Capítulo 36 Un Día Estaremos Juntos

148 9 6
                                    

—Sí qué te tardaste en superarlo ¿eh? —Le dice del otro lado del teléfono.

—Cállate.

—Cinco años se dicen a la ligera, ja ja ja.

—Te agradezco enormemente el apoyo que me brindaste por tres años Jonh, muchas gracias.

—Lo hice con gran gusto, por cierto ¿vendrás?

—Me encantaría confirmarte de una vez pero aún estoy a expensas de lo que me dirá el director.
Mañana le recordaré.

—Anhelo que la conozcas.

—¿No se molestará conmigo?

—Para nada, sabe la gran amiga que haz sido conmigo, y que pese a mi parecido con él, tú nunca hiciste nada incorrecto.

—Sabes que es una verdad a medias.

—No lo es, por que nunca mentiste al decir que tus sentimientos eran hacía mí.

—Es un poco doloroso eso, aún pienso que hice mal.

—Pero sanaste, y eso era lo que todos queríamos, no importando los métodos...
En fin, me alegra oírte feliz.

—Lo soy, realmente lo soy.

—Por cierto, feliz cumpleaños por adelantado.

—Ja ja ja, gracias Jonh.
Por todo. —Sonríe.

—Debo irme, llama para confirmar tu asistencia a mi boda.

—Por supuesto, bye. —Cuelga el teléfono.

La joven de veinticuatro años miraba con melancolía sus viejas fotografías, ya no le causaban tristezas, ya no le hacían mella.

—Samantha, me ausentare un par de días.

—Por supuesto señorita, ¿a dónde irá?

—Boston.

Su nana la miró sorprendida por su respuesta, no quería hacerla sentir incómoda, pero debía estar segura que estaría bien.

—Señorita, ¿está usted segura?
No la quiero incomodar, sólo...

—Sólo deseas saber si hago lo correcto.
Sí, estoy bien, hago lo correcto.

Salió de su casa con dirección al aeropuerto, compró un ticket de vuelo hacia Boston, en su mente volvían miles de memorias, unas de ellas, fue su huida del lugar con Kurogane, recordó sus sentimientos al ir por vez primera, y cuando abandonaron definitivamente Japón hacía ya tantos años atrás.

Al llegar la joven al país occidental, tomó un taxi que la llevará al condominio donde solía vivir de niña.

Entrar y ver absolutamente todo igual, la hizo suspirar, subió lentamente por las escaleras hasta su habitación, vio sus cosas que había deja atrás, sus instrumentos musicales, su teclado y su violín.

Abrió su closet solo para ver su ropa, sonreía por tan lindos recuerdos, fijo su mirada en su pantalla y su colección sin fin de películas, se hinco para verlas mejor.

Se dirigió a su cama y se sentó en ella, seguía igual de mullida y suavecita como recordaba.

Por último visitó el baño, era el lugar que más terror le daba, al pasar y verlo completamente vacío tuvo sentimientos confusos.

Por un lado recordaba ver ese vestido en una esquina mientras Tomoyo la bañaba, y por otro sentía que era como volver a casa después de un terrible sueño.

El cansancio del viaje se hacía presente, dejó su pequeña mochila y se sumió en su cama abrazando su almohada favorita, quedando completamente dormida en un hermoso sueño.

Por siempre túWhere stories live. Discover now