▫️ Capitulo doce ▫️

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El espacio blanco.
Jamás había imaginado que podría llegar a estar en un lugar con tanta luz.
Tanta que era aterrador pensar que ese destello podía consumirme.
Tanta que era inevitable no odiarla.

Mire hacia la nada esperando encontrar un punto, aunque fuera opaco, aunque fuera más deslumbrante, pero no había. Una masa completa y lisa, sin defectos, ¿está era la consciencia o la inconsciencia misma?

— Natsu. – escuche a lo lejos. Al menos todo el tiempo lo escuchaba — Natsu. – su voz llamándome. Incluso era increíblemente angelical.

Debía ignorarlo, debía mirar siempre a la nada, siempre al mismo punto blanco que cegaba. Por que si volteaba, si volteaba dolería.

— Natsu, – escuche llamarme y cerré mis ojos — ¿no me miraras? – mi respiración se agito al escucharla tan cerca — ¿estas enojado conmigo? – su voz tembló, y después, sollozos. — ¿hice algo malo? – preguntó.

Contuve la respiración. Debía permanecer de esta forma, sin ver, y pretendiendo no escuchar. Debería haberlo hecho, pero una vez más el deseo de verla me supero.
Y sabía que era un error.

Podía verla, sus ojos eran tristes y detonaban desesperanza. Su cuerpo lastimado, mutilador, torturado y destrozado. Su voz era dulce, pero su apariencia era aterradora.

— Natsu – dijo en un suspiro, y una sonrisa apareció en sus labios —, te extrañe tanto.

Sin decir nada, la mire con tristeza y agonía, no podía rechazar el verla pero tampoco podía ignorar su apariencia. Poniéndome de pie trate de llegar a ella pero cada paso que daba ella se alejaba más de mi.

Sus pies descalzos hacían eco mientras caminaba. Y cerré los ojos, por que sabía que venía. Mientras más pasos daba, su apariencia cambiaba. Su cuerpo dejaba cualquier maltrato atrás, sus ojos volvían a brillar con esperanza y al final del camino, era como si pudiera tocarme, la sentía cerca pero a la vez lejos.

— Sabes, nos vemos todos los días, pero siempre terminas aquí... Natsu – mencionó. Casi en forma de burla, como si ella misma predijera la tortura — Abre tus ojos, sabes que esto durará para siempre si no lo haces.

Temblé, mordí el interior de mis labios, apreté mis manos en puños y con algo de miedo y resignación, abrí mis ojos.
Era un ángel caído del cielo, era hermoso.
Tan hermoso que sabía que me iba a lastimar.

Sonríe y sus pómulos se levantan expresando esa felicidad. Y en un parpadeo, la odiosa luz blanca desapareció para tornarse negra, aquella oscuridad consumidora.

Lucy ya hacía frente a mi. Asfixiándose lentamente, viendo sus ojos llenarse de lágrimas y las súplicas salían sin cesar de sus labios, pidiendo clemencia.

— Por favor, por favor – dijo – no eres tú mismo, por favor – repitió miles de veces — Natsu, no eres tú mismo.

— Tienes razón – escuche aquella voz — pero eso ya no importa – respondió — Tu mera existencia no me es de utilidad.

Pestañee y lo vi, igual que la última vez, como se apuñalaba en el abdomen creando una herida profunda, para después, quemar sus hombros lentamente con un fuego invisible.
Sus gritos eran insoportables, sus llantos insaciables y la desesperación de ese momento interrumpible.

— ¡Por favor, Natsu, por favor! – me suplicó, mirándome desde el suelo directo a los ojos — Detente, no me hagas esto...

— Lucy... – dije su nombre por inercia. Aún molesto conmigo mismo por no poder hacer algo aunque lo había intentado cada vez que sucedía.

— ¿Es inevitable, no es así? – su risa burlona le hizo presencia y lo voltee a ver con odio — Es inevitable que no sientas ese dolor hasta los huesos por ella.

Apareciendo tras de ella, aquella criatura la miró con aprecio.

— Sin su desesperación, nada de esto tendría sentido – dijo — ¿lo sabes, no es así?

Tocando los mechones de su cabello, sonrió. — Sin ella, tú no seguirías en este mundo. Deberías agradecerme, por estas alucinaciones tu sigues aquí.

Mirándola desde arriba, acercó su pie primero a su mano aplastándola haciendo que soltara un grito desgarrador: — ¿escuchaste eso? – sonrió un poco y cerré mis ojos. Escuche algo quebrarse y un grito aún más intenso, más fuerte, más cegador.

— Ya basta – murmure, más para mi mismo que para él — Déjala en paz.

Abrí mis ojos una vez más, y encontré con el dolor de mi corazón.
Lucy en el suelo sin vida.

— ¿No te gusta lo que ves? – preguntó el hombre que aparentemente se parecía a mi. — ¿No te gusta ver sus ojos sin vida? ¿Que tal su cuerpo sin rastro de brillo? ¿No es estremecedor?

— Ya basta – lleve mis manos hacia mi rostro, tratando de soportar aquella ilusión.

— ¿Quieres verla más de cerca? – preguntó, y fue como si estuviera a un centímetro de ellos — ¿que te parece sentirla? – susurro.

Niego con la cabeza y trato de pelear conmigo mismo para terminar todo aquello.

— Escúchala, Natsu. Escucha lo que tiene que decir.

Un chasquido fue suficiente para regresar a ese destello cegador. Mi corazón se agito al sentir sus manos sobre los hombros, y su respiración sobre mi cuello, junto a la calidez que amaba me envolvía.

— ¿Por qué? – susurro. — ¿Por qué me hiciste esto? – las lágrimas cayeron en mi ropa empapándola — si tanto me amabas, ¿por que me mataste?

— No lo hice – negué — no lo hice.

Forzándome a verla, llore. Por la insoportable vista de verla. Mientras me seguía rompiendo en mil pedazos, ella solo estaba ahí, parada frente a mi, con sus ojos sin brillo, y su cuerpo sin vida.

Ese era mi infierno.
Y tenía que vivirlo.
—————————

Con nerviosismo mire la gran puerta de madera junto a los demás, no sabía que podía esperar. Pero sabía que debía regresar algún día.
Estaba ansiosa, estábamos ansiosos.

Al momento que toque la puerta con mis manos me di cuenta que ese era mi hogar.

Sentí la mirada de los demás sobre mi, y di un paso al frente y empujando con fuerza habíamos regresado.

Estábamos en casa, estábamos con nuestra familia una vez más.
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Este no es para nada como el capítulo original, de hecho, es más dramático. Y como no recordaba que era lo que venía escrito en el improvise.

Espero que haya llenado sus expectativas.

y.

Difícilmente te dire adiós » end » naluWhere stories live. Discover now