Prólogo

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Enero de 2018.

La música retumba en mis oídos y llevo el vaso con alcohol a mis labios, observo como Aura baila con un desconocido y sonrío porque esa chica siempre consigue lo que quiere.

—Te mandan esto—dice el bartender.

Observo la bebida amarrilla frente a mí antes de volver mi vista al hombre frente a mí.

—¿Quién fue? —digo curiosa.

—Aquel chico de allá—señala al otro lado de la barra.

Dirijo la mirada a donde señala y me encuentro con un hermoso rostro, me brinda una sonrisa y saluda con su vaso así que hago lo mismo con la bebida que me fue entregada.

—¡Kayla!

El grito de Aisha me hace quitar la mirada del chico y volverla hacia mi mejor amiga y con ella viene el chico desconocido y ya me imagino lo que me dirá.

—Puedes irte—le digo—Me quedaré un rato más y después llamaré un taxi e iré al hotel.

—No llames a un taxi, llama a mi hermano—dice sonriendo—Le dije que le avisaras cuando te quieras ir, ya termino su trabajo y está libre.

—Lo haré—la abrazo—Diviértete.

La observo irse con el chico y me vuelvo para ordenar una botella de agua, creo que he bebido lo suficiente por hoy.

Estamos a pocos días de irnos de Mónaco y quiero disfrutar al máximo, cuando me vuelvo un poco hacia atrás siento una presencia a mi lado y me encuentro con el chico que me envió la bebida.

—Gracias por la bebida—le digo sin rodeos.

Me sonríe y por el amor de Dios que sonrisa, lo detallo un poco más y puedo ver con un poco de claridad sus ojos verdes junto a un par de lunares y un rastro escaso de barba cubre su cara.

—¿Qué has dicho? —pregunto saliendo de mis pensamientos.

—Te pregunte que hacías por aquí—ríe un poco—No pareces de aquí.

—No lo soy, estoy de vacaciones con mi mejor amiga—le doy un ultimo trago a mi bebida—Soy de Estados Unidos, una americana en su totalidad.

—Ya veo—sonríe de lado—Pronto estaré en Estados Unidos, pasaré unos días allá. Lastima que no podré disfrutarlo mucho.

—¿Trabajo? —pregunto y asiente—Debes tener un buen trabajo, te ves tan joven.

—Tengo veintiuno, no soy tan joven ni tan viejo.

—Woah, tienes cara de niño—lo molesto.

Pido otro trago y me pasa platicando con este chico durante unos minutos, hasta que caigo en cuenta que no se su nombre.

—Oye, hemos pasado hablando un buen rato hablando y no se tu nombre—tomo un sorbo de mi bebida.

—Soy Charles.

Vaya, lindo nombre para lindo chico.

—Lindo nombre, soy Kayla.

Me sonríe y seguimos platicando, pasamos así alrededor de una hora y cuando el alcohol en mi sistema hace de las suyas, me inclino hacia él poniendo una de mis manos en su pierna y cuando vuelve su cara estampo mis labios sobre los suyos.

Charles tarda un poco en corresponderme, pero lo hace haciendo que mi piel se erice, sus manos acunan mi rostro y vuelvo el beso más rápido, no sé en que momento nos encontramos en un auto, aunque no estoy tan borracha para lo que pasa a continuación.

—¿Está tu amiga? —pregunta cuando entramos a mi habitación de hotel.

—No, no llegará hasta mañana—digo jalándolo desde la chaqueta.

Nuestros labios se vuelven a encontrar, pero esta vez las manos de Charles viajan por mi cuerpo haciendo que en medio del beso suelte suspiros de placer. Caminamos un poco hacia la cama y él queda encima de mí, enredo mis manos en su pelo y lo jalo un poco.

—¿Estas seguras de esto? —pregunta viéndome fijamente.

Asiento y así es como la ropa va desapareciendo haciendo que quedemos piel a piel, cuando Charles está dentro de mí lo único que se escucha en toda la habitación son mis gemidos y el sonido de la piel chocando.

Deja besos por mi garganta y acaricia mi piel en cada empuje, cuando cada uno llega al orgasmo siento que estoy flotando, mis ojos se cierran poco a poco.

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Octubre de 2018.

Suspiro bajando las escaleras de casa y conforme voy bajando escucho las risas de mi papá y hermana, cuando llego a la sala veo que Irina le esta haciendo muecas a Roma, mi bebita de varios días observa con sus enormes ojos verdes y una pequeña mueca en los labios.

—¿Qué le están haciendo a mi hija? —pregunto sentándome en uno de los sofás libres.

Ellos me vuelven a ver con una sonrisa en la cara y lo único que puedo hacer es reírme y observarlos, suspiro cuando observo a Roma y el recuerdo de él vuelve a mí como siempre lo hace cuando observo a mi niña.

—Cariño, prende la televisión, ya va a empezar la carrera—papá se sienta a mi lado.

—Nunca te la pierdes—niego riendo—¿Es esta?

Él asiente y nos acomodamos para la previa de la carrera, no le presto mucha atención a lo que dicen así que reviso un poco mi móvil esperando por la confirmación de la graduación de la universidad.

—Y aquí tenemos a uno de los pilotos de Sauber, Charles Leclerc—escucho al nombre hablar—Largara de noveno en este premio en Austin, ahí lo podemos observar hablando con uno de los mecánicos del equipo.

Y por casualidad en ese momento decido clavar la mirada a la televisión y la respiración se me va. No puedo creer a quien estoy viendo, no ha cambiando absolutamente nada sigue igual a como lo vi la última vez y en ese momento papá habla.

—Sabes, ahora que lo noto he visto fotos de Charles pequeño y nuestra querida Roma tiene cierto parecido a él aunque su cabello rubio lo saco de tu madre.

No digo nada y solamente dejo la mirada clavada en el televisor con la mente corriendo a mil por hora, no puedo creer que el padre de mi hija sea un corredor de Fórmula 1, porque sí, ese Charles es el padre de mi hermosa Roma.

La noche que nos conocimos se nos olvidó el maldito condón, después de meses vuelvo a ver su cara y las ganas de agarrar a Roma y escondernos llegan a mí.

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¡PRÓLOGO PUBLICADO!

Bienvenidos sean a este mundo de Fórmula Uno, vamos a ir armando este mundo poco a poco y espero sea de su gusto.

Nos leemos pronto.

Bandera a Cuadros | Charles LeclercWhere stories live. Discover now