Día 9: Viendo películas

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Era una tarde tranquila en la Mansión Kido. La Navidad estaba a la vuelta de la esquina, y el resto de los Caballeros de Bronce ya habían regresado a Japón.

Se llevaron una gran sorpresa cuando vieron que Hyoga y Shun habían comenzado una relación en su ausencia. Saori ya lo había visto venir, al igual que Shiryu; Seiya no lo habría notado aunque su vida dependiera de ello, pero le pareció genial y los felicitó. Por su parte, Ikki no estaba muy feliz, pero intentó controlarse, pues su novia, Pandora, estaba de visita, y no quería hacer una escena con ella presente.

Esa tarde, Seiya se sentía agobiado por el espíritu navideño que reinaba en el ambiente y propuso a sus amigos una actividad "anti-navidad".

-Hey, muchachos. ¿Qué les parece si vemos una película de terror?

Shiryu rodó los ojos, Shun los abrió como platos, Pandora lo ignoró al igual que Saori; los únicos que parecían estar abordo eran Hyoga e Ikki, a este último se le quitaron las ganas cuando notó el entusiasmo del Cisne.

-¿Por qué eres tan Grinch, Seiya?- le reclamó Dragón.

-¿De qué hablas? ¡Amo la Navidad! Pero nos perdimos Halloween por estar arreglando los problemas en Grecia, y quiero un poco de acción.- replicó Pegaso.

-Yo paso.- declaró Saori, levantándose de la sala.

-¡No seas aguada!- le reclamó el castaño.

-No lo soy, Seiya. Siempre estoy dispuesta a ver una buena película de terror, pero no contigo. Eres muy infantil y seguro intentarás jugarnos una broma o dos para asustarnos.- decidida, la peli-lila se fue a su habitación. Tenía una buen punto.

-Aceptaré si los los demás aceptan.- mencionó Shiryu.

-Yo sí quiero- exclamó Hyoga.

-Yo también.- secundó Ikki. -Pero si sólo acepta el pato, no.

-¿Qué película tienes en mente, Seiya?- inquirió Pandora, se notaba que a la chica le gustaban esa clase de cosas, por su forma de vestir y su elección de pareja.

-Mmmm... ¡Actividad Paranormal!- exclamó feliz Pegaso.

-Genial, estoy dentro.- confirmó la chica.

-Si Shun acepta, también estoy dentro.- concluyó Shiryu. Todos dirigieron sus miradas al peliverde en cuestión.

-N-No... no lo sé...- tartamudeó Shun, el chico no era muy aficionado del terror, le gustaba tener una pequeña dosis de adrenalina de vez en cuando, pero no aguantaba nada más allá de teorías conspirativas y videos sobre los comerciales más perturbadores de la televisión.

-Yo estaré junto a ti todo el tiempo...- le prometió Hyoga, mientras le daba un beso en la mejilla. Ikki volteó los ojos.

-Si no quiere, no lo obligues...- le espetó el Fénix.

-Vamos, Shunny. Estaremos todos juntos.- lo animó Seiya.

-E-está bien...- aceptó Andrómeda.

-En ese caso...- Ikki se levantó de su lugar. -Seiya, tienes que prometer que no nos jugarás ninguna broma ¿de acuerdo? Sobre todo a Shun.

-¡Bah! Está bien...- dijo resignado.




Los muchachos hicieron palomitas, sirvieron refrescos y fueron al baño, para no tener que pararse durante la función; por comodidad o por miedo, no lo sabían. Una cosa era segura, si no había motivos para levantarse, las posibilidades de que Seiya les jugara un broma se reducían enormemente.

Se instalaron en el sofá. Shun se posesionó del medio inmediatamente, no quería estar en ninguna orilla; se aseguró de tener a Hyoga de un lado y a Ikki del otro. Pandora, tan ruda como era, no le importó quedarse en la orilla. Shiryu intentó cambiarle el lugar a Hyoga, pues no quería sentarse junto a Pegaso, pero ni el rubio ni Shun se lo permitieron; tuvo que conformarse con que no le tocara la orilla del sofá.

Como la idea había sido de Pegaso, este fue el encargado de poner el DVD y todos los ajustes que este requería.

Cuando la película inició, Shun se hizo bolita en su lugar, pegándose más a su novio. Hyoga lo abrazó e Ikki bufó.

-Es una película de bajo presupuesto, mi amor. No se ve ningún monstruo ni nada grotesco.- lo tranquilizó Hyoga, mientras besaba su cabeza.

-Esa es la belleza de esta película, Hyoga. No necesita monstruos ni CGI para lograr asustar.- respondió Seiya.

-Gracias, Seiya...- le reprochó el Cisne, por sabotear sus intentos por calmar a su novio.

Shun comenzó bien, en ocasiones se aferraba más a su pareja, pero sin alejar su vista de la televisión. Fue hasta la mitad de la película que comenzó a ponerse nervioso. Durante las escenas de día, se relajaba; pero cuando llegaban las escenas nocturnas estrujaba a Hyoga a más no poder, llegando incluso a esconder su cara en el pecho del ruso.

Ikki estaba que echaba humo, no esperaba el momento en el que el Cisne se asustara tanto como su hermano para que este fuera a buscar consuelo en sus brazos. Pensó en satisfacer su ego e instintos sobreprotectores con Pandora, pero la chica estaba muy serena, casi aburrida; ciertamente no necesita que su hombre la consolara.

El clímax de la película se acercaba, la última noche, la parte más aterradora.

Shiryu estaba completamente inmóvil; Seiya tenía los ojos bien abiertos, inconscientemente se había acercado demasiado al Dragón, pero este estaba tan asustado que no le importó en absoluto. Pandora seguía con su cara de indiferencia, mientras Ikki estaba perdido buscando formas de hacer quedar mal a Hyoga. El ruso por su parte estaba muy atento a la película, hasta que notó que Shun estaba completamente aterrado.

-Para la película...- murmuró el rubio.

-¿Eh?- Seiya tenía problemas más grandes que atender los pedidos del Cisne.

-¡Qué pares la película!- con las manos temblorosas, Seiya oprimió el botón de pausa.

En ese momento, Shiryu dejo salir un suspiro de alivio.

-¿Qué te pasa, pato? ¡Era la mejor parte!- le reclamó Ikki.

-Cállate.- le espetó el ruso, para luego dirigirse a su novio. -¿Estás bien?

Andrómeda estaba al borde del llanto.

-No necesitamos verla completa...- le aseguró Hyoga suavemente, mientras le frotaba la espalda.

-¡Pero si ya llegamos hasta acá!- se quejó Seiya. Shiryu le dio un codazo, el Dragón tampoco estaba seguro de querer terminar de ver la cinta.

-Seiya tiene razón... ya no le falta mucho... ¿o sí?.- dijo Shun con voz temblorosa. Pandora negó. -S-sólo... abrázame y no me sueltes... por favor...- Hyoga le sonrió y depositó un beso en su frente.

En ese momento, el Fénix cayó en la cuenta de que su hermano menor no necesitaba de él cuando tenía a Hyoga a su lado, y a su vez, este era lo suficientemente capaz de consolar a su hermano y de protegerlo también, si fuera necesario.

No lo iba dejar así de fácil, pero no podía negar, por más que le costara admitirlo, que Hyoga era un buen partido.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora