Capítulo 22

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Natalia se levantó con los primeros rayos de sol que entraban por la ventana de su cuarto del hotel atravesando las finas cortinas colgadas de éstas. Tal y como en la noche anterior lo había planeado, después de desayunar iría directamente a la comisaría en la que tenían a su hermano.

Santi era ya mayor de edad y aquel era su último año en el internado y, además, al siguiente entraría a la Universidad. Por lo que ya podía estar perfectamente en la cárcel para mayores.

Tal y como estaba planeado, Natalia llegó a la comisaría preguntando por Santi Lacunza y obviamente le dieron información llevándola posteriormente a donde estaba su hermano.

-¡Natalia! ¡Natalia!... Tienes que sacarme de aquí, por favor - le dijo Santi a su hermana en cuanto la vio.

-¿Qué hiciste, pedazo de cabrón? - Natalia le preguntó a su hermano.

-Yo no hice nada, nada, Natalia...- negó Santi y Natalia no podía creerse su cinismo.

¿Cómo era posible que después de tantos años su hermano siguiera sin cambiar? ¿Es que acaso estar en un lugar extraño y lejano de su familia y de su país no le servía de lección?

-Llevaste a una menor de edad a que abortara, y en el intento perdió la vida, ¿te parece nada?.

Varios minutos después, en los que Santi trató de explicarle a su hermana cómo se dieron las cosas, el guardia llegó a decirle a Nat que la hora de la visita había terminado ya y que debía marcharse. Eso sí, Natalia no se fue de ahí sin antes prometerle a su hermano que regresaría al día siguiente con su abogado, que al parecer había tomado un vuelo después de Natalia, y que se encargaría de sacarle de ahí lo más pronto posible.

Todo parecía indicar que la explicación de Santi era lógica, pero nadie quiso creerle.

Santi le había contado a su hermana que al enterarse de que su novia estaba embarazada, decidió ir a hablar con los padres de esa chica, ya que tampoco sabían que tenían una relación, pensaban que sólo eran amigos. El caso es que al decirles que la chica estaba embarazada, los padres se pusieron como locos y fueron ellos quienes tomaron la decisión de llevar a la hija con un doctor que pudiera interrumpir el embarazo. Obviamente Santi no estaba de acuerdo, pero los padres de su novia se impusieron y las cosas terminaron de hacerse tal y como las querían ellos, aunque no tanto como las querían, no contaban con que se les moriría la niña. Y el resto es historia. Decidieron culpar a Santi de la muerte de su hija y hacerle pagar con la cárcel.

Santi no era un santo, pero cuando decía la verdad se notaba y era creíble. Su hermana obviamente le creyó.

De regreso a su hotel, Natalia marcó el número de su novia y ésta no la contestó, de hecho, en las milésimas de veces que llamó, Alba no contestó el teléfono y se preocupó. Decidió llamar a África.

***

-Hola, Natalia - contestó la doctora - ¿cómo va el asunto de tu hermano? - se preocupó.

-Santi es inocente, Afri - se oyó cansada la voz de la morena -. Los padres de esa chica son los que en realidad tienen la culpa de lo que pasó, ellos la llevaron a ese lugar.

-¿Y por qué le echan la culpa a Santi?

-No lo sé, supongo que quieren joderle la vida a mi hermano y eso no lo voy a permitir... ¿Está Alba por ahí?, es que la estoy llamando y no me contesta.

-Ya lo sé, dice que no quiere hablar contigo - dijo en un susurro la doctora ya que a unos pasos estaba Alba.

Desde la marcha de Natalia no había parado de llorar hasta que esa mañana mantuvo una larga conversación con África, una conversación en la que la doctora, de acuerdo a cómo se expresaba, comportaba y todo lo demás, aprovechó para ir evaluando a Alba. Como en la primera vez que fueron Alba y Natalia hacía a penas unos días atrás, aún era muy pronto para un diagnóstico, pero tenían varios días y esos no sólo servirían para estudiarla, sino para ayudarla en los problemas psicológicos que traía, porque, a más de lo que le pasa y quiere averiguar la doctora, considera que necesita también hablar con un profesional para poder sacar todo lo que lleva por dentro y que se convirtió en trauma desde la muerte de su familia.

Un Cambio A Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora