Capítulo 2: Memorias de una vida a tu lado.

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ღ Hello, gente bonita ❃, aquí reportándome con ustedes después de tres semanas exhaustas en el trabajo. Espero les haya gustado el primer cap de esta historia. Porque ya saben, prometo mucho angst y lágrimas. Muchas gracias por sus votos y comentarios, les amo.

ღ Sin más preámbulos, continuamos...

Los días eran grises, oscuros, tristes y desolados

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Los días eran grises, oscuros, tristes y desolados. No importaba si nunca lo dejaban solo. Esa sensación de estar muerto en vida nadie se la podría quitar.

Sólo lo lograrían volviendo en el tiempo y evitando la tragedia que marcó un antes y después en su vida.

Una que sabía tenía su propio lugar en el cementerio central de Tokio.

Una lápida que tenía un nombre grabado, junto con una leyenda y la línea de vida que marcaba la edad de veintiséis años.

—De acuerdo, Hinata, ¿puedes cambiarte la ropa solo?

Despierta de su cavilaciones al escuchar a Kageyama y lo único que hace es acomodarse de nuevo en la cama, cubierto por una sábana delgada, haciendo caso omiso a su pregunta.

—Hinata —Escucha el suspiro largo y cansado, como últimamente hacen sus tres amigos cada que tratan con él. No los culpaba, también estaría cansado de tratar con una persona que no quiere la ayuda de nadie—. Venga, el Doctor ya te dio el alta, podemos llevarte a casa.

—Mi casa era donde estuviera Atsumu y no creo que me llevarán en estos momentos a su cripta, ¿o si?

—¿Ustedes creen que se pueda?

—Bokuto, no.

—Solo... escúchenlo, tal vez es lo que necesita para poder cambiar de comportamiento —aclara su amigo, diciendo algo coherente y lógico, aunque con un trasfondo deprimente.

Todos guardan silencio por varios segundos, tal vez sopesando la respuesta. Una que le pueda calmar un poco y hacerle entrar en razón suficiente como para pararse de la cama, ponerse la ropa nueva y marcharse de este maldito lugar que fue testigo de los últimos minutos de vida de un chico rubio que tenía un futuro prometedor.

—De acuerdo, lo haremos a final de la semana, ¿está bien para ti eso, Hinata?

—Está bien —responde, con voz apagada, sin mucho ánimo. Pero al menos sale de su escondite y toma la mudada que sabe Tobio eligió por su cuenta.

Después, lo ponen en una silla de ruedas, porque aún debía seguir con la fisioterapia y descansar cuando era apropiado. Y se van los cuatro juntos por los pasillos azul celeste que reinaban en esas instalaciones.

Hinata solo había venido al Hospital cuando aún era paciente pediátrico y le tocaba sus chequeos semestrales por sus constantes cuadros de bronquitis.

Estuvo a punto de progresar a asma, pero su madre cuidó bien de él, llevándolo con un especialista y aplicando varias inyecciones para prevenir un cuadro peor y más internamientos de los necesarios.

Lo que aprendí de ti [kagehina]Where stories live. Discover now