68. Invitación

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Quería correr, gritarle, pegarle y decirle hasta de lo que se va a morir. Lo intenté, sigo dándole órdenes a mi cuerpo a que vaya y nos de el lugar que merecemos. Pero no, algo mucho más fuerte pero estúpido nos obliga a quedarnos quietos y, aún con las pruebas enfrente de nuestras narices, quiere tapar el sol con un dedo exigiendo muchas más pruebas o al menos confiar en él y preguntarle que esta pasando. Yo lo llamo estorbo, muchos le llaman corazón.

Excelente momento para que tome el control.

- Otra vez esa chica - el suspiro de John es un golpe más para mi - no puedo creer que sigamos en esto.

- ¿Otra vez esa chica? - mi voz apenas y sale con esfuerzo extremo.

- Sí, Mariana - niega tomándome del brazo y comenzamos a caminar fuera del ascensor - ya ni sé que sea de Die pero son muy unidos.

- ¿Ah, si? - me quito la gorra desesperada por huir de aquí.

Dios, ¿qué he hecho para merecer esto?.

Mi mirada se va hasta posarse en el suelo del parqueo, así siento que puedo darme el lujo de ignorar lo que he visto y hacerle caso a mi masoquista corazón. Una vez me caí tan fuerte en el jardín, siempre creí que ese sería el peor dolor que sentiría fisicamente; emocionalmente creí que el dolor más fuerte sería el constante menosprecio de mi madre. Qué tonta fui. Sí hay un dolor peor que el de caerse y ser menospreciada por tu madre. Ese dolor puede provocarlo la persona que tu elegiste confiar y darle todo lo que te hubiera gustado recibir de él.

Un grito detiene mis pasos.

- ¡Alesara! - volteo a verla y pienso que alguien me ha tirado una maldición por tan mala suerte en cuestión de horas - oh, estás bien, me alegra mucho verte mejor.

- ¿Se conocen? - John frunce el ceño y tomando mi brazo cuando vemos que mi pesadilla se acerca.

Iba a responderle pero era tarde.

- Hola, Mariana - sonrío a como puedo colocándome otra vez la gorra, sabiendo que ese fue mi error, quitármela.

- Vi en las noticias lo sucedido - su mano acaricia mi brazo - oye, necesito contarte algo, ¿podemos ir y tomar algo juntas?

Se nota que ignora a John apropósito.

- Eh, bueno... - miro a mi acompañante buscando ayuda pero él no me dará una respuesta - la verdad es que debo acompañar a John.

- Podemos ir al café de la esquina, luego vendremos de regreso - su blanca mano con una manicura costosa se cierne sobre la mía - es algo que realmente me hace feliz y quiero compartirlo con alguien, ¿qué mejor amiga que tú?

- Mm - dudo, realmente dudo porque no sé si quiero. Vuelvo a ver a John y este asiente dándome a entender que me esperara y me ve lo suficientemente fuerte como para ir - esta bien.

- ¡Sí, vamos!

Sin más, soy arrastrada hasta llegar a la calle.

Me vuelvo a acomodar la gorra y colocarme bien la chaqueta para dejar mi mano en mi abdomen, aliviando un poco del dolor que me causa el jaloneo de Mariana por la calle. Llegamos a una cafetería con un ambiente lujoso, me imagine algo así sabiendo los gustos extravagantes de la chica que pide un café de sabrá Dios donde. Yo solo pido un vaso con agua. Me siento fuera de lugar, después de todo llevo ropa manchada de sangre que pasa por pintura y una chaqueta enorme mientras que todos los demás llevan ropa fina.

Suspiro queriendo irme.

- Estoy feliz - su voz destila felicidad algo que me asusta - es que... no sé ni como decirlo.

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