Capítulo 5

99 16 4
                                    

Camelia.*

Podía sentir que mi cuerpo aún estaba helado y quizás sea por inercia pero incluso mis dientes chocaban, demostrando que está helando. Mis ojos se abrieron, mostrándome el techo de la habitación y que estoy recostada sola en la cama. Me giré, haciéndome pequeña, sin poder creer que casi muero de hipotermia por culpa de ese loco, al recordarlo miré a los lados, buscándolo, no se ve en ningún lugar.
Al sentirme tibia regresé a ver el techo una vez más. Por más que lo he intentado no puedo saber donde he visto a ese hombre, se ve tan solitario, tampoco parece ser de donde vivo. No entiendo de donde salió, ni porque parece que me conoce de algún otro lugar, principalmente sabía donde estudiaba y que voy a esa estación de tren.
Salí de mis pensamiento cuando escuché que la puerta se abrió, retire la manta de mi cuerpo, notando que tengo una pijama, es de hombre y me queda gigante, es evidente que le pertenece, también llevo unas calcetas bastante gruesas.
Toqué el suelo, lo afelpado de las calcetas no permiten que la frialdad del suelo llegue a mi piel. Caminé a la ventana, sigue nevando, todo a nuestro alrededor está cubierto de nieve, tampoco parece que vaya a parar, hay una tormenta, ni siquiera entiendo como es capaz de salir.

— ¿Te gusta? — Preguntó su voz.

Me quedé rígida un momento, ni siquiera me percate de sus pasos.
No respondí y solo me quedé viendo al frente.

— Te compre un jugo y unos pastelillos. — Indicó, quizás colocándolos en el buro a lado de la cama.

No volvió a recibir respuesta así que lo escuché soltar un largo suspiro y el como la cama delató que se ha sentado ahí.

— Camy, quisiera...

— No me llame así. — Pedí interrumpiendolo.

Me cruce de brazos, no sé quién se crea para hablarme así, no lo entiendo, tampoco comprendo como espera que actúe como si nada, me secuestro, golpeó, trato de matarme y habla puras tonterías, no voy a soportar nada de eso, no somos nada, ni aunque lo fuéramos, es enfermizo.

— Quiero lo mejor para los dos. — Susurró colocándose de pie.

No me moví, ni lo miré, no tengo palabras para él.

— Puedo cuidarte, amarte, darte todo lo que tu quieras...

— No, no puede dármelo todo, al contrario, me lo ha arrebatado al traerme aquí, al no dejarme ir, al separarme de mi familia, golpearme, incluso casi me mata. — Grité dándome ma vuelta, viéndole a los ojos.

— Te traje aquí porque es la única manera en la que podemos estar juntos. — Explicó. — Lo demás no hubiera sucedido sino fueras tan caprichosa. — Se defendió caminando a mi dirección.

¿Qué demonios ha dicho?, ahora resulta que es mi culpa que este loco.

— Quiero irme a casa. — Murmuré bajando la mirada y abrazandome a mi misma.

Sus pasos se detuvieron frente a mí, sus manos iban a tocar mis hombros pero di un pequeño paso atrás que lo detuvo. Suspiro y movió su cabeza a un lado.

— Nadie te está buscando. — Murmuró.

Eso me obligó a verle, evidentemente esta mintiendo, mi familia me ama.

— Miente. — Susurré.

— Te estoy hablando con la verdad, creen que te has ido con un novio o algo así, al parecer no te conocía mucho tu familia. — Dijo en tono burlón. — Al principio estaban muy preocupados, después al juntar información y varios chismes simplemente cayeron en esa cuenta. — Explicó encogiendose en los hombros.

Negué, justo iba a dejarme ir en su contra pero me sujetó los brazos, pegando mi espalda con su pecho, abrazándome a él.

— Shhh, tranquila, sé que te duele, pero son cosas que no se pueden evitar. — Susurró despacio sin dejar de sostenerme.

Bajo La Nieve.Where stories live. Discover now