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Millones y millones de mariposas monarcas volaban por los cielos dándose paso entre la gente y siendo llevadas hasta lo alto del cielo.

El comienzo del otoño traía consigo un hermoso clima abrigador junto con los mejores atardeceres del año. Sin duda una de las épocas más favoritas y deseadas.

Sin rumbo fijo y con la mirada baja caminaba un joven con silueta delgada y pequeña sin dar siquiera la apreciencia que alguien de veinte debería dar.

Caminaba sin ánimos, como era costumbre, mientras que detrás de él su séquito lo seguía como fieles perros guardianes, sin decir absolutamente nada.

—Váyanse y dispersense, hagan lo que quieran — anuncio hacia quienes lo seguían para que se fueran y lo dejaran.

A excepción de uno, ese que siempre se quedaba detrás de él aunque le dijese que se vaya. Aquel de cabello rosa que estaba dispuesto a dar más allá de su vida por el.

Siguió caminando sin importa su presencia por detrás hasta llegar al mismo lugar de siempre donde mensualmente se escondía entre la sombras a observar con atención.

Miró sus rostros felices, con unas hermosas sonrisas y unas alegres expresiones mientras que cada uno de ellos se sentaba en aquel restaurante a comer como acostumbraban.

Todos siempre asistían, nunca faltaba uno o bueno, si falta uno, el.

El jamás estaba en esa mesa junto a todos aquellos que antes eran sus compañeros y más que eso su familia.

Solo se limitaba a verlos desde lo lejos hasta cansar eh irse con los ojos aún más pesado que antes a causa de aquellas frívolas lágrimas que se derramaron sin querer.

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—¿Ya te cansaste de ver o aun no? — pregunto el rosado hacia su "amigo".

—No aun no — contestó sin emoción alguna.

Llevaba ya rato mirando hacia la tienda de mascotas de Chifuyu. Observaba más que nada con atención a una peculiar chica de cabellera oscura que llevaba siguiendo desde que sus ojos la miraron en el centro comercial.

—No es ella, vámonos — comentó Sanzu.

—¿Cómo sabes? — cuestionó.

—Porque como todas las demás chicas a las que siempre seguimos, terminará no siendo ella — respondió.

Y era sierto. Diario seguían a una completa desconocida que llamaba la atención de Mikey para que al final cuando se diera vuelta resultará no ser lo que el busca.

—Ten toma, te ayudará a despejar te.

Llamo su atención haciéndolo girarse para mirar al peli rosado extendiendo le una pastilla para que la tomará.

Rendido suspiro tomando aquella pastilla y llevándose la justo hacia la boca para ingerir la y dejar que todo en sí fluya para relajarse.

Sanzu por su parte lo tomó del brazo comenzando a jalar lo para llevarse de ahí.

El sabía bien a quién seguía buscando, después de todo el fue espectador de aquel romance que Mikey tuvo. Pero ya habían pasado cinco y el aún no lo dejaba, pensaba que ya era tiempo de que lo superará pero cada que se lo comentaba no le resultaba favorable.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐏𝐎𝐒𝐀𝐒 𝐑𝐎𝐓𝐀𝐒   ❝𝑺𝑨𝑵𝑶 𝑴𝑨𝑵𝑱𝑰𝑹𝑶❞Where stories live. Discover now