Juntos contra todo.

195 14 2
                                    

Día 4: Infancia. 

Pieck corrió con desesperación intentando no caerse, no llorar y sobre todo no explotar de la irá y rabia que sentía en su interior. A pesar de eso, la niña se tropezó con una piedra cayendo al piso de rodillas, como tenía las manos cruzadas con sus cuadernos entre su pecho no pudo poner las manos en el piso y se golpeó contra el piso fuertemente en la nariz. La misma empezó a sangrar manchando su camisa.

Adolorida levantó el pecho con sus manos en el piso poniendo una mano en su nariz evitando manchar todo con la otra mano tomó sus cosas tiradas en el piso. Jadeo de dolor, y empezó a cojear sin dejar de correr. Le dolían las rodillas no solo se había raspado si no se había golpeado la rótula, y además el dolor de la nariz irradiaba hasta su cabeza haciéndola entrecerrar los ojos.

Molestaban todo el tiempo a Pieck, no solo los niños, también las niñas. Hoy la habían empujado, rompieron las mangas de su camisa aparte de que le lanzaron su almuerzo a la ropa. Quería llegar a casa y abrazarse a su papá, quería poder llorar en los brazos de su padre. Se volvió a tropezar y está vez dio un giro en el piso terminando boca arriba con todas sus cosas desparramadas por todo lado.

—Pieck —su amigo apareció al costado derecho de ella.

Se sentó en el piso cubriendo su nariz con una mano, tomó sus cosas rápidamente. Pero él niño rubio ya había tomado uno de sus cuadernos acercándose a ella por el costado derecho. La chica tapó todo su rostro con la mano.

—Pock —murmuró.

—¿Qué te pasó? —puso las cosas de ella en su mochila mientras le dedicaba una mirada preocupada.

Pieck conocía a Porco desde que empezaron a entrenar para ser candidatos a guerreros, primero fue amiga de Marcel quien posteriormente le presentó a Porco. Como era un año menor tardaron en aceptarlo para ser candidato a guerrero. A pesar de que se llevaba bien con Marcel, la relación con su hermano Porco era mucho más entrañable. Tenían más confianza y siempre estaban juntos. Es por esa razón que ella quería ocultar sus heridas, si él se enteraba que la habían lastimado no dudaría en meterse en problemas por ella, cosa que ya había pasado más de una vez.

—Me caí —murmuró. Porco sacó de su mochila un pañuelo.

Quitó la mano de Pieck de su nariz y la puso debajo de sus fosas nasales evitando que siga sangrando más.

— ¿Y las mangas? Ya las traías rotas cuando te vi caer — preguntó el rubio.

La chica inclinó la cabeza atrás, Porco tomó las manos de la chica y la ayudó a levantarse mientras se ponía la mochila en el hombro.

—Me caí dos veces —está vez le mintió.

—Estarían marcadas con sangre. Además... —la llevó a un costado de dónde las personas transitaban y con su botella de agua limpió sus manos —. Es imposible que se rompiera de esta manera, estaría raspada, no rota.

Una vez limpias sus manos levantó el pañuelo de su nariz quitando la sangre con el agua para poder limpiar esta vez la sangre de sus labios y su mentón incluso de su cuello. La hemorragia ya había parado y solo se notaba roja la nariz por el golpe.

—Pieck... ¿Qué pasó en verdad? —cuestionó.

La chica tenía los ojos entrecerrados, las piernas le temblaban, sus pantalones cortos tenían pequeños raspones, pero no tan grandes como las de su piel en las rodillas. Sin poder contener ya las lágrimas de ira, bajó la vista lanzando lágrimas apretando sus manos aún marcadas por sangre y raspones.

—Los chicos me molestaron. Me quitaron mi almuerzo, y rompieron mi camisa, dijeron que papá tendría más dinero para comprarme otra, no pude hacer nada —chilló.

Porco apretó las manos de ira, la mandíbula y por último su ya fruncido entrecejo adoptó una expresión más enojada. A esa edad él no sabía lo que sentía por su amiga. Lo único que sabía es que nunca le había gustado verla con lágrimas por los ojos, con sangre y lastimada.

—Quédate aquí —la apoyó contra la pared mientras dejaba su mochila junto a ella.

Antes de que él niño corriera de dónde ella vino, Pieck sostuvo entre sus dedos la muñeca de Porco impidiendo que este corra, se quedó quieto por miedo a que la lastime si tiraba de su brazo.

—Por favor no —imploro subiendo la mirada triste a sus ojos verdes.

—Pieck...

—Déjalos está vez. Por favor déjalos está vez —tomó su camisa con la otra obligándolo a quedar frente a frente.

—Si no hago nada creerán que podrán hacer contigo lo que quieran...

—No necesito que me defiendas. Puedo hacerlo por mi cuenta —Porco relajo su mirada.

Estaba enojado con las personas que pusieron en este estado a su amiga. No con ella, y sabía lo mucho que le dolía que él la mirara de esta manera.

—No te has defendido, Pieck... Siempre lo he hecho yo —puso las manos en sus hombros para alejarla.

—Lo haré. Me defenderé... Pero por favor está vez quédate conmigo —Porco abrió la boca para decir algo sin embargo de sus labios solo salió un quejido cuando la chica lo abrazó con brusquedad.

Todas las veces que Porco corría a defender a su amiga, dejándola lejos de los problemas; Pieck se quedaba en el piso sentada abrazándose a sí misma para detener las lágrimas, para poder sentirse mejor con ella misma. El problema era que tampoco lo lograba, llegaba Porco lastimado y ella solo podía sentirse más culpable al ver las heridas de su amigo.

—Solo… quédate aquí — restregó su rostro en su hombro mientras apretaba su cuerpo al de ella.

Porco no supo nada más que hacer que no fuera rodearla por los hombros apoyando la mejilla en la cabeza de la chica. Nunca la había abrazado, era la primera vez que la abrazaba y se dio cuenta que con este acto calmaba más rápido sus nervios y sus lágrimas que defendiéndola. 

Se percató que cuando él llegaba lastimado a ella, la chica solo se ponía triste intentando reparar el daño en su rostro. En cambio, con el abrazo, no solo ella se sintió mejor, si no también él.

—Si vas a ir a defenderme... Llévame contigo —levantó el rostro un poco pero sin deshacer el abrazo.

—No. Iré solo —a pesar de esto, Porco aún tenía la idea de proteger a la chica.

—No. Te lastimaran a ti también... No ves que igual me hieren cuando tú sales lastimado —sus ojos plomos se llenaron de miedo.

—Pero yo no quiero que te vuelvan a hacer llorar...

—¡Contigo soy más fuerte no lo entiendes!.

El rostro de ambos se tornó rojo por las palabras que estaban usando. Ninguno de los dos acusó al otro por lo nerviosos que se pusieron. Hasta parecía que se entendían al mismo tiempo.

Se volvieron a abrazar y está vez Pieck acaricio su espalda, si lo hacía sentir mejor, ella se sentía mejor consigo misma. Como si los dos fueran la medicina del otro.

—No vuelvas a dejarme aquí... Llévame contigo si me vas a proteger. También puedo cuidarte —Porco sonrió ahora sin miedo a que la chica lo viera —, ellos me atacan en grupo, podemos ser un equipo también.

—Ahora por favor. Deja de llorar, no me gusta verte mal.

La chica sonrió impregnando su olor con la cercanía que tenían. Probablemente ambos saldrían lastimados en cuanto fueran a enfrentar a los que molestaron a la chica, pero por lo menos serían ellos dos.

Pokkopiku Week 2022Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt