[6] Ali & Damián

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[EXTRA 6]

Ali

Tomo uno de mis pechos entre sus manos, lo guió hacia su boca y lo succionó con fuerza, definitivamente eso dejaría marca, pero no importaba, no lo hacía en lo absoluto. Jadee de deseo al sentir el calor de su boca en mi pecho, su lengua jugó con ese punto sensible en mi, lo mordisqueo con habilidad volviéndome loca, erizándome por completo la piel.

Nadie jamás igualaría su toque, jamás alguien me haría sentir como él.

Penetro una última vez liberándome, arrastrarme con él, beso mis labios como el sabe hacerlo, rodee su cuello y lo acerque más a mi, respirando su olor, lo había echado de menos, o más bien él me había extrañado a mi, y eso me lo había demostrado.

Liberó mi pecho de sus carnoso labios y posó una sonrisa traviesa e inocente.

—Creo que bebí un poco de leche.

Reí—¿Es buena no?

—Ya se por que les encanta a nuestros hijos, son suaves y cómodos—alabó mientras los seguía acariciando.

Bese su mejilla y me recosté en la cama, él hizo mi mismo. Acaricio mi espalda hasta que cerré los ojos y me dormí profundamente.

Dormí unas horas más, Damián le había dado de comer a los pequeños, así yo disfruté un poco más mi sábado por la mañana.

Me despertaron unos pequeños ruidos en la habitación, abrí los ojos y me deleité con algo exquisito para la vista, Damián sin camisa, recién ejercitado y con esas tabletas adornándole ese tonificado cuerpo.

¡Por supuesto que quería casarme con él!
Si amanecía así todos los días, sería plenamente feliz.

—¡Buenos días!—la voz de Andrés me asusto.

Entro corriendo a mi habitación y se lanzó en la cama, revolvió mi cabello.

—¿Qué haces aquí?

—¿Cómo que que hago aquí?, hoy es la fiesta de tu padre.

—¡Oh si!, lo había olvidado.

Hoy papá firmaba el divorcio, y como mi mejor amigo es un genio decidió organizar una fiesta de divorcio.

¡Así es! ¡Festejaríamos el divorcio de mis padres!

—¿Te dieron tan duro anoche que lo olvidaste?

Me sonroje y me cubrí con la sabana, Damián solo sonrió y se encerró en el baño, segundos después se escuchó la regadera.

—Tu hombre si que está bueno, eres una afortunada.

—El tuyo no se queda atrás.

—¡Obvio no!, y si vieras esa pistola que se carga...

—¡Demasiados detalles!—me levante de la cama.

Fui a ver a mis pequeños, quienes dormían plácidamente después de haber sido alimentados por su papá, me sentí mejor al verlos tranquilos, conecté el monitor para vigilarlos desde la cocina.
Baje a desayunar con la compañía de Andrés, quien me mostraba las decoraciones que había comprado para la fiesta.

Saco de la bolsa un colorido cartel adornado con letras doradas que decían...

¡Gracias a Dios se separó de esa bruja!

Reí un poco al verlo.

—Lo vi en la tienda y me encantó.

—¿Existe una tienda para esto?

Escenas extra de ¡prohibido extrañarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora