(Epílogo) El camino correcto

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Me encontraba en mi habitación, veía los rayos del sol moribundo entrar por la ventana. Albert anudaba mi corbata con una expresión serena y resuelta en su carita.

Los nervios me revolvían el estómago. Debía asistir a la boda de Terrence, y no fui invitado. Era natural, no sabían que salí del centro psiquiátrico. Después de que me fui del internado, Albert se hizo amigo de Terry y solían frecuentarse.

Albert, en repetidas ocasiones, me sugirió que me comunicara con Daniel y Terry, pero nunca hice tiempo para eso. Temía que no me gustara lo que pudiera descubrir. Sí tenía curiosidad por saber qué fue de Daniel, pero algo dentro de mi ser me retenía en buscarlo y me decía que era mejor así. Comencé a hacer más caso de mis instintos. Albert era bueno, y me informaba de lo que sabía a través de las cartas y llamadas que intercambiaba con Terry. De vez en cuando, después de que se comunicaba con Terry, me decía con una tranquila y amable entonación: sigue vivo.

Habían transcurrido dos años desde que salí del centro psiquiátrico, me dediqué a estudiar e intentar superar todo el caótico pasado. No fue fácil, pero la monotonía de mis actividades me engulló y cada día transcurrido volvió difuso el pasado. A pesar de que mi mundo era diferente al de Albert, siempre nos mantuvimos juntos. Él fue paciente y generoso conmigo.

Después de que salí del centro psiquiátrico, terminó su relación amorosa con Violeta. Sin que él lo supiera, me aleccionaba con lo que hacía. Tenía el valor suficiente para enfrentar el pasado y abandonarlo. Tampoco volvió a hablar de Bach, así que también evité hablar de Daniel. No porque Albert fuera celoso u algo por el estilo, sino porque no deseaba meter recuerdos del pasado en nuestra relación. Soñaba con llegar al futuro que me mostró el anillo.

Mi padre no permitió que el abuelo de Albert se hiciera cargo de mí y pudiera vivir con él. Fue tanto su orgullo, y la capacidad de convencimiento de Lana, que me dio libertad con la condición de que estudiara y fuera alguien en la vida. Al poco tiempo murió de cáncer. Mi padre se convirtió en un fantasma arrepentido que rondaba por la casa. Pude hablar con él antes de que se desvaneciera y dejara atrás sus preocupaciones. Confesó que me ocultó la herencia que mi madre me dejó, un extraño camafeo con piedra rara que me recordaba a mis ojos, y el deseo de ella que fuera a su pueblo natal. Para que pudiera irse en paz, mi padre me hizo prometerle que no iría a aquel pueblo en búsqueda de respuestas y con la intención de complacer los últimos deseos de mi madre. Aseguró que los pueblerinos eran personas malvadas y por eso mismo mi madre lo abandonó. Tenía mucha curiosidad sobre aquel pueblo y ganas de encontrarme, posiblemente, con familiares. No obstante, no conseguí información sobre el lugar en ninguna parte y mi padre no proporcionó más datos.

Decidí enfocarme en la nueva vida que construía al lado de Albert. Fue reconfortante estar de nuevo en el hogar de mi infancia, convivir más con mi buena madrastra y pequeña hermana. Para ese momento, Albert estaba a un año de terminar su carrera en periodismo. Planeamos mudarnos juntos cuando lo hiciera, aunque a mí me faltaran más de dos años para recibirme como criminalista. Y sospechaba que me llevaría más tiempo de lo estimado. No es que fuera mal estudiante, era que me distraía en intentar aprender más del plano astral donde vivían los fantasmas. En repetidas ocasiones, busqué a la bruja, pero su tienda ya no existía, en su lugar quedó un terreno baldío. Albert teorizó que ya no la necesitaba y por eso desapareció. Me pregunté en qué momento de mi vida la volvería a ver para darle el anillo, y así con este se salvara un joven y perdido Isaac de otra línea de tiempo.

—No estés nervioso —dijo Albert y me sacó de mis pensamientos—. No eres tú el que se casa.

Le dirigí una divertida mirada. Toqué el anillo que él me dio y nunca me quitaba.

—¿A ti te gustaría casarte? —curioseé.

—No después de que destruimos las estatuas de santos.

Cuando cierro los ojos se van los santos (Pronto en librerías)Where stories live. Discover now