𝐀𝐁𝐑𝐀𝐂𝐀𝐃𝐀𝐁𝐑𝐀 •|#KatsuDeku|• 【✔】

𝐈𝐕

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❝𝐴𝑑𝑚𝑖𝑟𝑜 𝑓𝑖𝑒𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑛𝑎𝑙𝑔-...¡𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛! 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑜𝑚𝑝𝑒 𝑚𝑖 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒❞

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Y se hizo la paz.

No, eso sería en otra historia donde los protagonistas fueran más normales y todo su romance fuera desarrollado de la manera cliché a la que todo estuvieran acostumbrados a leer. Dónde los corazones abundan en cada oportunidad y los giros inesperados son los que realzan la grandeza del protagonista en búsqueda de ser el único de su amor que es más distraído que monje en una tienda de lencería.

¿No? Ah, así no era.

En fin, solo podríamos resumir ahora las nuevas desdichas del jefe de guardia de seguridad. Cabe decir que no son pocas, incluso rezándole a cualquier Dios o el diablo mismo... No funcionaría. ¡Por dios! Que por su espíritu de inocencia y su pésima manera de entender indirectas es que lo ha llevado a acabar en esos sucesos dónde su dignidad se ve por los suelos y bueno, sus compañeros con buen material para burlarse por semanas.

¡Misty Dinamight nunca hacía eso por burlarse!

Quizás en parte si, pero era su ceguera enamorado del ladrón y la casi nula experiencia de relaciones que llevan a las desgracias.

¿Misty Dinamight no era el malhechor de sus infinitas desgracias?

Si y no.

Siendo la verdad de la lista de sucesos vergonzoso, penosos y divertido que le suceden al jefe de seguridad Izuku Midoriya no es más por mala suerte.

Si, mala suerte y tener a un ladrón bobamente enamorado. Y la respuesta a esta verdad es tan sencilla. Misty Dinamight si bien es un ladrón y mago escapista experto, con un carácter y sentido de humor algo oscuro en gozar de la vergüenza ajena además de burlarse de las narices hasta de la propia policía o quién buscará atraparle para llevarlo a prisión. El gran mago nunca había querido hacerle algo a su último capricho u objetivo, Izuku Midoriya.

En otras palabras, su flechazo.

¿No era obvio el haber dejado como una clara declaración de amor su nombre junto al del guardia?

Pero no pensó que la desgracia seguiría por naturaleza al chico pecoso de cabellos verdosos que había acaparado su atención en los últimos meses haciendo que se negará rotundamente a dejar el gran centro comercial donde podía ver todos los días aquel pequeño guardia que hacía revolver su estómago y cabeza. Si, quizás el aburrimiento de robar bancos fue suplantado al haber llegado ahí, dónde el pasar el tiempo entre ligeros robos o bromas, paso a ser algo más serio.

¡Buscar la atención de aquel guardia!

Aunque nada pasa como uno quiere...

«¿El haber manchado uniforme de su platónico de pintura rosada chillante?»

¡Fue sin querer! Estaba tratando de pintar un mural con su rostro y un corazón, pero no llego a verlo ante el desastre causado cuando un grupo de guardias venía corriendo al sitio donde realizaba su gran obra maestra que acabo arruinada y como siempre tuvo que huir dejando una rosa, que nunca llegó a manos del pecoso.