10. Invitada inesperada

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Echaba de menos mi hogar cada vez que pisaba un Starbucks

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Echaba de menos mi hogar cada vez que pisaba un Starbucks. Ni el expresso que había pedido ni el wifi gratuito me hacían adorar más Madrid. Lo siento, soy de un país en el que el café es intenso, la pasta no se rompe antes de echarla a hervir y se respeta muchísimo a las abuelas.

El rastreador ya había dibujado una línea en el mapa. Parecía que se alejaba del centro de la ciudad hasta una zona del extrarradio. En principio no tenía ni idea de a donde habían ido, pero no me costaría mucho averiguarlo si copiaba la ubicación en donde habían parado el vehículo, lo arrastraba en Google Maps y me devolvía unas señas identificables. Paracuellos del Jarama era un municipio que colindaba con el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

—Qué astuto —dije para mí mientras daba un sorbo a mi café.

¿Pensaría escapar con el cuadro? ¿O él quería desaparecer del mapa durante un tiempo?

El tracker contabilizaba que su estadía en ese municipio duraba más de media hora aproximadamente. Busqué qué clase de edificios y comercios se situaban cerca de esa ubicación y di con la clave. Guardamuebles de alquiler barato y protegido por una buena empresa de seguridad, blanco y en botella.

No sé de qué me sorprendía. ¿En qué otro lugar guardaría La Musa sin que nadie la vea? Un banco sería lo más apropiado debido a su valor, no obstante, sería el primer lugar en el que pensaría también un ladrón. No, Máximo no haría eso. Él alquilaría un guardamuebles cualquiera, del tipo que contiene los muebles de la casa de tu tía difunta, o los panfletos de tu intento de ser político, tus electrodomésticos de aquel bar que tuviste que traspasar porque no te daba dinero o la mudanza a medias que no has terminado ya que tu pareja te echó a patadas por haberle sido infiel.

La Musa casi con toda probabilidad sería el objeto más valioso allí dentro, sin duda. Al menos no me imaginaba qué otra sustancia provocaría mi atención como esa obra, pero no había venido hasta aquí para otra cosa. Anoté la ubicación exacta para poder ir allí enseguida y vi que el tracker se movía de nuevo, esta vez volviendo al centro. Era mi oportunidad.

Desconecté el ordenador, me terminé el café que dejaba mucho que desear y salí del Starbucks con un destino definido. Ahora sabía con un ochenta por ciento de probabilidad de donde estaba el objeto de mi búsqueda, y lograría llegar hasta él.

Guardaloseguro era una empresa de guardamuebles protegida por una empresa de seguridad que establecía el aviso a la policía en caso de robo pero que no había instalado un guarda en la entrada ni cámaras de seguridad. Aquellas lagunas en la seguridad en nada favorecían a la empresa o a los clientes, pues yo mismo había accedido a la galería de contenedores para investigar.

Sin tener idea de cuál sería el contenedor que Máximo poseía, eché mano a mi escáner táctico que siempre solía llevar conmigo. Escaneé los candados de las puertas, buscando restos de la grasa que se suelen tener en las manos y se pudieran haber quedado adheridas hacía poco, cuyo rastro permanecería más concentrado.

LA MUSA INEFABLE || ONC 2022Where stories live. Discover now