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Sara.

Julia termino de dar su discurso, la directora terminó de hacer la entrega de diplomas y medallas y todos empezamos lentamente a retirarnos. La parte a la que más le tenía miedo estaba empezando. No quería irme, no estaba lista. Estuve solo unos meses acá, no desarrolle ningún apego emocional a esta escuela en específico. Pero sabía que en el momento en el que nos fuéramos y esas puertas se cerraban ya nunca más íbamos a volver. Teníamos que salir a un mundo que todavía no conocíamos, porque durante esta etapa nadie te enseña a cómo sobrevivir, porque siempre tenés a alguien que resuelva todo por vos. Y ese era mi miedo, tener que vivir situaciones y no saber cómo enfrentarme a ellas ni cómo salir adelante. No quería irme, no estaba lista.

Fuimos a casa de Teo para una fiesta. Baile un rato con las chicas de natación, baile con Martin, con Julia y con Teo y Tomas. Me fui hasta una mesa a armarme un trago y me puse a ver a todos, todo el panorama. En solo unos meses había conseguido un grupo de amigas de natación que eran increíbles. Había encontrado una mejor amiga en Julia. Me había reencontrado con Teo lo cual me llevo también a conocer a Tomas que es la persona más dulce del mundo, y a Martin, que todavía no puedo creer que existan chicos como él.

Todo se volvía cada vez más real. Había terminado la mejor y la peor etapa de nuestras vidas. Ahora tocaba valernos por nosotros mismos, y era algo con lo que no podía lidiar.

Deje mi trago en la mesa y me fui al baño de la habitación de Teo. Eche a una pareja de chicos porque sabía que Teo odiaba que se revolcaran en su cama. Cuando se fueron, me encerré en el baño y rompí a llorar.

¿Cómo era posible que ya se estuviese acabando todo si acaba de empezar? Hice amigos, un novio y un equipo muy unido ¿Cómo es posible que de un momento a otros nos tengamos que separar si recién nos acabamos de juntar? No era justo, nada de esto era justo.

Recordé lo mal que la pase cuando a Teo lo expulsaron de la escuela a la que habíamos ido juntos toda nuestra vida. Recordé lo mal que me puse cuando mis amigas dejaron de hablarme por ser amiga suya. Recordé lo mal que la pase estando sola. Lo mal que la pase cuando mis padres me dijeron que una vez que me había acostumbrado a estar sola en un ambiente ya conocido, me iban a cambiar en el último año a una escuela mejor para mí. Recordé lo feliz que me puso ver a Teo de nuevo. Recordé el rencor que le tuve a Tomas apenas lo vi. Recordé mi primer flechazo por Martin. El miedo que me daba compartir curso con un chico como Juan. La impotencia de que a Julia le pasaran tantas cosas y no poder hacer nada por ella. Recordé mi primer entrenamiento de natación en el viejo colegio, donde no tenia amigas, el grupo estaba dividido y todas competían contra todas. Y por ultimo recordé mi primer entrenamiento en la escuela nueva. Recordé lo bien que me recibieron, lo unidas que nos hicimos y las competencias que ganamos como equipo.

Fue en ese momento en el que me di cuenta que estaba en el lugar equivocado. Estaba encerrada en el baño de una fiesta en la que no quería estar. Asique me saque los restos de pintura de la cara, me cambie con la ropa que había dejado en casa de Teo para dormir después de la fiesta y salí del cuarto.

- ¿Estás bien? Te desapareciste un buen rato. – dijo Martin que me estaba esperando en la puerta.

- Sí, estoy bien, tuve una pequeña crisis. Me tengo que ir. ¡Te amo! – dije yéndome corriendo.

- ¿Qué? ¿Cómo que te vas? ¿A dónde?

Pero no quería perder más tiempo, asique seguí corriendo y salí de la casa de Teo. Corrí las cuadras que me separaban del colegio. Entre por le reja que da a la cancha de futbol y me cole a los vestuarios por una ventana que dejan siempre abierta para que se ventile todo.

Abrí mi locker, saque una maya, las antiparras y el gorro de baño. La puerta de la pileta estaba cerrado siempre si se quería entrar desde el pasillo. Pero las puertas de los vestuarios nunca están cerradas porque no tienen con qué. Asique entre tan fácil, ni siquiera parecía ser la madrugada de un sábado.

Sin pensarlo mucho, salte a la pileta a hacerme unos largos. Nade con todas mis fuerzas. Nade como no había nadado nunca. A medida que me introducía más y más en el agua mejor me sentía. Me sentía como un pez, una sirena o uno de esos bichos raros que aparecen en Harry Potter con unos tridentes y no son nada amistosos. El agua estaba en su punto y eso me llevo a mí a mi punto máximo de felicidad.

Me di cuenta que no necesitaba nada mas en esta vida. Me iba a mudar de Capital. Porque necesitaba ir a la escuela para entrenadores y médicos deportivos que estaba algo lejos de acá. Iba a dejar a mis papas. A mis amigos y probablemente por un tiempo a Martin. Pero estaba feliz de la decisión que había tomado. Nadar era todo para mí. Pero ya para este punto, no quería ser nadadora olímpica. Quería guiar a chicos y chicas a alcanzar ese objetivo que tanto desean.

Salí a la superficie unos minutos para respirar y escuche la puerta de repente. Me sumergí de nuevo aunque sabía que de todas maneras me iban a descubrir y retar por esto. Pero me sorprendió escuchar un grito bastante familiar.

- ¡Sara! Ya sé que estas acá. – la voz de Martin fue como música para mis oídos. Asique salí de abajo del agua nuevamente e hicimos contacto visual.

- ¿Qué haces acá?

- Te vine a buscar. No podes tener una crisis, decírmelo como si fuese lo más normal del mundo y salir corriendo dejándome con la palabra en la boca.

Salí del agua y me senté en la grada al lado suyo. Me envolvió con una toalla y apoyo sus brazos en sus piernas.

- Ya lo sé. Pero necesitaba salir corriendo de ahí porque me estaba ahogando. No quería perder más tiempo.

- ¿Qué te pasa?

- Tengo miedo de irme. Tengo miedo de no ser capaz de salir adelante por mí misma. Tengo miedo de nunca conseguir un trabajo, tengo miedo de que me vaya mal en la carrera que elegí. Tengo miedo de todo.

Se puso en cuclillas enfrente de mí, me saco el gorro y las antiparras y me deposito un beso suave en la frente.

- Todos tenemos miedo de eso, pero la única solución es enfrentarlo. Es una realidad de la que no tenemos escapatoria. Se le llama "el ciclo de la vida", no sé si lo conoces.

- Jajá muy gracioso.

- Pero hablando enserio. Los dos sabemos que elegiste la carrera que más te representa y solo depende de vos que consigas algo o no. Y créeme, que yo se que podes. Siempre podes.

Me puse de pie frente a él y me abrazo mojada como estaba. Asique para agregarle más diversión al asunto, lo empuje de espaldas a la pileta y atrás suyo caí yo. Nadamos un rato. O más bien yo nade y el intento flotar. Hasta que llego el guardia y nos pidió amablemente que nos retiráramos si no queríamos que llame a la policía. Salimos del colegio y caminamos hasta mi casa y con el sol del amanecer iluminándonos la vida. 

Teo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora