Capítulo I "Flores y chocolates"

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No sé cuándo nos conocimos, solo sé que te conocí en mi infancia, en el jardín de niños tal vez

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No sé cuándo nos conocimos, solo sé que te conocí en mi infancia, en el jardín de niños tal vez. Eras el joven más serio del lugar, eras callado y solías pasar solo, parecías muy maduro para la corta edad, creo que eso fue lo que atrajo a las niñas. Y como en cada cuento que escuchamos a esa edad, como en cada película, nos enamoramos, o eso creíamos, nos enamoramos de la idea de amar, era ese amor infantil que solo quería tomar tu mano o prestarte mi lápiz si los pedias, ese que solo era un beso y eran felices para siempre, como en los cuentos.

No recuerdo exactamente cuándo ese pequeño pensamiento infantil, que revoloteo por mi mente, se convirtió en un sentimiento en mi estómago, uno que no solo me desestabilizaba con tu mirada, si no uno que aceleraba mi pulso y coloreaba mis mejillas. Ya estaba la idea del amor inculcado en mi cerebro, y no sé cómo sabía cómo se sentía, pero ese color en mis mejillas al parecer me delataba.

-Te gusta Sasuke - gritaba Ino a medida que me apuntaba y reía- ¡Estas rojas! - seguía insistiendo, pero me daba vergüenza admitir aquel pensamiento tan personal, era mi amor secreto, nadie debía saberlo.

De repente sentí como ese pequeño revolotear de mariposas que paseaban por mí estómago se volvió un torbellino en mi bajo vientre. Todos estos sentimientos ocurrieron muy rápido en un largo periodo de tiempo, unos tantos años en un segundo, solo sé que, en algún momento, entre la escuela y la universidad me enamoré de ti, me enamoré perdidamente.

En secundaria se designaron estos grupos de tres que permanecerían por toda la secundaria y por gracia a todos los dioses a cuáles les recé las semanas anteriores, nos había designado juntos, a pesar de mi felicidad permanecí inquebrantable, solo te mire levemente, nuestras miradas se cruzaron, creo que jamás había visto tus ojos tan fijamente y por ese pequeño y casi impredecible segundo me perdí en aquellos ojos negros, me sumergí en el universo oscuro y eterno, y me sentí absolutamente desnuda flotando en el espacio, nada había a mi alrededor solo aquella mirada fija y fulminante.

Y recuerdo aquellas primeras palabras como un mantra, "no estorbes" fue lo primero que me dijiste, y si puede que no sean las palabras más románticas, pero fueron un antes y un después para mí, indicaban cercanía.

Al día siguiente te acercaste a mí, me miraste de pies a cabeza, como si analizaras que fuera suficientemente digna para no ser un estorbo en tu educación y ser un aporte. Por suerte no solo era una de las más inteligentes, sino que haría todo lo que estaría en mis manos para jamás estorbarte.

Pero el mal tercio fue otra cosa, aquel compañero con el que tuvimos que cargar esos años, ambos lo llevamos hasta uno de los mejores lugares en el ranking de la escuela, sabiendo que su ineptitud era absoluta, pero a pesar de todo él era una buena persona y siempre nos acompañó y ayudo en lo que él podía. Y debo admitir que probablemente ayudo a que ambos nos soltáramos y de a poco nos hiciéramos cada vez más cercano.

A fin de año decidiste pedirme que sea tu novia, y no pude más de emoción, llegaste aquel último día con flores y chocolates a decirme lo especial que era, y como querías que estuviera a tu lado. Tus palabras fueron dulces llenos de amor juvenil, mi corazón dio un salto y me embriagué en aquel romance joven y lleno de sueños y esperanzas, tan meloso lleno de tonos rosados, besos y olor a caramelo.

Aquel era otro recuerdo guardado eternamente en mi corazón, jamás podría olvidar aquellos momentos que marcaron nuestra vida juntos. Nuestra historia empezó mucho antes de que te dijera que si aquella tarde rojiza.

En la universidad continuamos siendo los mejores, estudiamos cosas diferentes, decidí dedicarme a la medicina, mientras tú te dedicaste a los números. A pesar de todo estudiábamos juntos, hablábamos y conversábamos de las diferentes materias y de aquellas materias en común. Fueron años difíciles con poco dormir, pero conocimos más sobre nosotros, comenzamos a amarnos de una manera más madura, el amor y la pasión comenzó a ser nuestra droga, la anatomía, fue nuestra materia favorita. Nos volvimos juguetones, locos y envueltos en la juventud ningún lugar se salvó de nuestros encuentros, no nos importaba si nos veían o escuchaban, la pasión era todo lo que queríamos sentir. Conocimos los tonos grises del amor, las peleas, el recelo, pero a la vez comenzamos a hablar de manera diferente, el amor mutó y logramos superar esta nueva forma de amarnos. Nada podía detenernos.

En nuestra graduación, te arrodillaste frente a mí y me dedicaste las palabras más hermosas que jamás logré escuchar, me hiciste la pregunta y yo solo pude gritarte que sí.

Nuestro matrimonio fue hermoso, todo blanco, lleno de familia y amigos, tu familia pago casi todo, estaban orgullosos de que te casaras con una "mujer de bien" como me decían, la verdad jamás entendí a que se referían, pero me aceptaron y fue lo que importo.

Nuestro mal tercio, Naruto tu caballero de honor, mientras que Ino fue mi dama de honor, fue un momento hermoso, bailamos nuestro vals mientras nuestros padres lloraban de felicidad, estoy absolutamente segura de que todo aquel en la boda pensó que llegaría ese momento, y pensaron, igual que nosotros que seriamos para toda la vida.

Pero solo un año después, la historia que nos gobernó, la historia que traíamos en nuestra espalda pareció no importarte.

Pero solo un año después, la historia que nos gobernó, la historia que traíamos en nuestra espalda pareció no importarte

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Oscuro amanecerWhere stories live. Discover now