Maratón 3/3

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Cuando los dos tortolitos dejaron de compartir saliva, pude mirarlos sin una mueca de asco. Simon suspiró, igual de aliviado. Entonces llegaron Aaron, Mathew, Chase y Dani a la mesa. La chica se sentó al lado de Álex y me observó con curiosidad y simpatía antes de presentarse.
- Soy Amber, la novia de Alexander.- me dijo mientras me tendía la mano. Yo fruncí el ceño y la miré confusa.
- Ginebra, pero dime Gin y.... Quien es Alexander?- le pregunté aún perdida. Ella rió y señaló a Álex con la cabeza. Él se sonrojó hasta las orejas.
- Hey, no te avergüences de tu nombre, mejor que llamarse como una bebida alcohólica...- le dije en broma y él se rio.
- Hola Gin!- exclamó alegremente Chase. Puse los ojos en blanco y traté de apartarlo cuando intentó darme un beso en la mejilla.
- Quita, que me contagias!!- chillé.
- Que te contagio, mi hermosura?- preguntó con arrogancia.
- No, genio, primero que la hermosura no de contagia y segundo... La estupidez. Me contagias la estupidez.- le dije lentamente como si estuviese hablando con una persona con dificultades de aprendizaje. Él infló los mofletes de forma adorable antes de sentarse al lado de Simon. Mi amigo rubio se puso a escribirle algo a mi otro amigo rubio y después de mirarme se rieron. Fruncí el ceño y los miré divertida.
- Me alegra que congenieis tan bien, pero preferiria que disimulaseis al menos un poco si vais a hablar mal de mi.- les dije en tono burlón. Simon se sonrojó y Chase se limitó a reir. Cuando llegaron Aaron y Mathew, este último me dio un beso en la mejilla (sin permiso porque me pilló desprevenida) y le robó el sitio a Dani a mi izquierda. Puse los ojos en blanco y Aaron me saludó con una pequeña sonrisa tímida. Creo que todavía me tiene un poco de vergüenza por lo que me hicieron él y su hermano. Pero ya tendría mi venganza... Se la devolví al instante y cuando Dani volvió, le gruñó a Mathew pero como este no se movió ni un ápice, gruñó de nuevo y se sentó entre Ambar y Simon. Me rei de él de forma silenciosa y él hizo muecas que me hicieron reir más. Cuando tuve que parar por falta urgente de aire, Aaron se quedó mirando un punto detrás de mi con los ojos abiertos como platos y más blanco que la leche. Extrañada, fruncí el ceño y miré a mi espalda. Craso error. Allí estaba él, tan campante y deslumbrante como siempre con su pelo marrón completamente despeinado, una camiseta ajustada blanca y unos pantalones de chándal holgados que le colgaban de manera mur sexy en las caderas. Me obligué a mi misma a secarme la baba y a cerrar la boca y con la sonrisa más falsa que pude esbozar, me di la vuelta y terminé de beber mi zumo, sin mirar en ningún momento a la cara de ninguno de mis amigos. Por si acaso. Me despedí de ellos con un pobre Os veo luego, chicos y Amber con un guiño de ojo y luego caminé tranquilamente en dirección a la puerta del establecimiento. O eso intenté porque cuando estaba a puntito de atravesar el umbral de la puerta, una mano muy conocida me agarró por el codo malo, provocando que lanzase un gritito de dolor y que Chad me soltase muy deprisa.
- Oye Ginny, tenemos que hablar...- empezó a hablar pero lo corté al alzar mi mano buena.
- Primero, no me llames Ginny, no tienes ningún derecho.- lo recriminé con voz gélida.- Y segundo, yo no tengo nada que hablar contigo asi que dos no hablan si uno no quiere.- dije inventándome una nueva versión del refrán dos no pelean si uno no quiere. Levanté la barbilla y salí de allí con la cabeza alta, pero en cuanto salí al exterior, me derrumbé como hacía años que no lo hacía y corrí a esconderme en los jardines. Me metí entre dos anchos arbustos y me desahogué libremente, sin reprimir ni una lágrima. Es reconfortante y agotador a la vez. Me quedé allí, recostada contra el tronco de un árbol escondido, y me dormí.

Sueño

Estaba sentada en el balcón de mi ventana, observando las hojas de otoño caer sobre el lago que había detrás de mi casa, cuando la dulce voz de mi madre me llamó desde la planta baja.
- Ginebra! Baja a cenar, cariño!- me gritó como solo una madre puede hacerlo. Suspiré con abatimiento y guardé mi guitarra en su funda, me metí dentro de mi habitación y me puse unas zapatillas de conejito para ir a cenar junto a mi padre, mi madre, y mis dos hermanos mayores. Ellos son gemelos, Germán y Jesús, ambos con el pelo negro casi rapado salvo una pequeña cresta y unos ojos grises profundos idénticos a los de mi padre. Saludé a los cuatro con un beso en la mejilla y me senté en la mesa.
- Oye Gin, que era lo que tocabas antes? Sonaba muy bien.- comentó Germán. Me sonrojé al recordar que había tocado y cantado una misma canción un montón de veces. Era la única canción que compuse.
- Es mía.- dije con la cabeza gacha.
Todos los presentes en la mesa parecieron sorprendidos.
- Vaya, pues compones de maravila, pequeña.- dijeron Jesús y mi padre a la vez, lo que nos sacó una risa a todos. Les pasaba a menudo.
- Hija, tenemos que decirte una cosa...- empezó mi madre, la cual miró a mi padre como animándolo a que continuase él la frase.
- Nos mudamos.- dijo él con una sonrisa cauta. Yo me limité a asentir con felicidad. Tan solo tenía once años.
~~
Estábamos los cinco en el coche, un año más tarde. Íbamos a la boda de un amigo de mis padres en Sevilla y papá y mamá iban hablando tranquilamente mientras Jesús, Germán y yo jugábamos al "veo, veo". Mamá conducía y no vio el camión que venía de frente hacia nosotros a gran velocidad. Yo estaba en el asiento del medio. Le grité a mi mami que tuviese cuidado, que se apartase del camino porque íbamos a chocar pero ya era demasiado tarde. Demasiado tarde para esquivar el camión, demasiado tarde para evitar el golpe, demasiado tarde para evitar la muerte de mi madre y mis hermanos.
~~~
Mi padre no había llegado todavía del trabajo. Era un año y poco más tarde. Yo tenía trece años y llevaba dos meses practicando boxeo. Mi padre nunca estaba en casa, volvía por las noches y se iba por las mañanas temprano. No quería verme porque decía que yo me parecía demasiado a ellos. A mi madre y a mis hermanos. Me quedé toda la noche despierta, aguardando una llegada que nunca ocurrió. Y la siguiente noche también, y así durante una semana hasta que comprendí que mi padre no iba a volver.
~~~
Tenía catorce años. Estaba en un ring golpeando a mi contrincante con fiereza hasta el punto de dejarlo inconsciente y de que me tuvieron que separar de él porque si no lo mataba. Él se lo había buscado, me había llamado huérfana y malcriada, había insultado a mi padre y a mi madre. Me reí cuando recordé la cara que puso cuando le dije que mi madre y mis hermanos estaban muertos. Estuve con los nudillos abiertos por más de tres días debido a que no dejaba de boxear ni aunque me pagasen. En serio, lo habían intentado pero yo seguí golpeando cada vez con más fuerza el pobre saco del gimnasio para hombres de mi barrio. Mi entrenador decía que me iba a apuntar al campeonato mundial. Decía que tenía madera de boxeadora. A mi, sinceramente me daba igual, yo solo quería golpear algo o a alguien.
~~~
Tenía ya quince años. Llevaba saliendo con "Aaron" (Chad) dos meses y estaba muy contenta. Bueno, mejor dicho, estaba enamorada, para qué negarlo. Entré en mi piso y encontré a Aaron tumbado en el sofá viendo la tele. En aquel momento supe que algo no iba bien porque él siempre se quitaba los zapatos antes de tumbarse, y aquel día los tenía puestos. Aquel día era el último combate que necesitaba ganar para convertirme en campeona mundial de boxeo. Me acerqué a él e intenté darle un beso en los labios, pero él no me correspondió. Los ojos se me llenaron de lágrimas sin derramar y él me miró seriamente mientras hablaba.
- Ginny, tenemos que hablar. No creo que sea muy bueno que sigas boxeando.- dijo la mar de tranquilo. Aquello me enfadó porque en aquella epoca, el boxeo era lo único que tenía para desahogarme.
- Por que?
- Pues porque... No me gusta que lo practiques.
- Pues te vas a tener que joder porque no pienso dejar lo único que evita que piense solo porque a ti no te guste que sea máa fuerte que tu.- exclamé con sequedad.
- Yo no he dichi que...
- Oh vamos! Pero se que lo piensas! Lo piensas desde siempre!- exclamé completamente indignada.
- Bueno, te advierto, si vas al último combate, no me volverás a ver.
- Que es esto? Una especie de ultimátum?- le pregunté con sorna mientras caminaba con impaciencia de un lado a otro de la habitación.
- Una especie de no, UN ultimátum.
Me rei sarcásticamente antes de comprobar que me tenía que ir al combate.
- Bien, pues adiós.- dije con la esperanza de que luego apareciese en el combate y me dijese cuánto me quería al oído. Ingenua de mi, ingenua y tonta de mi.
Fin Sueño.

Me desperté sobresaltada con una imagen de mis hermanos y mi madre tras los párpados. Me incorporé de golpe e hice una mueca de dolor al comprobar que me dolía la espalda a causa de dormir contra el tronco del árbol. Estaba tida sudada y empezaba a respirar con pesadez a causa de la pedadilla. Bueno, o conjunto de pesadillas ligadas. Me levanté como pude y corrí hasta mi habitación. Ya era de noche, pero Chase y Aaron estaban en la sala, de los nervios, llamando por un telefono cada uno. Al verme entrar, se despidieron de sus interlocutores y colgaron, pero yo no estaba de humor para reprimiendas y me encerré directamente en mi habitación. Me lancé en la cama boca arriba y asi me quedé dormida de nuevo.

Boxeadora NO busca Boxeador [Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora