IV

5 1 0
                                    

La oscuridad la envolvía, pero Petra aún podía ver a Zayn cayendo de los tejados una y otra vez

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La oscuridad la envolvía, pero Petra aún podía ver a Zayn cayendo de los tejados una y otra vez. Hasta que sintió algo frío en alguna parte de su cuerpo, luego dolor, y por último un líquido caliente que cayó como una cascada.

Fue como si su mente hubiera sido tocada por un rayo.

Se despertó.

Con una pesadez desastrosa, Petra fue abriendo los ojos poco a poco. Todo su cuerpo se sentía cansado, aturdido, pero al menos ahora lo sentía. Lo último que recordaba era estar cayendo al suelo sin sentir sus manos, luego nada.

Ahora, sus ojos veían un piso de piedra, o adobe, no lo sabía, la recámara estaba demasiado oscura, iluminada solo por un par de antorchas en la pared. Conforme sus sentidos fueron despertando, fue siendo consciente de lo que estaba ocurriendo.

Sus muñecas estaban atadas cada una con cadenas de hierro, su lanza estaba más allá, tirada demasiado lejos como para que ella pudiera alcanzarla con el pie, y de su palma derecha goteaba sangre.

Al levantar más la cabeza, se dio cuenta de que un hombre, con un pequeño penacho, estaba acuclillado frente a ella, con una daga dorada en su mano, llena de sangre. Su sangre.

Petra gruñó, y sin pensarlo demasiado, estiró las manos hacia el sujeto, intentando propinarle un puñetazo, pero las cadenas eran más rápidas. O la persona que las sostenía, pues jaló de ellas, de tal manera que sus manos se elevaron.

Azotó contra algo a sus espaldas. Una roca, supuso, por la forma en que su columna sintió el golpe.

La vista se le nubló, y juró que el hombre que antes tenía al frente se multiplicaba.

—Te sugiero que no hagas eso de nuevo —comentó una voz, demasiado educada para el gusto de Petra.

—¿O qué? —balbuceó.

—O mi compañero volverá a hacer el movimiento de hace unos instantes, te golpearas el cráneo pues tu cuerpo no será capaz de actuar de manera rápida por los restos de Devenorim que aún quedan en tu sangre, y yo tendré que buscar a otra persona para que escuche lo que tengo que decir.

—Me importa una mierda... Lo que tenga que decir. Suélteme.

Petra trató de jalar las cadenas hacia delante. Por un segundo, lo logró, la persona que las sostenía dio un paso al frente, por el sonido de sus zapatos impactar contra el suelo, pero no por mucho tiempo, pues jaló de ellas hacia atrás y Petra volvió a golpearse contra la roca.

Esta vez, mantuvo los ojos cerrados por un momento.

—No quería tenerte atada, pero, habiendo visto lo que le hiciste a mis compañeros en aquel puente en Polanko, no creí que fuera una buena idea. Eres peligrosa estando a la defensiva.

—Y cuando no lo estoy también. Suélteme.

Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que, en realidad, frente a ella sí se encontraban más hombres. Todos con penachos. Parpadeó, confundida, preguntándose cuánto tiempo tardaba el Devenorim en salir de la sangre —cuando lo hacía—, y cómo era que estaba saliendo de la suya.

HellavenWhere stories live. Discover now