Secoya

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Neahm había olvidado mencionarle a Mia que los elfos protegían la entrada de su reino con uñas y dientes, Aidan por su parte sabía lo hostiles que podían llegar a ser aquellas criaturas, por eso había imitado a la banshee desde el momento en que vio a los seres de orejas puntiagudas con sus arcos apuntándoles optó por demostrar que no había malas intenciones con su llegada.

Mia en cambio había empezado a sentir algo extraño, de repente se sintió mal, ver a los elfos armados la había sorprendido pero no al punto de desfallecer, sufría un fuerte dolor de cabeza a causa de la voz que escuchaba en su mente aumentaba el volumen, se llevó sus manos a la cabeza como si de esa manera pudiera callarla, pero en su lugar solo aumentó más todavía, era difícil entender que decía, cada palabra era una tortura para ella, sentía miedo por no entender que ocurría, quería gritar pero hacerlo provocaría que los elfos desconfiaran de ellos.

Optó por tratar de ignorar el dolor y levantar ambas manos, pero le fue imposible, tuvo que apoyarse del hombro de Aidan para evitar caer sobre sus rodillas, pero la caída fue inevitable, de un momento a otro todas las armas apuntaban hacia ella, Aidan trató de ayudarla pero no sabía cómo.

—Preséntense —dijo el líder de los arqueros

—Mi nombre es Neahm Bolek, hija de FairudBolek,—dijo y en acto de probar su palabra dejó a tras el camuflaje que solía usar y dejó a la vista la verdadera forma de una banshee, unos grandes cuernos aparecieron en su cabeza, su pelo se volvió largo y oscuro, en él había trenzas de color rojo, sus ojos tornaron un color dorado y brillante, era el mismo rostro pero con cambios que caracterizaban a su raza, no había duda entonces que decía la verdad, el jefe asintió al comprobarlo y miró a Aidan esperando que imitara a su compañera.

—Mi nombre es Aidan soy un ángel y he sido convocado por mi compañera —dijo y miró a Neahm en busca de apoyo en aquella mentira, ella asintió sabía que Aidan desconocía el origen de su madre, el chico mostró sus hermosas alas blancas como prueba de sus palabras, todo ocurrió sin el dejar de sostener a Mia por la cintura, la chica estaba temblando apoyada de su hombro todo lo veía borroso y estaba segura de que pronto perdería el conocimiento.

—¿Y ella? ¿Qué le ocurre? ¿Acaso alguna criatura la mordió? —preguntó el jefe de los elfos

—No, no fue mordida, no diremos su procedencia hasta hablar con vuestra reina, ella nos espera y es evidente que la chica necesita ayuda —el elfo no se movió de su sitio miraba con los ojos entrecerrados a la banshee, pero vio que no había titubeo por tanto decía la verdad, así que bajó su arco, se dio la vuelta, susurró algo a uno de sus compañeros y se perdió en la maleza del bosque. Mientras todos se quedaron inmóviles a la espera de la reina.

—Sería lindo que bajen sus arcos —comentó Aidan, pero uno de los elfos le gruñó en respuesta, el silencio se apoderó por varios minutos hasta que fue Neahm quien lo rompió.

—Reina Aaliyah —dijo seguido de una reverencia

—Neahm, cuánto tiempo —La reina sonrió y con una de sus manos hizo una seña para que bajaran las armas —disculpen las molestias, mis queridos guerreros son muy estrictos a la hora de cumplir nuestras leyes.

—Es bueno que cumplan su trabajo —dijo Aidan pero sus palabras no fueron del agrado de la reina, lo que provocó que le diera una mala mirada.

—Imagino que Tain avisó sobre nuestra llegada.

—Así es, vengan conmigo.

Neahm miró a Aidan y se percató de que Mia empeoraba, por lo tanto sería imposible que la chica pudiera caminar con ellos, sin embargo dejarla allí no era una opción.

—Debes cargarla, así no puede moverse a nuestro ritmo —el ángel obedeció colocó una de sus manos detrás del cuello de la regium y la otra en sus rodillas, la alzó y siguió a Neahm quien hablaba delante con la reina elfo.

Bellator IIOnde as histórias ganham vida. Descobre agora