Capítulo Siete.

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Italia.

Becca.
Tropecé con mi propio pie, casi cayéndome al suelo.

—Ay dios, ¿Estas bien? —Se acercó con más rapidez.

Miré a todos lados, buscando una escapatoria. Y, no estoy orgullosa de decir esto, pero mi mejor idea fue correr hacia el lado contrario.
Si, comencé a correr. Dejé el rollo de papel allí tirado y a él también.

Cuando llegué al puesto de la señora Longo, no podía casi respirar.

Si hiciéramos más deporte, esto no pasaría.

— ¿Y mi toalla? —Dijo Logan sin entender nada.

—Me...Me tengo que ir...—Hiperventilé.

— ¿Qué? ¿Qué ha pasado? —Me miró con el ceño fruncido. Intenté hablar, pero me era imposible, solo podía señalar hacia atrás. — ¿Becca? —Miró hacia donde señalaba. —Becca, ¿Quién es?

—Lo siento.

No dejé de correr hasta llegar a casa. Abrí la puerta principal con rapidez y subí las escaleras sin decir palabra a mis padres, que estaban en el salón.
La puerta de mi habitación chocó contra la pared tras ella, debido a que la había abierto con demasiada fuerza y Kora, quien aún seguía durmiendo, pegó un bote que le hizo caer de culo al suelo.

— ¿Qué ha pasado? —Dijo desubicada.

—Steven está aquí. —Solté.

Su cara era todo un poema: Tenia aún la marca de la sabana en la mejilla y frente, los ojos y boca con restos del maquillaje que se puso anoche y ahora parecía una esfinge porque no se movía.

— ¿Qué? —Repitió por quinta vez consecutiva.

—Si, Kora, sí. Espabila. —Dije con impaciencia.

—Pero...no puede ser. —Frunció el ceño. —No, él se fue a... ¿Estados Unidos? —Cerró los ojos mientras se rascaba la frente, confundida.

—Pues lo acabo de ver en la feria.

—No puede ser él, Becca. Te habrás confundido...él no...—Me acerqué a ella.

—Kora...era él. —Afirmé y tragué con dificultad. —Eran los mismos ojos de Ada...

—No. —Miró al suelo, negando con la cabeza. —No digas eso. —Me miró casi cabreada. —Ella no tiene nada en común con él, y lo sabes.

—Lo sé...—Me apoyé junto a ella en el lateral de la cama.

—Y ¿Que...Que se supone que tenemos que hacer? ¿Decírselo a Jess? —Me miró preocupada.

—No...No lo sé. —Apoyé los codos sobre mis rodillas y escondí la cara en mis manos.

— ¿Crees que viene a llevársela? ¿A Ada?

— ¡No lo sé, Kora! —Perdí los nervios. —Lo siento...

—No pasa nada, estas asustada. —Le quitó importancia. —Como yo...

Suspiré y la miré.

—No se que se supone que tenemos que hacer...—Confesé y ella suspiró.

—Acudir a nuestra segunda mejor consejera...—Se levantó del suelo y me tendió la mano.

— ¿Esta aquí? —Las dos asentimos. — ¿ahora mismo? —Volvimos a asentir y mamá dio otro sorbo a su té.

—Lo acabo de ver en la feria. —Repetí moviéndome por la cocina, nerviosa.

— ¿Le has dicho algo a Jess? —Preguntó mamá con tranquilidad.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora