Capítulo 21.

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¿Tregua? Creo que no.

Syaoran.

Uhh… esto se puso bueno.

El rostro de padre se veía más serio de lo normal. Asa mantenía la postura, pero había tal rigidez en ella que indicaba que esto no era conveniente. Cada hombre cerca de padre se ordena con discreción cubriendo por completo sus flancos. Este aparentaba que está interrupción por la ESAF, no importaba, pero hasta mi yo drogado sabía que lo era.

El ruido producido por la hélice del helicóptero me aturde unos minutos dejándome un fuerte dolor de cabeza, la vista se me nubla por segundos desorientándome; mi manos sudan y mi frente empieza a picar por alguna razón.

¡Maldición!

¿Qué mierda me pasa?

Tomo aire con fuerza intentando concentrar mis sentidos en un solo sitio, específicamente en ese enorme vehículo que había aterrizado en medio del campo abierto donde iban a empezar los estúpidos juegos.

En el fondo agradecía su aparición, esto le quitaría las ganas a padre de continuar con la tradición.

La compuerta del helicóptero es abierta, dejando salir de esta a cuatro hombres, estos portaban un traje táctico negro con dos franjas doradas en la parte superior de su brazo, unas pañoletas junto a unas máscaras de visión ocultaban gran parte de su identidad.

Otras dos personas, seguramente mujeres, también salen del helicóptero con la misma vestimenta de los cuatro hombres anteriores, excepto que ellas llevaban en sus manos una M16, causando que se vean imponentes.

La mirada de una de ellas cae sobre mí y enseguida una sensación familiar me recorre, la conocía. Pero ¿de dónde? ¿Quién eres?

Aparta sus ojos de mí apenas un quinto hombre se hace presente en el lugar.

¿Soy yo o el sujeto va en cámara lenta?

¿Qué carajos me diste abuelo?

Un sujeto de piel bronceada, extremadamente alto, cuerpo atlético y fornido, a diferencia del resto su rostro estaba expuesto, dejando su identidad al descubierto. Su cabello estaba corto con pequeños rizos saliendo de el, su piel estaba libre de imperfecciones, mientras se mantenía con una expresión tranquila y segura.

¿Quién eres tú y porque te ves tan bien?

Usaba el mismo traje que los demás, pero la diferencia era que en la parte superior de su brazo, el poseía cuatro franjas doradas y una insignia en el lado izquierdo de su pecho.

¿Cómo es que él se ve como un Dios y yo no?

Tengo que hacer más ejercicio.

Mis ojos caen sobre mi hermana quien ve al desconocido hombre con intriga, pero su mirada cambia rápidamente a una confusa al ver a la misma mujer que yo observaba minutos antes.

¿También se te hizo familiar?

—Agentes de la ESAF, ¿a qué debemos la interrupción? —habla Asa haciendo acto de presencia dirigiéndose hacía el frente, quedando a varios metros del escuadrón suicida.

—Si quisiera hablar contigo, Asa… me habría aparecido en tu casa, ¿no crees? —contesta irónico el quinto hombre, el cual parecía ser el líder. Y por lo visto, sabía muy bien quien era Asa.

—Esta es mi familia, tendrás que pasar por mi primero —suelta Asa en tono tranquilo, haciendo que una pequeña sonrisa se dibuje en el hombre desconozco.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora