HELLAVEN

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A Libala le pitaban los oídos

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A Libala le pitaban los oídos.

Aún podía sentir las flechas cruzando a sus costados. Podía escuchar a los soldados gritar. Sentía las piernas cansadas, muy cansadas.

Por alguna razón, su cabeza palpitaba en demasía.

—¡Búsquenla! —gritó alguien. Alguno de los soldados, pensó Libala—. Aún debe estar por aquí.

Sus manos subieron instintivamente hasta su boca, evitando que saliera algún sonido involuntario.

Estaba despierta, pero esto no se sentía real. Ella misma no se sentía real. Algo se le estaba olvidando...

Están en el Hellaven, se dijo. Ellos no deberían estar aquí.

Un fuerte golpe colmó los sonidos del Hellaven. Luego, un grito angustioso y femenino le siguió.

—¡Silencio! —ordenó el mismo soldado.

Libala asomó la cabeza por entre las ramas del árbol en el que se escondía. Cuatro soldados iban a buscarla y, más allá, cerca del pantano, cerca del barranco donde la gente de arriba arrojaba a los hijos de sus propias tierras al infierno, un demonio estaba encadenado de manos y pies. Unos enormes cuernos afilados reposaban sobre su cráneo, su piel empalidecía en unas partes y, en otras, se tornaba de un tono púrpura azulado. Yagas de las cuales escurría un líquido brillante y oscuro decoraban todo su cuerpo y un largo cabello rubio y sucio caía hasta la mitad de su espalda.

Libala palpó su cabeza; no había cuernos. Miró sus manos; una piel morena la recibió. Tocó su cabello; admiró el color castaño oscuro revuelto en ondas largas. Libala no era un demonio, estaba segura de eso, y aun así no se sentía real. Miró hacia arriba de nuevo. El demonio no era un él, era una ella. Y estaba gritando.

La recordaba, pero su mente no se dignaba a cooperar. Acababa de despertar. O así se sentía, como si hubiese abierto los ojos después de haber estado dormida por mucho tiempo. Había muchas cosas que su cerebro no podía acomodar con coherencia, pero había una en específico que sentía que olvidaba.

—Su Majestad estará muy agradecida si hablas —siguió el soldado. Se meneó por la espalda de la demonio. Llevaba un látigo en las manos—. Solo tienes que dar respuesta a dos preguntas.

—Vete —fue la respuesta del demonio.

Libala se pegó de nuevo a las ramas del árbol, escuchando la conversación y los pasos de soldados acercarse.

—Necesito dos respuestas. No bajé aquí para nada.

Sin previo aviso, otro sonido fuerte y largo se extendió entre el silencio. Otro grito de agonía. La estaban golpeando, se dio cuenta Libala, la torturaban con el látigo.

—Vete —jadeó la demonio—. ¡Vete! ¡Vete!

La voz del soldado se escuchó de nuevo.

—¿Dónde está la princesa? ¿Dónde están las otras profecías? Es todo lo que quiero saber.

Y con esas palabras, Libala recordó lo que tenía que hacer.

Vete. Si nos encuentran, si alguien me captura, huye. Vete y haz lo que tengas que hacer, no importa lo que pase conmigo. Zasrhe te ayudará, búscale. Vete.

La demonio no le gritaba al soldado que se fuera, se lo gritaba a ella.

Libala miró el objeto que reposaba en sus piernas. Estaba ahí desde que despertó, apenas abrió los ojos, lo vio ahí. Tenía que irse, pero no podía llevárselo. Si estaba en lo correcto, el objeto tenía que quedarse justo en ese lugar.

Así que se puso de pie, colocó el objeto entre las raíces del árbol, adentro, muy adentro, dónde apenas se veía, se sacudió la tierra y miró por entre las ramas de nuevo.

Los soldados se acercaban.

—¿No quieres hablar conmigo? —ronroneó el soldado—. Bien, hablarás con mi reina entonces.

Libala esperó. Esperó. Esperó...

Y entonces la demonio dijo, en voz baja, como si fuera una resignación:

—Vete.

Y Libala corrió entre los árboles del Hellaven.

Acababa de despertar y tenía algo qué hacer.




Holis, volví kjsgafhgcjh

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Holis, volví kjsgafhgcjh

Primero que nada, pidoperdon, y segundo solo quiero decir que ojalá ahora sí pueda actualizar de manera normal.

Hace cuatro meses no escribía nada y, aunque tengo capítulos de reserva (incluyendo este jsjs), no me sentía bien actualizando mientras no estaba escribiendo. Escribir me da vida y si no lo hago no me siento del todo bien, pero supongo que estudiar me mantuvo lo suficientemente ocupada como para no darme cuenta.

En feeeeeen

Libala también tendrá sus propios capítulos, aunque este esté chiquito, ya tendremos más de ella. Todo lo que aparece tiene una razón de ser. Ojo ahí.

¿Qué es lo que Libala olvidó?

¿Recordará en algún momento lo que olvidó?

¿Qué dejó en el árbol?

¿Los demonios hablan? ah jkasjajajajs

¿Tienen teorías? Si es así, díganmelas que me gusta leerlas jaja

Bueno, muchas gracias por leer, les quiero un montón y nos leemos luego.

Gurbai

Cambio y fuera.

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