Capítulo 6

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Esperaba impaciente contra las inestables piezas de madera. La antigua choza de Seamus parecía en peor estado que nunca. Su pie se meneaba nervioso en el bajo del vestido.

Lorna hubiese preferido la reunión en un lugar más animado, donde hubiera otros testigos. No demasiados, pues la gente comenzaría a murmurar y extender falsos rumores que ella no estaba dispuesta a aguantar. Tal vez una pequeña taberna o un banco en la plaza hubiera sido más adecuado. Incluso un encuentro "casual" en un camino.

Pero cuando no encontró a Alistair después de dos días, no tuvo otro remedio que recurrir a Seamus.

—¿Podrías decirle al capitán que necesito reunirme con él?—Seamus alzó ambas cejas con interés.

—Sabía yo que más pronto que tarde el capitán y tú...—su expresión pícara hizo que Lorna supiera al instante lo que estaba pensando.

—¡Seamus!—exclamó molesta.—No es lo que estás pensando—aseveró. El efecto no fue tan contundente debido al leve rubor que empezaba a relucir en sus mejillas.

—¿Ahora lees la mente?—se burló travieso. La expresión molesta de Lorna hizo que apareciera una gran sonrisa en su rostro.

—No, pero tu cara delata todos tus pensamientos.—sentenció.— Tengo que hablar con él. Eso es todo.—aclaró su voz.

—En mi antigua cabaña al atardecer.—declaró con seguridad.

—¿No podría ser antes de que se ocultara el sol?—se quejó. La idea de estar a solas con él ya era perturbador como para añadirle la hostilidad de la noche.—¿Por qué en tu vieja cabaña?

—Vaya Lorna si que estas quejica.—dijo molesto—El capitán estará ocupado durante todo el día, no podrá atenderte antes. Allí tendréis suficiente privacidad para...—hizo una pausa estudiada mientras las cejas de Lorna se juntaban en una línea.— hablar.—continuó no muy convencido.

En ese momento, Lorna decidió no darle más vueltas al asunto. Sería inútil. Seamus volvería otra vez al punto de partida. Alistair y ella. Ella y Alistair. Compartiendo una pasión carnal. No era que el tema la escandalizase, pero tener que admitir la atracción que el guerrero le provocaba era más de lo que podría soportar.

No estaba dispuesta a arriesgarse otra vez.

Cuando entregabas tu cuerpo a un hombre, compartías más que eso Muchas cosas podían salir mal. Una reputación echada a perder, un niño no deseado, alguna que otra incurable enfermedad, incluso un corazón roto. Sin duda, el precio era demasiado alto para un rato de placer. Oh no... Antes de que aquellos absurdos sentimientos la hicieran dudar, decidió cambiar el rumbo de la conversación.

—¿Te trata bien el capitán?—le preguntó a Seamus con evidente preocupación, que advertía que la conversación de hacía un par de días no había terminado.

—¿Qué te dijo el capitán?—contraatacó Seamus para torturarla.

A Lorna le costó respirar al recordar lo ocurrido por la mañana. Su cuerpo firme, de movimientos elegantes y el travieso azul de sus ojos.

—... quizás solo te pidió que le frotases la espalda.—añadió el muchacho con diversión.

Lorna abrió los ojos abruptamente, a lo que siguió una mueca de sincera indignación.

—Tu... tú sabías que... se estaba bañando—expresó sin creérselo.—¡Y aún así dejaste que fuera a su habitación!—sus ojos chispeaban Seamus no pudo aguantar la risa.

—¿Acaso habría podido detenerte?—se quejó con una sonrisa. Lorna se mantuvo en silencio al saber que Seamus tenía razón.—Además, seguro que no supuso una tortura para ti.—dijo para enojarla aún más.

Criatura Salvaje | Saga Salvaje IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora