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—Tu madre es un asco— se quejó el rubio tomando leña— decirte que debes casarte, ¿En qué siglo piensa que estamos?

—Bueno, a estas alturas sacrifican gente para la salvación de un pueblo. — Ion dejo de recoger para observarla.

—Tienes razón, mi querida caperuza— asintió.

—De todas formas ella sabe cómo soy, que no haré la gran idiotez que se le ocurrió.

—Mejor, así no tengo que matar a alguien por tu mano— Dalia lo miro enarcando una ceja— ¿Qué? Eres hermosa, más que tu hermana, pienso yo— se señaló— carismática, gran persona y... cualquiera que se casara contigo tendría una gran suerte.

— ¿Te gusto cabeza de plátano?

—Tal vez— se encogió de hombros—, aun no decido donde viviremos.

—En tu mente— se señaló la cabeza mientras seguían recogiendo leña.

El bosque estaba helado, pero ambos dejaron sus capas en una roca cercana. Los árboles se movían por la pequeña brisa que los rozaba mientras la capa de nieve les daba un hermoso paisaje.

Dalia tomo suavemente del suelo la última rama, debían llevar algo para la fogata de esa noche, la última para su hermana.

Antes de la entrega del sacrificio, los pobladores hacían una última fogata para sus hijos primogénitos. Se repartían bebidas, dulces lunares y ropas nuevas para su última noche y día antes del comienzo del amanecer.

Ambos tomaron sus cosas y colocaron la leña en la pequeña carreta con caballos para ir hasta la entrada del pueblo y entregar. El camino estaba despejado, y grandes capas acumuladas de nieve estaban alrededor de él; el letrero del pueblo estaba siendo limpiado por algunas chicas y flores recién cortada de árboles lejanos estaban siendo dejadas estratégicamente en la entrada.

—Ponen el pueblo presentable para un sacrificio, que ironía— se quejó el chico deteniéndose cerca de la fuente. Algunos los observaban mientras ella bajaba con su capa roja desgastada y él, tomaba las leñas colocandola cerca de la fuente donde se haría la última fogata— no puedo creer que el tiempo ya pasara tan rápido.

—Ni yo— suspiro.

—Oye...— Ion la llamo y ella lo miro, el chico algo sonrojado subió a la carreta para bajar una bolsa de papel bien decorada— te dije que te daría algo, no es mucho y ayer te lo comente... así que podrías aceptar esto que te entrego.

La chica tímida tomo aquella bolsa de papel abriéndola sin ningún problema, sus ojos se ampliaron al observar el interior. Su mano paso dentro tocando algo sumamente suave y caliente, al sacarlo contemplo lo roja y hermosamente confeccionada capa que tenía, era larga con una gran cola y capucha.

—Ion...

—Es mi regalo, después de todo no te di nada en tu cumpleaños— hablo rápidamente bajando la mirada— acéptala, además tu madre no te dejara tener nada nuevo hoy por solo lucir a tu hermana.

Dalia solo miro nuevamente aquella prenda dejando pasar por alto aquella espina en su pecho; Ion tenía razón, sabía perfectamente que su madre no le daría nada para aquella noche, pues la que debían ser protagonistas eran las sacrificadas. Sin embargo, algunas chicas se arreglaban para conseguir a un futuro esposo esa noche.

Asintiendo como aceptado la guardo nuevamente apretándola contra su pecho y le regalo una hermosa sonrisa aquel chico que seguía sonrojado y algo apenado por aquello.

—Dejare esto aquí, vuelve a casa y arréglate, esta noche es de fiesta— dijo bufando haciéndola reír— así que, deberíamos divertirnos y estar lo más lejos posible de la gente que no desea a los que no son sacrificables.

ATARDECER ❄️ Kim Taehyung ❄️©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora