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Esta es una historia de fantasía en donde humanos, hechiceros, criaturas mágicas pequeñas y grandes existen en un solo mundo.

Centrándonos en Karumai, el reino de los humanos, vivía en una casa de madera sobre un robusto árbol, un caballero azabache de ojos azules quien se dedicaba a defender en cuerpo y alma a su pueblo de ataques malignos. El afecto y apego que habita dentro de su corazón por cada persona del reino se debía a la condición de huérfano en la que vivió desde muy pequeño. Tal vez su historia de niño fue triste al haber perdido a sus padres en el campo de batalla, pero el mismo rey y habitantes del pueblo se encargaron de criarlo con cariño hasta que se convirtió en el joven que era hoy.

¡Oooii! ¡Kageyamaaa! —gritó desde abajo del árbol su compañero del ejército Nishinoya, pero este no halló respuesta ante su llamado, pues como siempre, su amigo dormía como si fuera el mismísimo tronco en el que habitaba—. ¡Despiertaa o el rey nos regañará por llegar tarde!

No fueron sus palabras las cuales hicieron despertar al pelinegro, sino que la fuerte caída desde su cama por estar soñando con ser el invencible caballero de armadura brillante. Mientras su amigo seguía gritando su nombre, el joven se levantó del suelo y asomándose a la ventana, frotándose sus ojos entreabiertos dijo—: ¿Por qué vienes tan temprano Noya?

¡Uuwa! —se sorprendió Nishinoya al ver a su amigo desalineado y con el cabello alborotado. Había dormido 8 horas y aun así parecía tener sueño— En serio que no cambias, pareces un koala siempre que vengo por la mañana. Apresúrate y baja, no importa si te ves feo, tenemos que llegar a tiempo a la reunión de hoy.

Solo dame un minuto —dijo Tobio adormitado, dio la vuelta con un largo bostezo y desapareció de la ventana.

Justo cumpliéndose los 60 segundos, bajó como si hubiera estado depierto y activo desde hace horas, bien peinado, con buen olor, pulcro y elegante. Brillaba como un maldito príncipe.

Tú... ¿De verdad no eres un hechicero? Porque parece que cada día te ves más guapo.

¿Te gusto? —le sonrió el azabache tratando de molestarlo.

—¡Jajajaja ni en tus sueños! —rio el bajo—  Nunca podrás ser el dueño de todo esto —decía paseando sus manos en su cuerpo, orgulloso de su figura.

—¿Quién querría a un duende como tú?

—¡OYE! 💢

Solo bromeaba —sacó la lengua—. Andando o llegaremos tarde por tu culpa.

¡¿Qué?! ¡Si llegamos tarde será tú culpa!

Flores de melocotónWhere stories live. Discover now