9.

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Teo falto todos los días de la semana a clases y a entrenar. Quería llamarlo y escuchar su voz, saber como esta, si se encuentra bien. Pero no podía hacerlo, no importaba cuantas ganas tuviese de hacerlo.

El próximo fin de semana íbamos a tener la salida hasta La Plata para jugar contra un colegio de allá. Desde el viernes al domingo íbamos a estar en un lindo hotel todos juntos pasando un fin de semana de diversión, concentración y futbol. Si Teo pasaba más días sin ir, no podría viajar con nosotros. Si bien el no jugaba, era parte del equipo y la escuela lo iba a llevar con todos nosotros. Lo quería ahí, asique le mande un mensaje a Santos contando todo para que hablase con él. Nunca recibí respuesta.

Esa tarde salí de la práctica revisando el celular para ver si por lo menos Santos había visto mi mensaje, y justo en ese momento, me choque con él.

- Oh, hola, Santos. Perdóname no te vi.

- No pasa nada, Tomas. Subí al auto que quiero hablar con él.

Lo seguí hasta su camioneta negra y me subí en el asiento del acompañante.

- No me agradas nada, dejame que te lo diga, hiciste la promesa de no lastimarlo y lo hiciste más veces de las que recuerdo... - quise interrumpir pero me detuvo con la mano. – no me interrumpas, yo hablo, vos escuchas. Lo volviste a hacer, ¿Cuántas veces esperas que te perdone? ¿Te das cuenta que no te lo mereces? – se quedo callado asique entendí que podía hablar.

- Lo lamento muchísimo en serio, cada vez que la cago y lo alejo es cuando me doy cuenta cuánto vale y lo mucho que quiero tenerlo cerca. Pero no, no me merezco que me perdone, por eso no lo busque. Te busque a vos porque el trabajo muy duro y merece ir con nosotros, ni siquiera conmigo, yo no importo.

- No puede ir.

- ¿Por qué? – agacho su cabeza, se puso una mano en el pecho y dejo escapar una lagrima. - ¿Qué le paso? Santos, ¡habla!, te lo pido por favor. – me empecé a desesperar.

- Tuvo una recaída. Paso la semana entera encerrado en su cuarto, no comió nada de todo lo que le subí, lo escuche llorar casi todas las noches, lo cual significa que no durmió. Esto es tú culpa, lamentablemente. Lo lastimaste más de lo que te imaginas. Y te juro por el amor que les tengo a Teo y Marcos, que no te quiero cerca de él, pero te necesita. Esto solo lo podes arreglar vos. Pero te voy a dejar una cosa en clara... - Santos era la persona más amorosa y simpática que nunca había conocido, jamás lo había escuchado con un tono tan amenazante como ese –... esta es la ultima chace, lo arruinas una vez y yo mismo me voy a encargar de que Teo no se te vuelva a acercar. Ahora vamos, te dejo en casa y me voy para el aeropuerto, tengo un viaje de un día.

La casa de Teo no se sentía como siempre. Había algo que se sentía como apagado y es que Teo tiene ese poder, si el está al cien todo el ambiente está igual que el. Tiene una luz, un brillo y una energía que hace que todo se sienta mejor cerca suyo. La energía negativa que me envolvió cuando llegue era mi culpa, yo lo apague. Tenía que arreglarlo como sea.

- Abrime, Teo. Soy Tomas. – nada. – por favor, quiero que hablemos. – me apoye de espaldas a la puerta, recosté mi cabeza para atrás y empecé a hablar. – Teo la cague de nuevo, si, y te pido perdón. Lo que paso fue que Juan no te soporta, por alguna razón, él y Martin organizaron mi fiesta. A Martin no le importaba, en absoluto. Pero Juan estaba negado. Y después dijo un comentario "pasas tanto tiempo con él a solas que voy a empezar a creer que se están acostando en secreto". Me asuste ¿ok? Perdón. Ya lo sé no me lo merezco, pero te quiero en mi vida, te quiero conmigo. Sos una de las personas más especiales que conocí, soy mi mejor versión cuando estoy con vos. No mereces pasar por lo que estas pasando ni lastimarte por mi culpa. No valgo tanto la pena. Pero vos sí. Me gustas. Teo ¿me escuchas? Me gustas. – la puerta se abrió.

Cuando me pare del suelo y lo vi frente a frente hice lo que mejor que se me ocurrió. Lo envolví en un fuerte abrazo y deje que hunda su cara en mi hombro y llore el tiempo que quiera. Lo cargue en mis brazos y lo recosté sobre su cama. Le acaricie el pelo mientras estaba sobre mi pecho recostado. Lloro un buen rato, se descargo, incluso durmió unas horas.

Cuando estaba listo para espabilar, se levanto, se dio una ducha, se puso ropa cómoda y bajo conmigo a la cocina. Era muy malo en muchísimas cosas, pero era muy bueno haciendo lasaña. Asique prepare una para los dos y nos sentamos a comer. Agarre un plato grande para mí y uno más chico para él, no había comido en días y sabia que le costaría con lo cual, tenía que empezar por poco.

- No necesitas comer rápido, tenemos toda la noche, pero por algo se empieza. Termina ese plato chiquito es el primer paso.

- Te juro que lo intento.

- Lo sé. – puse mi mano encima de la suya y la apreté con mucha fuerza.

Me miro a los ojos y se metió el primer bocado de lasaña en la boca. Vi en sus ojos lo difícil que se le estaba haciendo. Pero confiaba en el, sabía que iba a poder.

No termino todo el plato, pero comió un poco más de la mitad lo cual es un montón.

- Gracias. – fue lo único que dijo.

Nos fuimos a acostar y esta vez no dormí en el cuarto de invitados. Dormí en su cama, con él, abrazados. Nunca me sentí más feliz. Y sé que él tampoco.

- Gracias por no haberme presionado a que comiera todo el plato. Realmente no podía. Y sé que vos no podes tampoco con los sentimientos que tenés, porque yo se que están, aunque intentaste reprimirlos, no pudiste. Pero no te voy a presionar. Cuando estés listo es cuando vamos a avanzar. Y te voy a esperar, te quiero esperar.

Agarre su mano, la bese muy despacio y lo mire a los ojos antes de responder.

- No quiero reprimir mas lo que siento, pero no sé que soy, no sé quién soy, pero quiero que me ayudes a descubrirlo.

- Nada me haría más feliz.

Teo y yoWhere stories live. Discover now