36. Culpable

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Chistes, así es como ellos suavizan el ambiente y vaya que me gusta, creí que lo mío era más el silencio y mantenerme así hasta que me dieran una nueva orden, pero no, las risas en la camioneta son lo máximo; Dierik me ha vuelto a subir sobre su regazo, al parecer mi peso no es ningún problema para él, Dafne esta al volante y Abraham junto a ella.

Todos sonriendo por las locuras de mi amiga.

- Me gusta verte sonreír - su suave y fuerte mano hace a un lado un mechón de mi cabello.

- No pensé que tuvieras sonrisa, Die - la mirada de Abraham denota diversión.

- Agh, quiero verlo - Dafne nos observa por el retrovisor y Dierik vuelve a su seriedad tan conocida - eso no es justo.

- Pero vos querías manejar - mi sonrisa baila al ver su ceño fruncido.

Vuelve a ver por el retrovisor.

- Oigan, no es por espantarlos ni nada, ¿si?, quiero que lo tomen con calma - su actitud ha cambiado junto al ambiente - pero, eh, nos están siguiendo.

- ¿Qué? - dice Dierik poniéndose tenso.

Yo misma me bajo de sus piernas.

- Acelera - Abraham intenta mantener la calma - quizá solo son exageraciones tuyas.

- De hecho, nos viene siguiendo desde que salimos del apartamento de Die - Dafne obedece a su copiloto y aumenta la velocidad.

- ¿Por qué mierda no me dijiste nada? - su hermano no deja de ver el auto que nos persigue.

- Al principio, creí que sí eran paranoias mías - se defiende.

Volteo a ver hacia atrás.

Un Mercedes Benz negro nos pisa los talones, no tiene placas y eso me es suficiente para entrar en pánico, la mano de Dierik se ajusta a la mía y solo por esa acción me siento más tranquila de lo que esperaba. Tensión, el carro se encuentra de esa manera mientras Dafne hace todo lo que este a alcance para mantener la calma y acelerar, quien no me suelta habla por teléfono y Abraham monitorea nuestro perseguidor.

Yo intento buscar una solución.

- Maldición - susurra la conductora temblando - ¿y si lo enfrentamos?

- ¿Estás loca? - Abraham la mira asustado.

- Como bajes la velocidad te juro Dafne Hale que yo mismo te sirvo como sacrificio a ellos - advierte Dierik cuando cuelga.

- Todos aquí podemos pelear - puntualiza acelerando más cuando la calle se libera un poco - podemos lograrlo.

El mercedes no permite que nos alejemos.

- No quiero ni voy a permitir que Alesara pelee, ni vos tampoco - suspira viendo hacia atrás - si quisiera atacarnos, ya lo hubiera hecho.

- Eso pensé - Abraham dirige su mirada a su mejor amigo - tiene oportunidad de hacerlo ahora.

- No creo que venga a atacarnos - enarco una ceja.

- ¿Me detengo?

Dafne respira asustada.

- Que no, mierda - Dierik pone los ojos en blanco.

- ¿A dónde vamos?

- A mi apartamento - responde el chico junto a mi - ya habrán agentes allá esperándonos y listos para seguirlo.

- ¿Quién crees que sea? - pregunto buscando a un sospechoso - ¿Adrian?

Él y Abraham se miran.

- No lo sé - dice unos segundos después.

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