Capítulo 9

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La vio alejar se por el pasillo hasta que torció la esquina. ¿Qué acababa de pasar? Se habían besado, Lorna le había besado. Y él se había quedado ahí como un pasmarote pronunciando su nombre. Era todo lo que había ansiado, ni siquiera fue capaz de reaccionar, se quedó muy quieto, sin tocarla exceptuando sus labios. Debía estar decepcionada. Al igual que se sentía el consigo mismo.

Su cuerpo le pedía a gritos que corriera tras ella, la rodeara con sus brazos y le devolviera el beso, confirmando su deseo por ella. Sin embargo, se había citado con Ramsay en la biblioteca, no podía faltar, entre otras cosas porque eso podría su poner la marcha inmediata de Caladh. No volver a ver a Lorna. Sobre su cadáver.

Apartó los pensamientos confusos que le habían provocado el beso, aunque el placentero cosquilleo todavía bailaba en sus labios, se dirigió a la biblioteca con paso firme. Al entrar en la estancia, ambos hombres se miraron retadores. Ramsay se levantó del sillón para acercarse a Alistair.

—¿A qué debo su visita capitán? —interrogó.

—Sabe de sobra porque he venido. —dijo tirando a sus pies la carta que había mandado a la posada para pedir que se marchasen. —Su "invitación", o debería decir orden, para que los guerreros de Laird nos marchemos, es cuanto menos inaceptable. —dijo con el mentón apretado. —Es una ofensa para Laird teniendo en cuenta que fue usted quién solicitó su ayuda.

—Oh, capitán, debe de saber de sobra que no era mi intención ofender a nadie. —contestó quitándole importancia al asunto. —Es más, estoy muy agradecido a vuestra labor, desde que llegasteis, las incursiones y asaltos han cesado. —paseó por la biblioteca. —Por ello pensé, que después de estos meses alejados de vuestras esposas e hijos, los guerreros desearían volver a su tierra con el trabajo cumplido.

—¿No pretenderá que me crea que nos está haciendo un favor? —respondió Alistair al filo de la risa. Alistair no pensaba marcharse de Caladh, mucho menos ahora que Ramsay actuaba de forma tan misteriosa.

—¿Qué ocurre capitán? —preguntó enfadado.

—Eso me gustaría saber...—murmuró aunque Ramsay no pareció escucharlo.

—¿Acaso ha encontrado un motivo para quedarse más tiempo en mis tierras? —hizo una pausa. —¿Alguna moza quizás?

—Lo que me retiene aquí son asuntos estrictamente profesionales y de lealtad al Laird. —contestó. No iba a permitir que lo distrajera de esa manera, ni mucho menos levantar cualquier sospecha que involucrara a Lorna. No eso ya había pasado una vez, no volvería a cometer el mismo error. —Después de haber realizado la misión con éxito, casi parece que desea perdernos de vista cuanto antes. Lo cual hace sospechar de su agradecimiento y lealtad a Graham McGregor, Laird de estas tierras. —continuó como si tirara un dardo envenenado.

Pareció funcionar, la expresión de Ramsay cambió a sorprendida con un deje nervioso en su mandíbula.

—Ahora el ofendido soy yo por vuestro comentario, capitán. —dijo unos segundos más tarde cuando recuperó la compostura. —Mi lealtad al Laird es inquebrantable.

—Dejar que los guerreros del Laird permanezcan en Caladh hasta que hayamos terminado la campaña, sería una certera prueba de su lealtad. —contestó retándolo.

Ramsay lo miró desafiante. Se había arriesgado mucho al pronunciar tales palabras, pero sentía que era su última carta para poder continuar en Caladh. Observó cómo se tomaba su tiempo, paseando meditabundo por la biblioteca. Quizás estuviera planeando su próximo movimiento, Alistair esperaba estar preparado para lo que pudiera pasar.

—Está bien, permanezcan cuanto tiempo quieran. —Su cínica sonrisa hizo que a Alistair lo recorriera un escalofrío.

 —Su cínica sonrisa hizo que a Alistair lo recorriera un escalofrío

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