Capítulo 15.

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Cinco de cinco.


El ambiente se encontraba tenso. Nadie emitía algún sonido. Todo se reducía a la batalla que estaba teniendo Ozaki con una chica pelirroja de aires rusos de nombre, Irina.

Aunque la pelea era igual de fuerte que las anteriores, Ozaki no estaba dando su máximo está noche y por algunas sonrisas discretas que se le salían al ver a Irina, me decía que sentía algo por ella.

Ambos iban en una danza, sincronizados dándose golpes certeros, como si lo hubieran ensayado. Sin embargo, la mano de Irina viaja al cuello de Ozaki y se ve perfectamente como clava una de sus uñas en él, para segundos después ver cómo mi amigo se tambalea y cae de rodillas.

No pasa mucho tiempo para verlo desmayado en la arena.

Irina sí que era astuta.

Era evidente que eso no fue planeado en conjunto.

Ahora Irina tenía la oportunidad de ser uno de los titulares, pero dudo que eso pase está noche.

Pocos de los novatos lograron pasar, estábamos en la recta final y veía un buen final para los legendarios.

Unos hombres vestidos de negro sacan a Ozaki de la jaula, mientras una Irina sonriente los acompaña.

Sin duda debía haber algo entre ellos.

—¡Impresionante! Ahora es el momento que todos han estado esperando… —dice Bushi claramente animado provocando unos segundos de misterio —. Las dos últimas mujeres de la noche… Una es una leyenda y la otra una ejemplar oponente… Denle un fuerte aplauso a ¡La guepardo! ¡Y la Sayón!

El público retumba en gritos, aplausos y exclamación. El lugar vibra por la emoción de las personas.

Mi oponente y yo cruzamos mirada antes de levantarnos de nuestros asientos, una pequeña sonrisa nace en su rostro la cual no devuelvo.

Su fingida cara de inocencia no me hará bajar la guardia.

Ella es la primera en subir seguida de mi.

La arena bajo mis zapatos se siente familiar, mientras un sentimiento de añoranza se apodera de cada partícula de mi ser; le sigue la adrenalina al ver hacía el público y se le mezcla la confianza al notar a Ben en la primera fila viéndome con seguridad.

Él con su semblante serio hace con su mano una pistola, para luego con su otra mano hacer la ilusión de estarla cargando y la apunta hacia mí; yo sutilmente subo mi mano, hago como si le quitó el seguro a un arma invisible y la apunto hacía él, para después al mismo tiempo llevar nuestras manos en dirección al techo y fingir un disparo.

Era un ritual que solíamos hacer cada vez que me tocaba pelear.

—¡Cuenten conmigo! —dice Bushi animando al público.

En la pantalla se coloca la cuenta de regresiva de cinco segundos.

Cinco segundos que me bastan y sobran para conocer a mi contrincante.

—¡Cinco! —exclaman todos al unísono.

Me percató de como posiciona de una forma poco cómoda la pierna izquierda. Tal vez había sufrido una fractura recientemente y usuaria esa debilidad a mi favor.

—¡Cuatro!

Me analiza de la misma forma que yo a ella, pero yo si noto enseguida como pone a poca distancia, pero de una forma disimulada la mano encima de una de las dagas.

—¡Tres! —sueltan eufóricos. Observó detenidamente sus expresiones, era evidente que ella no tenía duda alguna, porta una careta de arrogancia y egocéntrico con cada mirada que me lanza. —¡Dos!

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora