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Jaemin estaba faltando al colegio. La última vez que un alumno supo de él fue a la salida del martes. Unos pocos fueron, pero suficientes para correr el rumor del parche que cubría mitad del rostro del menor.

Y como todo rumor, este se corrió y divulgó de forma incorrecta. Tal y como cualquier mito, se fue modificando y de lado a lado se escuchaban teorías diferentes. Unos decían que tenía la mitad de la cara quemada. Otros que había perdido un ojo. Y no solo eso, sino que nadie se lo tomaba seriamente.

El alumnado se burlaba del chico. Algunos especulaban un posible abuso en su contra mientras que otros decían que Jaemin era autodestructivo, un depresivo con trastornos de personalidad. Mark estaba harto de escuchar tanta falacia. Y Hendery no hacía nada más que quedarse callado y esperar a que el mundo dejara de hablar del chico al cual había prometido proteger.

Mark sabía. Sabía perfectamente que aquel alumno sabía más que cualquiera allí. Y le reventaba tanto que no hablara, que no fuera capaz de explicar qué sucedió con Jaemin y cómo fue que lo encontró.

Tal vez la posibilidad que existía de que hubiera sido él quien atentó contra el menor no estaba tan alejada de la realidad. Porque de algo estaba seguro Mark, y era que Hendery no era tan santo como aparentaba y era tan culpable como el verdadero culpable.

Estaban en clases de contabilidad. Su clase y la preferida de Hendery ya que podía ver al hombre mayor. Notaba sus miradas llenas de acusación y le dolía considerablemente. Pero prefería mantenerse al margen. No iba a caer como un estúpido por alguien que lo miraba de aquel modo sin tener nada con lo que atacarlo. ¿qué buscaba? Hendery no había hecho nada desde que Jaemin dejó de asistir al colegio.

La campana sonó y el alumnado se despidió del profesor.

— Hendery, tengo que hablar contigo un momento. ¿Puedes quedarte?

—No.

—Hendery, es una orden de tu superior.

Siempre a sus órdenes, mi señor.

Se quedó y tomó lugar en su rutinario banco de siempre. El mayor lo seguía con la mirada y estaba harto de la frialdad con la que su alumno se paseaba. Hablaba como un robot y muy pocas veces conseguía oírlo burlarse de las personas de forma indirecta y en tonos muy bajos. Como si siempre hablara para él mismo. Otras veces era un chico alegre y animado, pero nunca con él.

—¿Qué necesita? No creo que quiera hablar de mis notas porque es algo imposible, profesor...

—¿Qué sabes de Na Jaemin? —cuestionó apoyando su mentón en ambas manos sobre el escritorio. Llevaba una camisa que Jeno le había prestado y a este ser un poco más robusto en músculos, la camisa se pegó más a su cuerpo.

—No lo sé.

—Sí. Sí lo sabes, pero no entiendo por qué no quieres hablar. Hendery, si tuviste algo que ver con lo que le pasó a tu compañero solo se te reducirá la amonestación si declaras.

—No sé nada, profesor... Deje de buscar culpables donde no hay pruebas.

—Fuiste tú quien encontró a Na. Es suficiente prueba para ponerte como sospechosos del abuso que él sufrió.

Hendery miraba como su profesor perdía la calma con la que siempre trató a sus inferiores. Le gustaba jugar con la salud mental del sujeto. Era divertido verlo retorcerse de la desesperación mientras que el único capaz de manejar la verdad era él. Quizá hubiera hablado. Quizá no. Porque para Hendery todo era siempre un juego de altas y bajas. Él podía ayudar a Jaemin, pero de forma diferente.

SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora