Esa primera vez

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¡Lo siento!— fue lo último que me escribió Santiago ese día. No pude responderle nada más. Debo enfocarme en este momento, en lo que es real y dejarme de tanta pendejada.

Ya he aprendido a hacer mis rondas más rápido por el taller pero hoy no quiero volver a la oficina. Siento pánico a este conjunto de emociones que Santiago genera en mi. Es muy bonito para ser verdad. ¿Quién se prenda a alguien que ni siquiera conoce? Hablo de la vida real. De la vida infeliz que muchos vivimos y que ocultamos tras una sonrisa.

Mis vivencias previas me han hecho perder la fe en los asuntos del amor. De niña me la pasaba soñando con el tema y añoraba ser grande para vivirlo y sentirlo. Luego me tocó vivir la realidad de este mundo tan nefasto.

Mi primera vez fue con el típico picaflor del colegio. Él era famoso entre las otras niñas, extrovertido... Un día se acercó a Lisa y a mí, empezó a hablar como si fuéramos muy amigos de siempre. Me extrañó, siempre llamó mi atención pero a casi todas les pasaba, la diferencia es que yo sabía que no tenía oportunidad alguna. Evidentemente venía a hablar con ella, o eso pensé. Nunca fui llamativa como para que quisieran acercarse.

En un momento, ella nos dejó para ir al baño y él aprovechó para invitarme a salir. Me dijo que yo llamaba su atención pero que en el colegio eran muy curiosos y por eso no se acercaba. Yo acepté y de inmediato pensé en la excusa que le daría a mis padres. Después de todo, apenas tenía 16 años.

Sería una ida al cine pero fue cancelada porque sus padres debieron salir de emergencia y tenía que cuidar a su hermano menor. A última hora de la tarde, me escribió diciendo que podíamos ver alguna peli en su casa, le dije que mejor lo dejábamos para luego pero insistió en no dejarme plantada. Ya tenía el permiso así que nuevamente acepté.

Al llegar a su casa, que no era tan lejos de la de mis padres, efectivamente estaba con su hermano menor y había pedido pizza. Los 3 comimos en la mesa casi de forma silenciosa, fue algo incómodo. Al terminar, su hermano se esfumó hacia su cuarto con los audífonos puestos.

Me invitó a sentarme en el sofá luego de recoger las sobras. Encendió la tele y lo siguiente es que estaba encima de mí, besando rudamente mi cuello. Mi primera reacción fue apartarlo, no fui con esa intención, aunque ahora con más conocimiento, comprendo que mi inocencia me hizo una mala jugada

Podía sentir su respiración cada vez más fuerte, la mía se estaba descontrolando al mismo tiempo. Intentaba apartarlo, pero no podía con su fuerza. Tal vez, en el fondo, no quería alejarlo, se sentía increíble que un chico se fijara en mí, y menos un chico tan guapo.

Intenté buscar sus labios, pero jamás se encontraron con los míos. Los evadía. Pensé que estaba bien. Mientras, el conjunto de sensaciones y el vapor saliendo de mi vagina, no me dejaban pensar con claridad lo que estaba sucediendo. Pensaba en que siempre soñé con una primera vez con rosas, con velas, con música... Tal vez solo es así en las novelas. Admito que físicamente, disfrutaba aquellas sensaciones.

—Te va a gustar Ellis, así como a mi— decía mientras desabotonaba mi camisa. Estaba realmente asustada, pensé que podría detener el momento cuando ya no me sintiera cómoda. Pero no. No me escuchaba.

Le dije varias veces que no estaba preparada, que se calmara y tuviese paciencia, que no era el momento, pero él no se apartaba ni un poquito.

Me sentía extraña. Mi vagina reaccionaba con pálpitos pero en mi cabeza, estaba clara la decisión de no hacerlo en ese momento. El hecho de negarme reiteradamente, como que le enfureció y tomó más impulso.

Yo no podía gritar, pensaba en que me metería en problemas, los vecinos se asomarian, la policía vendría y mis padres se enterarían. Sentí que me iría peor de lo que me estaba yendo. ¡Eso creí!

Tú, yo y nadie másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora