Capítulo 1

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Portland, Oregón

Camelia.*

Estaba debajo de las cobijas, podía sentir una calidez tan agradable que me obligaba a mantener mis ojos cerrados y metida en un sueño profundo. Todo eso se esfumó en un completo instante, los toques en la puerta me hicieron fruncir el ceño y sentir un poco del frío que había en la habitación, no sé porque estos días la calefacción no es suficiente para mantenernos calientes.

— Sino bajas mamá se enojara. — Gritó la voz de mi hermana.

Abrí los ojos, sintiendo tanta pesadez, quisiera seguir durmiendo.
Solo quedan un par de días para que las clases terminen y podamos tener un poco de descanso, sin mencionar que la navidad está cerca. Sin importar que sea una chica de diecisiete años disfruto de esas fechas.
Quité la manta de mi cuerpo, dejando mi cabeza al descubierto, mirando al techo un montón, después solo me levanté.
Sonreí, acercándome a la ventana, viendo cómo los bordes tienen hielo, sin mencionar que la nieve cae, adornando el vecindario, mostrando un lindo escenario completamente blanco.
Una vez más la puerta fue tocada.

— Date prisa o dejarán que te vayas caminando. — Mencionó ahora la voz de mi hermano, sonando más firme.

— Bajo de inmediato. — Contesté alejándome de la ventana.

No dijo nada más, solo se alejó, así que procedí a escoger algo de ropa.
El tiempo pasó rápido, había terminado de vestirme, tomé mi mochila y salí de la habitación. Recorrí el pasillo, hasta llegar a las escaleras, las bajé con lentitud hasta estar en la parte baja. Pude notar que mi hermana de catorce años estaba en la sala, acomodando sus cosas en su mochila. No le presté más atención y entré a la cocina, mirando como papá estaba mirando su celular mientras bebía una taza de café y esperaba a que mamá le sirviera el desayuno.
Me senté en uno de los espacios vacíos, mamá se giró y colocó frente a papá un plato con huevos fritos y pan.

— Es algo tarde. — Murmuró viéndose un poco molesta.

Solo pude darle una sonrisa, mostrando mis dientes en forma de disculpa. Negó con la cabeza y se giró rápido, cuando menos lo pensé tenía frente a mi un plato de avena caliente, así mismo pan tostado.
Comencé a desayunar en silencio, aunque con algo de prisa, sino mamá se molestaría más y no me llevaría al colegio, sino que me haría tomar el metro.

— Al parecer últimamente desaparece mucha gente. — Dijo papá de repente, bajando su celular y tomando de su taza de café.

— Normalmente eso sucede en estás épocas. — Murmuró mamá haciendo una mueca.

— No entiendo porque, es la más agradable. — Dije colocándome de pie.

— Porque hay más gente distraída. — Mencionó mi hermano entrando a la cocina. — Así que tengan cuidado. — Advirtió mirándonos a mi hermana y a mí.

Las dos no pudimos evitar chocar miradas antes eso. Al mismo tiempo nos encogimos en los hombros, sin darle mucha importancia.
Todos nos colocamos de pie, ya que nos vamos a la misma hora.
Zulema y yo fuimos junto a mamá, ya que es ella quién nos lleva al colegio, Samuel se fue con papá, ya que la universidad a la que asiste está por el trabajo de papá.
Las tres íbamos en el coche, en silencio, mi madre conduce, Zulema está en la parte de atrás y yo voy en el copiloto.
No puedo evitar mirar por la ventana, desde muy pequeña me encanta la nieve, es maravillosa, siento que logra darle pureza a todo lo que toca.

— ¿Qué quieren hacer para navidad? — Preguntó mamá, sacándonos del gran silencio que llenaba el lugar.

— Pensé que iríamos con la abuela. — Mencionó Zulema, recordando que cada año la madre de papá nos invita a una cena en su casa.

Bajo La Nieve.Where stories live. Discover now