Capítulo 34

370 55 5
                                    


Grande fue la sorpresa de los fans cuando la noticia del inicio de la tercera temporada de su serie favorita les pegó en la cara un veintiocho de Junio, anunciando (junto a un corto trailer de la misma) que el primer capítulo se estrenaría el primero de Julio a las ocho y media de la noche, dándoles el día y el horario exactos en el que otra sorpresa se les sería dada, pues luego de casi cuarenta y cinco minutos en los que, no solo se hacía una enorme referencia a lo sucedido en el final de la no tan agradada “Marbella Vice” al hablar de la desaparición de Gustabo, sino que los editores se habían tomado la cortesía de colocar unos intrigantes post-créditos (casi como y si se tratara de una película), protagonizados por nadie más ni nadie menos que aquel italiano que se había dado por muerto luego de verle recibir casi cuatro disparos, cortesía de Horacio.

—Tu personaje está cada día más pirado, tío —le molestó Carlo a Horacio mientras se dirigían ambos a uno de los tantos escenarios que simulaba distintas partes de la tétrica y peligrosa “Isla” en la que “el dios malo” (como se hacía llamar el personaje de Pérez en esos momentos) tenía cautivo al italiano—. Torturas con drogas, psicológicas… 

—Ajá, pero también está buenísimo —se auto halagó, haciendo reír a Gambino—. Estoy que me como el morro a mí mismo.

—Joder… lo que tiene que aguantar el ruso todos los días —negó divertido.

—Pero bien que le gusta, ¿eh? —dijo con cierto tono orgulloso—. Cuatro buenos años gozando de puro Horacio Pérez.

—¡¿Ya cuatro años?! —le miró impresionado, recordando que cuando lo conoció por primera vez, Horacio no había tenido más que un par de desastrosas relaciones de no más de dos meses. El ruso lo hacía realmente feliz y era algo que Carlo notaba a kilómetros de distancia. En cierta forma se alegraba que por fin haya encontrado a alguien que parecía entenderle de pies a cabeza y del derecho y del revés.

—Bueno, casi… el diecisiete se cumplen cuatro años —una enamorada sonrisa se formó en sus labios seguida de un dulce suspiro. Realmente no sabía a quién debía agradecerle por haber puesto a Viktor Volkov en su vida, pero bien agradecido que estaba.

Y si no le creen, díganselo al hermoso anillo de compromiso que Horacio se había encargado de buscar, regatear (porque aquel tipo de joyería no era muy barato que digamos), comprar y que, ahora mismo, se encontraba lo más oculto posible en algún recóndito escondite de la habitación que compartía con el soviético desde hace ya casi dos años.

Joder, como vuela el tiempo, ¿no?

Por eso mismo Horacio estaba aterrado. Quería hacer la tan ansiada pregunta el día de su aniversario, pero el miedo al rechazo y sentir que se estaba adelantando demasiado a un gran suceso (uno de esos que normalmente logran definir el camino de una relación), lo tenían sin pegar ojo en toda la noche hace unos cuantos días.
Así que decidió distraerse y continuar grabando junto a Carlo, con quien, a pesar de haber comenzado como meros conocidos, logró establecer una buena relación de amistad y hacerse bastante cercanos con la cantidad de escenas que tenían juntos. Sobre todo la que habían tenido que filmar ese día e hizo que el moreno se sintiera como el jodido dueño del lugar (aunque, bueno, técnicamente lo era). Estaba más que claro que tener que actuar la nueva personalidad de su personaje hacía que disfrutara de todo el regocijo interno que ésta le producía.

A veces, ser el villano de alguna historia no estaba tan mal.

Horacio movió levemente su cuello para destensarlo un poco y así sentarse en el sillón frente a la docena de pantallas, que mostraban las grabaciones de cada una de las cámaras que había escondidas por toda la isla y con las que controlaba a su actual prisionero, dándole la pequeña ilusión de libertad por un corto periodo de tiempo cuando en realidad sólo estaba jugando con él, guiándolo justo a la trampa que había planeado por todo este tiempo.

Era momento de conocer quién era realmente a Carlo Gambino, ¿no?

El italiano subió las escaleras de lo que a simple vista podía parecer un faro, terminando frente a frente con la puerta que posiblemente le otorgaría la respuesta para salir del agujero infernal en el que se encontraba hace no sabía cuánto tiempo, pero era demasiado tiempo, es lo único de lo que estaba seguro. Carlo inhaló hondo antes de tomar la manija y atravesar la puerta una vez abierta.
La fuerte luz roja lo cegó casi en seguida, obligándole a cerrar los ojos por la falta de costumbre que tenía luego de haber estado vagando por la oscuridad de la noche. Pestañeó un par de veces hasta lograr que sus ojos comiencen a enfocar los distintos objetos que decoraban la mediana habitación, pudiendo detallar la figura de un oso de peluche en el suelo y, al subir un poco la vista, un blanco sofá individual que le servía como asiento a alguien que, aparentemente, había estado vigilándolo.

Pero no fue hasta que aquel enmascarado sujeto se levantó (seguramente luego de percibir su presencia en la habitación) que logró visualizar con claridad las tres letras que habían protagonizado cada una de las pesadillas que había experimentado en los últimos días, detallando como el original color amarillo de las siglas del FBI era alterado por esa iluminación color carmín que lograba darle un aire completamente sombrío al lugar.

—Te estaba esperando… —pronunció Horacio con una seriedad que logró hacer suspirar a más de un miembro del staff—. Imagino que tendrás muchas preguntas, aunque me sorprende porque… los otros no fueron tan rápidos —concluyó y la escena fue cortada, logrando oírse las felicitaciones de Christian y Matt por la perfección de aquella escena y que salió de maravilla en la primera toma.

Pérez sonrió, quitándose la máscara y acercándose al italiano, quién le devolvió el gesto. —Como te gusta ser el dios malo, ¿eh?

—¡Es la hostia! —aceptó emocionado.

Estaba más que claro que a Horacio amaba su personaje en cualquier etapa de la serie, aunque su parte favorita de todo aquello era la cantidad de cambios y desarrollos que éste había y estaba experimentando, ya sean por culpa de los desafortunados momentos que había sufrido a lo largo de su vida, o gracias a los que estaba por vivir en el futuro de la serie y que iban a comenzar con nada más ni nada menos que la vuelta de un personaje que, probablemente, ningún espectador esperaba.

Luego de una corta e improvisada estadía en las tierras rusas, Viktor Volkov volvería a la ciudad de Los Santos.

𝟹, 𝟸, 𝟷... ¡𝙲𝚘𝚛𝚝𝚎!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora