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Es un gusto ver a tantos reclutas recién graduados —expresaba Ukai, el comandante en jefe, encargado del entrenamiento de los soldados del ejército del reino en Karumai—. Quiero informales que todos ustedes ya fueron autorizados para realizar el pacto con su propia criatura mágica, de la cual ya habíamos hablado anteriormente. No olviden que deben buscarla y elegirla bien, ella o él los acompañará por el resto de sus vidas.

Disculpe comandante —levantó la mano un recluta— ¿Podría repetir entre qué tipo de criaturas podemos elegir?

Por el momento solo hay cuatro razas con las que se puede formar este tipo de pacto. Puede ser con un hada, un cambiaformas, un elfo o una dríada.
En nivel de poder, los cambiaformas son los más débiles, pero son criaturas muy obedientes y fieles. Pueden cambiar de forma a voluntad, solamente son heridos por platas o armas mágicas, ya que los demás objetos producen heridas que ellos pueden curan rápido.
Luego le siguen los elfos, son criaturas que tienen mayor agilidad y destreza en sus movimientos de un modo tan sutil y silencioso que, a veces, es imperceptible su presencia, lo que les permite espiar o realizar un ataque por sorpresa. Tienen desarrollada la infravisión, por lo que no les resulta difícil moverse en la noche.
En segundo lugar están las dríadas, criaturas que pertenecen a un roble del bosque, son solitarias y de gran belleza, hacen crecer árboles y hierba. Utilizan hechizos para defenderse, son de gran inteligencia y hablan el lenguaje de las plantas.
Por último, los seres más poderosos y que tienen más utilidad son las hadas, aunque casi nadie es capaz de encontrar alguna, son muy pocos quienes las tienen de compañía. Ellas tienen el poder de curación, ejecutan ataques con cualquier tipo de planta y manejan un arma de su especialidad.

Refrescando la información, por supuesto los caballeros decidieron no optar por la última criatura, aunque fuera la mejor opción. El tiempo apremiaba y tampoco eran tan idiotas como para gastar toda su energía buscando algo que, para empezar, no sabían si iba a resultar bien. Los pactos con esas criaturas eran una bendición, pero también traían consigo una maldición.

Comandante Ukai -levantó la mano Kageyama— ¿Dónde puedo encontrar a un hada? —Su pregunta desconcertó a toda persona. Las miradas se dirigieron solo a él, al igual que los murmullos.

Por el contrario, el comandante sonrió orgulloso de su aprendiz y le dijo:
Si quieres saber cómo encontrar un hada te recomiendo ir a la tienda de artefactos mágicos del pueblo, ahí una anciana podrá darte todas las indicaciones que necesitas.

Luego de terminar la reunión, Tobio fue directamente hasta aquel lugar al que le mencionaron, llevando consigo a Nishinoya a cambio de una barra de galleta con chocolate.

¿Estás seguro de querer un hada? —preguntó el más bajo, comiéndose la barra de un bocado— Es demasiado arriesgado, ya conoces todos los rumores a cerca de ellas. Me preocupa que quedes atrapado en un vórtice de maldición.

Si es necesario que un hada me posea de por vida para su beneficio lo aceptaré con gusto, pero a cambio ella también tendrá que darme algo. No me importa que me maldiga, porque los humanos también podemos imponer nuestras propias maldiciones. —El pelinegro tenía una mirada tenaz, estaba convencido de poder pactarse junto a un hada sin importar el costo.

Flores de melocotónWhere stories live. Discover now