40. "Lo siento"

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—¿Netla? ¿Qué haces aquí? —Gael abrió la puerta con una toalla puesta como una falda

Se me había olvidado lo bueno que estaba. Esta tableta... esos músculos...

—¿Netla? —volvió a decir

—Si, perdona— dije volviendo a la conversación. —Pues... es que quería...

—¡Gael! —dijo una voz femenina desde dentro de mi habitación. —¿Dónde están mis pantalones?

Me quedé en shock tras escuchar aquella voz. Me sentí como una completa tonta. Había ido allí para "arreglar" las palabras de Marvin, y, al parecer, él se había ido con otra chica.

Con mi dignidad por los suelos, decidí sonreírle y darme la vuelta hasta el ascensor. Los dos segundos y medio que había de camino hasta el, aguanté mis ganas de llorar. Dejando sentimientos a un lado, había ido hasta allí para absolutamente nada, ¡que podría estar durmiendo!

En ese triste momento también pensé en Marvin. Me había ido de la habitación bastante cabreada con él, aún sabiendo que lo había hecho con buena intención. Sentí que debía disculparme con él, ya que tenía razón.

—Netla— Gael entró en el ascensor con los pantalones puestos y una camiseta en la mano antes de que le diese al botón. —Déjame que te lo explique, ¿no?

—No me tienes que explicar nada—le di al botón. —Haz lo que quieras con tu vida

—No me he acostado con esa chica

—Pues entonces ve y ayúdala a buscar sus pantalones—dije siendo borde y directa

Saqué mi teléfono y comencé a revisar mis mensajes.

Para Marvin: Lo siento, tenías razón, Gael es igual. Vuelvo a la habitación en poco. ¿Vemos una película romántica y compro helado en la gasolinera?

Por suerte, Marvin contestó a los segundos de que enviase el mensaje.

De Marvin: No te preocupes, muchas veces hay que caerse para darse cuenta de que hay un bache. En cuanto a lo de la película, ¡por supuesto! He visto anunciada una nueva que tiene muy muy buena pinta. Por cierto, acuérdate de comprar helado de caramelo con leche condensada.

El ascensor llegó al vestíbulo.

—¿Te acerco? —me preguntó mientras guardaba el teléfono en el bolso. —Tengo el coche fuera

—Puedo pedirme un taxi

—¿A estas horas? —salió del ascensor y sacó las llaves del coche de sus pantalones. —Te acerco y punto, no hay más discusión

Sin mas remedio, acabé subiendo al asiento de copiloto de su coche negro deportivo. Se notaba que ya era un actor lo suficientemente reconocido como para tener ese coche tan caro. Aunque, pensándolo bien, su familia era lo suficientemente rica como para comprar ese coche y cinco más.

—Tengo que ir a la gasolinera— dije al ver la señal en la que informaba que había una a cien metros

—¿Para qué? — preguntó curioso

—Comprar helado— contesté

—¿Noche de pelis románticas y helados? —dijo riéndose

Decidí ignorarle y centrarme en mi móvil de nuevo, revisando todas las fotos que nos habíamos hecho durante la boda. Estaban bastante graciosas. Tenía unas cuantas con Lia y Marc que parecía que estábamos muy locos, con la lengua fuera, haciendo muecas graciosas...

Contra todo pronóstico, la boda había estado muy bien y había sido muy divertida. Ver a mi madre bailando canciones de reguetón fue un momentazo. Además, por suerte, la familia de Lia estuvo bastante bien durante toda la ceremonia. Se limitaron a saludar a las personas que conocían, como a mi y a la familia del novio. Por otro lado, también fue un poco triste que Justin no pudiera venir. Por lo que me había contado Lia, él se había ido a Aquistan con una ONG, para ayudar a niños y a familias.

Sin limitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora