Capítulo 39

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Los días pasaban, tatuajes comenzaban a decorar las espaldas de nuestros protagonistas y los episodios seguían estrenándose, presentando personajes nuevos, tramas nuevas y hasta nuevos conflictos, pues algunos fantasmas del pasado del director del FBI (algunos que ni siquiera sabía que tenía y otros más del presente que del pasado) llegaron para atormentarlo.

A él y a Volkov.

Mientras Horacio comenzaba a enterarse poco a poco de la existencia de su familia de sangre, Carlo Gambino seguía suelto por la ciudad, estafando gente o tal vez, y solo tal vez, cobrándose la vida de los llamados “pollitos” (jóvenes agentes en prueba del FBI a los que tanto el ruso como Horacio habían llegado a tomarle un cariño demasiado especial); sumando, lamentablemente, más muertes a la ficticia y asquerosa lista que Horacio tenía desde hace ya unos cuantos años.

Por otro lado se encontraban Andrés y Maia Pérez; quienes interpretan al padre y la hermana del protagonista. No había mucho que decir de ellos al principio, pero el odio a sus personajes es algo que había sido inevitable en el momento que aparecieron en pantalla.

Maia Pérez: una mujer controladora, egocéntrica, demasiado irritante y seguida de cerca siempre por su perrito faldero, Otis. Clamaba querer proteger a Horacio, pero solo lograba dañarlo con cada acción realizada; tal como la pequeña (aunque de pequeña no había tenido nada) tortura psicológica a la persona más importante en la vida de su hermano menor hasta causarle un coma etílico.

Andrés Pérez: Ex militar, francotirador profesional y participante en uno de los proyectos fallidos del gobierno y que se da a conocer en la serie con el nombre de "Proyecto XY"; logrando causarle grandes cambios de actitud que terminaron por destrozar la pequeña familia que Horacio tenía de niño. Mantiene una mala relación con su hija y con su hijo, llegando al extremo de querer matar a éste último.

De todas formas, y a diferencia de sus personajes, Maia y Andrés no eran más que dos de los actores más queridos y admirados dentro del mundo de la actuación. Ambos eran bastante conocidos por interpretar personajes de muy poco agrado para el público (tal y como ocurría en esta serie y, claramente, una de las tantas razones por las cuales les habían ofrecido aquellos papeles), pero su personalidades fuera de cámara no podían ser más opuestas, siendo el hecho de verlos sin una sonrisa en la cara algo casi imposible de lograr.

Y ellos no habían sido los únicos integrantes que se habían sumado a la nueva trama, claro que no. "Si vamos a darle una familia a Horacio, tiene que ser completa" fue una de las tantas cosas dichas por los escritores y lo que resultó en la aparición de Charlotte, mujer que, a diferencia del actor y actriz de Andrés y Maia, sí compartía un lazo de sangre con el joven moreno.

Charlotte Laurent era la madre biológica de Horacio y la adoptiva de Gustabo; contratada por ambos directores para intentar darle otro toque a la creación que estaban llevando a cabo.
Cabe destacar que la rubia mujer no tenía nada de experiencia en el mundo del espectáculo más que lo que podía llegar a relacionarse con ambos de sus hijos y sus logros, pero estaba dispuesta a aprender y esforzarse con tal de que todo saliera como los directores y productores querían.

Sus apariciones eran pocas, pero bastante significativas, logrando ganarse el corazón de todos y cada uno de los espectadores con las pocas líneas dichas frente a la cámara y su característica dulzura que salía de forma natural.
Buscaba hacer lo mejor con lo poco que podía llegar a aportar, pues su nivel de actuación era casi nulo. Oía cada corrección o consejo que los demás actores, directores o hasta los que su propio hijo y yerno podían llegar a darle; implementándolas y practicándolas minutos antes de una escena en la privacidad del pequeño camerino que le habían proveído.

Los cinco actores (cuatro de los cuales conformaban la ficticia “familia Pérez”) se habían vuelto un grupo bastante… particular, logrando tener momentos únicos en los recesos de las grabaciones.
Las redes sociales explotaban con cada historia que Horacio subía sobre ellos cinco aún interpretando a sus personajes fuera de cámara; sobre todo cuando se trataba de la tediosa relación que tenían los personajes de Maia, Andrés y Viktor (cuando la realidad era que se la pasaban bastante bien juntos).

Sus interacciones (dentro o fuera de personaje) era algo que los fans adoraban, tanto en las redes sociales como en la serie o tal vez hasta en las pocas entrevistas que habían tenido juntos en algún programa de charlas.

Pero el problema llegó cuando, a pesar de lo mal que podían llegar a llevarse los personajes en toda la trama de la serie, a los escritores no les pareció que fuera suficiente la repentina aparición de toda una familia para el pobre muchacho que creía que había sido abandonado desde pequeño; agregando un par de villanos secundarios en la temporada que terminaron por cobrar unas cuantas cosas con Viktor Volkov: personas de identidad desconocida que decidían vestirse como payasos solo para atormentar a cualquier miembro del Buró Federal o, más específicamente, a cualquiera que se encontrara dentro del círculo cercano de Horacio Pérez. Simples peones en un juego de ajedrez que era llevado al siguiente nivel. Una partida de ajedrez donde el director era el rey.

Un mal movimiento efectuado y el rey caería; dando la partida por perdida.

Realmente parecía un mal chiste. Casi una pesadilla de la que era imposible salir y que atacaba en los días más tranquilos de la semana o el mes. Un tormento viviente que terminó por cobrarse, en un certero movimiento de las piezas en el tablero, casi la totalidad de la memoria y recuerdos que Viktor alojaba en su mente; agregando así, otra escena al montón que habían marcado y marcarían al moreno actor, pues no estaba enterado de aquella parte de la trama.

¿Cómo se supone que debía sentirse cuando se enteró que el amor de su vida (tanto en la vida real como para el personaje que interpretaba) había perdido todo recuerdo de su existencia y todo lo que han pasado juntos?

Dolido, tal vez.

Destrozado, por supuesto.

Derrotado… ¡Ja!, como si el director del FBI no lo hubiera estado antes.

Tantos avances, tanto trabajo y tantos momentos vividos junto al otro en la fantasía de aquella serie solo para que se les fueran arrebatados en un simple pestañeo.

—Люблю? (¿Amor?) —le llamó Viktor, tocando la puerta del camerino que ahora compartían antes de entrar en éste— ¿Estás bien?

Horacio suspiró y se giró, caminando perezosamente hasta dejarse envolver por los brazos de su esposo en un abrazo. —Puedes… ¿dejar de caer en comas y que te pasen cosas? —dijo, su voz siendo silenciada contra el torso del más alto.

Volkov dejó salir una carcajada, acariciando su cresta y dejando un corto beso en su cabeza. —Lo intentaré…

El moreno acarició la espalda del mayor y apoyó su mentón en el pecho de Viktor. —Más te vale… no quiero que me olvides —murmuró, formando un pequeño puchero en sus labios.

—Jamás lo haría, солнце —respondió, curvándose levemente para rozar sus narices—. Mi recuerdo favorito es contigo, no podría olvidarlo ni aunque quisiera.

Pérez sonrió con los ojos cerrados, totalmente embobado y dejándose envolver por la cantidad de sentimientos que Viktor Volkov provocaba en él; acelerando al máximo su corazón solo con su presencia. —¿Ah, si? ¿Y cuál es?

—El día que me enamoré de ti.

—Eres un cursi —le molestó antes de que los labios de ambos se unieran en un beso. Otro recuerdo que sería guardado en las memorias de ambos para nunca ser borrado.

𝟹, 𝟸, 𝟷... ¡𝙲𝚘𝚛𝚝𝚎!Where stories live. Discover now