capitulo 53

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Susanne estaba recostada en el sofá, disfrutando de una siesta tranquila, cuando Nana llegó y la despertó con un suave toque en el hombro.

---Niña, te están buscando.---

----¿Quién? Nana. --preguntó Susanne, frotándose los ojos para despertarse por completo.

--Soy yo, Susanne, ¿puedo entrar?-- se escuchó la suave voz de una mujer.

---Claro, ¿en qué puedo ayudarte, Señorita Obrien? --respondió Susanne con calma mientras Eileen entraba a la sala.

---Disculpa mi osadía, quería preguntarte algo. --Eileen entró observando a su alrededor.

---Dime, ¿qué desea saber? --preguntó Susanne, intrigada.

---Quería saber si tenía planes de regresar con Alexander. --preguntó Eileen tímidamente.

---Y ¿por qué me hace esa pregunta? --ambas se miraron y Eileen desvió la mirada.

---Lo siento, creo que me he entrometido. Quería saber si tenía alguna relación con Alexander. --Eileen habló con sinceridad.

---No hay ninguna relación, no ha pasado nada entre nosotros. Pero para ser honesta, nunca dejé de amarlo, por eso decidí venir aquí. --respondió Eileen, y sus palabras resonaron en el interior de Susanne.

--¿Acaso teme que arruine sus aspiraciones amorosas? --Sonrió irónicamente Susanne.

---Nunca antes la había conocido, Susanne, pero Alexander me ha mencionado que se pareces a él y veo que es cierto. --Eileen habló sin rodeos.

---¿Qué? ¿Cómo se atreven a mencionarme así? Digale a Alexander que no me interesa en absoluto.
De hecho, acabo de comprar una casa en Wilmcote y pronto me mudaré. Si quiere, puede traerla aquí.--Susanne habló con rabia, sintiendo cómo la sangre le subía a la cabeza.

---No vendré a su casa, no lo haré.--- lo negó moviendo su cabeza.

---¡Por favor! Eileen, si se ha involucrado con él mientras aún estábamos casados, no venga ahora con aires de dignidad. --Susanne fue mordaz en sus palabras mientras observaba fijamente a Eileen, quien evitaba su mirada.

---Lamento haber venido a molestarla. --Eileen se disculpó antes de salir apresuradamente.

Susanne se quedó pensando. Había creído firmemente que Alexander regresaría y estarían juntos, dejando atrás lo sucedido. Pero pronto se dio cuenta de que él tenía otros planes. Dejarlo ir era un acto de amor, se repetía a sí misma, pero no pudo evitar derrumbarse en el suelo entre lágrimas. Estaba convencida de que desearía nunca haberlo conocido.

Días después, Susanne comenzó la mudanza. Su nueva casa estaba lista y era hermosa, un lugar donde podría comenzar de nuevo. Esperaba con ansias compartir este nuevo capítulo con el bebé que esperaba.

Mientras empacaba unas cajas, una fotografía se cayó al suelo. Susanne la recogió, limpiándola del polvo. Era una foto de Alexander, y sin siquiera mirarla, la colocó en la sala.

En esos días, Alexander se había sentido mal. Le habían recetado medicamentos muy fuertes que lo hacían sentir como un conejillo de indias en un experimento. Los fármacos le provocaban mucho sueño, pero aún así se presentaba a trabajar en la fábrica. Alexander continuaba con su vida sin compartir con nadie lo que le ocurría, no deseaba ser objeto de lástima.

En ese momento, Braxton Williams entró a su oficina.

----Buenos días, señor Alexander.---mencionó sonriendo.

----Buenos días, señor Braxton. ¿A qué se debe su visita?---preguntó Alexander mientras observaba cómo aquel hombre se sentaba en la silla.

----He concertado una cita, señor, para entregarle los términos del divorcio.
La señora Susanne Marie Ainsley Rickcardey me ha dado la autorización para disolver su matrimonio.--- replicó Braxton, sacando los papeles de su portafolio y colocándolos sobre la mesa de caoba.

Oscuros Placeres Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora