CAP. 3

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Ella tenía una falda algo corta por lo
que este idiota se está sobre pasando.

—No, por favor, aún no...—escuché que dijo en un pequeño susurro.

—Andale, por favor—siguió tocandola he insistiendo.

—No, enserio, detente—parecía que quería llorar.

—Ya vas a empezar de chillona, ¿¡Entonces que carajos quieres!? —subió el tono de voz.

El lugar esta con algo de gente, no tanta, pero si se ocupaban los lugares.

—No hagas un escándalo, ven, hablemos afuera—lo tomó de la mano intentando llevarlo afuera.

—No, yo me quedo vete tu entonces, maldita niña llorona.

—Amiga, gracias por este favor—me levanté y me senté al lado de la chica.

Ella se quedó muy confundida.

—¿Y tú quién eres?—contestó el imbécil.

—Soy su mejor amiga, mucho gusto— sonreí y tomé la mano de ella.

—¿Desde cuándo tienes amigos? —le preguntó.

—Desde hace meses, si me disculpas tenemos que irnos—respondí por ella.

La tomé de la mano haciendo que se levantara y salimos de ese lugar, no me dijo nada sólo continuaba confundida y asustada por la situación. Pero supongo que si no respondió es porque sabe perfectamente qué la estoy ayudando a salir de ahí.

—¿Estás bien?—me volteé a verla y tomé su rostro en mis manos para que me mirara.

—Sí, muchas gracias—sonrió triste.

Las personas de adentro no lo notaron, todos estaban en sus asuntos y había mucho ruido por lo que no pudieron escuchar.

—Tranquila, sé que no nos conocemos pero en verdad no tienes porqué dejar que pase eso.

—Es qué es difícil...—se soltó a llorar y enseguida la abracé.

—Nadie te puede obligar a hacer algo que no quieres, ése idiota tiene que entender que no es no.

Rayos, por un momento me sentí como una hermana mayor o una mamá.

Ella solamente asintió, y seguía llorando mientras que rodeó mi cintura con sus pequeños brazos.

———

—Espero que ya estés más tranquila—sonreí.

—Sí, un poco mejor, así siempre pasa, todo estará bien...

Hum, no me gustó esa respuesta pero no quiero obligarla a contarme todo si no quiere hacerlo, digo, no me conoce, soy una completa extraña.

—Come tu helado, hace mucho calor hoy, ¿verdad?—cambié de tema.

Estábamos en un pequeño parque sentadas en las bancas de este y le invité un helado.

Solamente asintió y se quedó callada. En estos momentos no sé que hacer, tal vez la estoy incomodando o simplemente no quiere hablar con alguien.

—¿Gustas qué te acompañe a tu casa? —pregunté.

—No, yo puedo ir sola, no te preocupes, muchas gracias por lo de hoy y por el helado—señaló este último.

—Fue un placer conocerte—respondí y se levantó para irse.

—Cuídate—dijo y caminó unos pasos.

Yo regresé mi mirada al frente, viendo cómo los niños pequeños jugaban en los juegos que están enfrente mío. A veces hasta me daban ganas de subir a esos juegos y disfrutar de lo que cuándo era niña no pude.

DISTRACTION |+18|Where stories live. Discover now