xxxii. aprender a nadar

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( CAPÍTULO TREINTA Y DOS: APRENDER A NADAR

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( CAPÍTULO TREINTA Y DOS: APRENDER A NADAR. )

UN PAR DE MAÑANAS MÁS TARDE, DESPUÉS del incidente de la hoguera, Dawn se encontró sentada junto al Lago Negro con una serie de libros esparcidos sobre su regazo. Pasó las páginas del libro de Adivinación, resaltando al azar las palabras que vio.

Ella había roto con Ethan el día de ayer. Ocurrió mejor de lo que pensaba. Fue sobre todo una decisión mutua. Él iba a regresar a Durmstrang y ella simplemente no sentía nada por él.

La carta que Fletcher le había dado estaba en su regazo y no estaba segura de cuándo se suponía que debía abrirla. Si, dijo que después de la prueba, pero también estaba borracho. Ni siquiera estaba segura de que fuera para ella.

Escuchó pasos detrás de ella y se volvió para ver a Fletcher. El moratón en sus labios casi se había desvanecido y ahora solo quedaba una pequeña mancha morada en la mitad inferior de sus labios.

Rápidamente metió la carta en un pequeño hueco abollado en el pequeño muelle.

—Nosotros, Yacker, vamos a nadar.—dijo, tirando sus zapatos dramáticamente detrás de él.—Vamos.

(Siempre era bastante dramático, ahora que lo pensaba).

—¿Ahora?—ella preguntó y luego hizo un gesto hacia el lago, seguramente no podrían nadar ahora. Hacía mucho frío. Ella ignoró el hecho de que en realidad hacía un poco de calor en este momento. Negó con la cabeza y cerró los libros.—Creo que hace un poco de frío.

Fletcher arqueó una ceja.—Hay 28 grados.

Dawn abrazó su chaqueta más cerca de sí misma.—Soy capricornio y además ni siquiera estoy vestida para nadar.

Él sonrió y negó con la cabeza. Luego, en un rápido movimiento, se quitó el suéter y antes de que ella pudiera decir otra palabra, arrojó su suéter a un lado y saltó al lago.

Una vez más pensó en lo dramático que era.

El agua salpicó a Dawn, quien inmediatamente se puso de pie e hizo un gesto hacia el agua.—No puedo.

Fletcher nadaba y ella ignoró el hecho de lo bien que se veía mientras lo hacía.—Vas a necesitar aprender, Yacker. Cuando antes aprendas, tendrás más posibilidades de no ahogarte. Tienes que aprender en algún momento, podría ser ahora. No te preocupes, soy bastante paciente y un fantástico nadador. Soy como... un perro en el agua, dirían algunos.

Ella gimió, pero no pudo evitar estar de acuerdo con sus palabras.

—Un poco de privacidad, por favor.—mencionó Dawn mientras le hacía un gesto para que se diera la vuelta, él le sonrió antes de hacerlo. Ella esperó un momento antes de ponerse el suéter del chico; afortunadamente ya estaba usando pantalones cortos. No dijo nada sobre lo cómodo que era, sino que simplemente caminó hasta el borde del muelle de madera.

Se sentó y en el momento en que sus pies hicieron contacto con el agua, sacudió la cabeza al instante. Ni siquiera era poco profundo. A ella no le gustaba el Lago Negro, alguien se ahogaría allí algún día probablemente sería ella.

—Me voy a ahogar, no creo que lo entiendas.

Fletcher nadó hacia ella y extendió su mano.

—¿Confías en mí?

—No.

—¿Puedes confiar en mí?

—Definitivamente.

Antes de que pudiera reaccionar, sus manos estaban alrededor de su torso. Él la levantó y la piel de gallina en sus brazos se desvaneció lentamente a la frialdad cuando su cuerpo se sumergió en líquido horrible y aterrador que era el agua. Afortunadamente, Fletcher no la soltó y ella se encontró aferrándose a el con su vida.

—Me voy a morir. Literalmente me voy a morir.

Fletcher rió y la abrazó con más fuerza. Ella arqueó una ceja.

—¿Qué?—dijo con descaro.—Solo me aseguro de que no te ahogues.

Eso no es lo único que estás haciendo. Ella pensó. Después de un momento de vacilación, ella colocó sus manos sobre sus hombros. Fletcher inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Qué?—ella repitió, acercándose.—Solo me aseguro de no ahogarme.

Después de veinte minutos de flotar normalmente en el agua, se encontró lentamente siendo capaz de mantener el equilibrio en el agua por sí misma. Ella hizo esto golpeando sus piernas hacia los lados. Esto la llevó a poder moverse, lo que la llevó a ella, Dawn Kale, a aprender a nadar.

—¿Ves? Te lo dije.—Fletcher estaba todavía lo suficientemente cerca de ella como para que, si se ahogaba, pudiera agarrarla. Inclinó la cabeza.—Puedes hacer cualquier cosa cuando te lo propones.

—Tienes demasiada fe en mí, Fletcher Usaf.

—No tienes suficiente fe en ti misma, Yacker Kale.

Dawn ni siquiera se dio cuenta de que estaba nadando sola hacia él hasta que estuvo frente a él, le tocó el pecho y le dedicó una mirada ardiente.

—¿Yacker Kale? Llámame por mi nombre.—ella insistió.

—Ni creo que tengas nombre.—Fletcher le informó, sus ojos miraban el dedo que Dawn tenía sobre su pecho.—Tu nombre es Yacker. Siempre lo será.

Dawn negó con la cabeza con una amplia sonrisa y, por mucho que no quisiera admitirlo, él la hacía sonreír continuamente cuando estaba en su presencia. Y ella, sin darse cuenta, le estaba obligando a hacer las mismas cosas.

Los minutos pasaron y ella se encontró relajándose en el agua.

—Ves que eres una natural, no te ahogaste.

—Eso suena como un presagio.

Dawn no se había dado cuenta de que estaba nadando sola hacia él hasta que estuvieron a unos pocos metros de distancia. Estaba bastante orgullosa de sí misma por haber aprendido tan rápido, tal vez estaba siendo un poco dramática con eso de que se iba a ahogar.

—Hay que salirnos. Se está poniendo helado.—Fletcher reflexionó, alejándose de ella nadando.

Dawn asintió mientras nadaba lenta pero seguramente de regreso al muelle.

Ella tomó la mano que Fletcher le ofrecía para salir del Lago Negro. Dios, pensó. Es tan caliente.

Dawn rápidamente se volvió a poner su suéter, ignorando el hecho de que ni siquiera se ofreció a devolverle el suéter a Fletcher.

—¿Quieres ir al Gran Salón? Escuché por ahí que hay pastel de queso con frutillas.

—Me conoces tan bien.—Dawn estaba impresionada. Cualquier cosa que tuviera frutillas era fantástico ante sus ojos.—Déjame ir por mis libros.—dijo y recogió sus libros y los arrojó a su mochila. Ella sonrió y rápidamente volvió al lado del chico de cabello oscuro.

Lamentablemente, Dawn no recordó que había dejado la carta que recibió hace un par de noches en el muelle.

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