Capítulo 28

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Después de una intensa jornada laboral, Natalia cerró su oficina y junto a su hermano se fueron a casa, tenían que bañarse y cambiarse para la cena con su madre.

De camino a Fuencarral Santi encendió la radio del coche y puso música, iba cantando durante el camino con su hermana hasta que sonó una canción que a los dos les recordó a la rubia.

-...No tuvimos la oportunidad de conocernos bien, pero la echo de menos - comentó Santi y una lágrima se le escapó a Natalia. Se la secó de inmediato antes de que su hermano se diera cuenta, pero por más que se limpiara la lágrima y tratara de ocultar el dolor que sentía era inevitable. Había sido tan fuerte el amor por ella que nada había vuelto a ser lo mismo sin ella.

Sus ojos reflejaban lo que su corazón trataba de ocultar. Fue bonita la historia mientras duró, ya en el pasado se había quedado todo eso.

-Pienso que esta noche deberíamos salir a un bar después de la cena con mamá - propuso Santi pero Natalia negó.

-Mañana hay trabajo, vago...- le contestó revolviéndole todo el pelo.

-¡Hey!, que tengo que estar presentable...- se quejó y ambos se echaron a reír.

Unos minutos más tarde llegaron a la dirección que les había confirmado su madre. Aparcaron el coche en el patio.

-¡Guau!, esta casa es realmente bonita... Algún día tendré una casa así.

-Dudo que llegues a eso si sigues pensando en irte a emborrachar en los días laborales...- se burló Natalia y llamó al timbre. Les abrió una señora del servicio y les hizo esperar en la sala.

-¡Impresionante! - gritó bajito Santi.

A los pocos minutos escucharon unos pasos bajando las escaleras y ambos se levantaron para darse la vuelta y descubrir a una rubia realmente hermosa. Tenía el pelo muy bien recogido en una cola de caballo. Llevaba puesto un mini vestido rojo con unas chancletas de tacón negras. El pintalabios era del mismo intenso color rojo.

-¡Hola, chicos! - saludó al llegar a la sala -...supongo que vosotros sois Natalia y Santiago, los hijos de Elena.

-Sí, somos sus hijos - contestó Santi dándole dos besos a la chica -...pero tú y yo no somos hermanos eh - le susurró al oído y la chica se rió.

-Claro que no, no somos hermanos - contestó la chica sin quitarle el ojo de encima a Natalia -...Un gusto, yo soy Alina.

De modo que esa era la famosa Alina, pensó Natalia.

-Igualmente - habló por fin la morena.

-¡Chicos, ya estoy lista! - llegó la madre -...por cierto, Alina llegó tarde de trabajar y no pudo cenar con el resto, espero que no os importe si viene con nosotros.

-No pasa nada, mamá...

Ya en el patio, Santi quiso subirse de nuevo al asiento del copiloto, pero su madre le dijo que le dejara ese asiento a Alina. Eso les provocó la risa a todos y Natalia se puso nerviosa por tener a Alina al lado. No apartaba la mirada del retrovisor para mirar a su madre, quien desde atrás le guiñaba un ojo sonriente.

Cuando llegaron al restaurante cambiaron y dijeron que al final necesitaban una mesa para cuatro. Las llevaron justo al lado de una mesa en la que estaban cenando Alba y Julia.

«Este es mi karma», se dijo interiormente la morena cuando se sentaron.

Al parecer su madre estaba tan empeñada en que entre las chicas hubiera algo que le cedió a Alina el asiento al lado de Natalia, quien obviamente ya estaba de todo menos cómoda y bien.

Un Cambio A Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora