabeza y frunció el ceño.

―¿Por qué te parece mal?

Plagg no le contestó, sino que se enfurruñó y le dio la espalda. Sin embargo, a judgar por la forma en la que se movían sus bigotes, Adrien supo que estaba pensando, así que esperó hasta que su kwami decidiera hablar por sí mismo:

―Las otras veces que alguno de mis portadores logró mejorar sus poderes... no salió bien.

Adrien se incorporó y al hacerlo se mareó un poco. Seguía sintiéndose extrañamente cansado y hambriento, pero trató que Plagg no lo notase.

―¿Por qué? ―preguntó.

―¿No es obvio? ¡Soy el kwami de la destrucción! ―exclamó Plagg, con una mezcla de miedo y pena poco habituales.

Sin embargo, Adrien no estaba preocupado. Como mucho, acababa de descubrir que usar el nuevo Disparo Cataclismo hacía que le entrase hambre. Así que estiró el brazo y rascó la cabecita de Plagg, que ronroneó sin querer.

―Soy más fuerte de lo que la gente piensa, Plagg ―le dijo con un tono suave, esperando consolarlo un poco―. De todas formas... ―añadió mientras se levantaba del sofá y le quitaba importancia a los miedos de Plagg con un gesto―, tenemos trabajo que hacer, ¿recuerdas?

―¿Te refieres a lo mismo en lo que has ocupado las noches los últimos dos días, sin hacer ni un solo avance?

Adrien asintió, serio de repente.

―No dejaré en paz a mi primo hasta que conteste. Lo encontraré aunque tenga que volar hasta Londres a por él.

«Félix...», pensó.

Solo con evocar su nombre, Adrien sentía que le hervía la sangre, pero no por odio o por ira, sino por una enorme culpa. Si no se hubiera dejado engañar, o si hubiera tenido las agallas para enfrentarse a su padre, entonces Hawk Moth nunca se hubiera hecho con los miraculous. En el fondo, Adrien se culpaba tanto como Ladybug de lo ocurrido, pero él no podía desahogarse con nadie, solo con Plagg.

Por esa razón pensaba que era su responsabilidad encontrar a su primo e interrogarlo sobre cómo había logrado contactar con Hawk Moth. La información que podía poseer Félix era la pista más valiosa en años sobre la identidad del villano que llevaba atormentando París ya demasiado tiempo. ¿Quién sabe? ¡Quizá Félix supiera su identidad secreta!, aunque Adrien lo veía poco probable.

Además, Adrien también quería saber qué había empujado a Félix a traicionar a Ladybug. Sabía que su primo no era un monstruo, no podía haber condenado París por mero capricho. Así que, pese a la aplastante evidencia, Adrien aún quería creer que Félix había tenido alguna razón de peso para haber hecho lo que hizo. Algo que, aunque no justificase sus acciones, pudiera abrirle las puertas a la redención algún día.

Y si tal razón no existía...

La sola posibilidad de que un familiar al que apreciaba tanto ocultase ese tipo de maldad en su interior ponía enfermo a Adrien.

Por eso lo llamaba una y otra vez, con la esperanza de escuchar la voz de su primo al otro lado de la línea. Por desgracia, Félix lo ignoraba a propósito. Es más: había tomado medidas extremas para no ser encontrado.

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