05. Cruel Temor

118 11 4
                                    

Jeongguk no cree que los clubes sean para él.

Es decir, se siente tan fuera de lugar. No sabe cómo moverse o dónde van los demonios. En cambio, Minji parece estar en su segundo hogar.

Él anda por la pista esquivando a las personas tan fácilmente. Jeongguk no puede dar más de un paso sin estar chocando con alguien borracho o diciendo: Permiso, disculpa . Tal vez sea porque Minji es pequeño a comparación de sus uno con ochenta y cinco.

Pero saber que Minji está feliz y disfrutando de su luna de miel realmente le hace sentir bien.

—Oye, Chico flor —Minji le llama. Jeongguk trata de ver su rostro a través de las luces led. Minji está sonriendo para él. Su sonrisa siempre fue hermosa, pero desde hace un tiempo ha cambiado un poco, no puede decir qué exactamente, pero está ahí. Es como si fuera tan natural en él sonreír siempre. Antes la notaba tensa y cansada.

¿Él hace feliz a Minji?

Quiere preguntar, pero le parece fuera de lugar.

Siente la pequeña mano de Minji poner algo en la suya. Jeongguk frunce el ceño al notar que es un vaso de tiro lleno de licor ámbar. —Bébelo. Nos pondrá felices.

—Ya soy feliz —comentó.

Minji se le quedó viendo por un momento antes de ampliar su sonrisa. Él se acercó a Jeongguk aún más, poniendo las manos en los hombros y quedando unos pocos centímetros de la boca de Jeongguk.

—¿Qué te pone feliz? —Sonrió.

—Tú.

—Joder, Chico flor, debes dejar de decir esas cursilerías en lugares como este —murmuró bajando los ojos.

Jeongguk junto a las cejas aún más. —¿Por qué?

Minji pareció notar el rostro de molestia en su voz. Él expandió sus hermosos ojos, una lenta sonrisa extendiéndose en sus labios.

Minji se puso de puntillas para alcanzar su oído y susurrar:

—Porque me pone mal.

Jeongguk parpadeó repetidas veces. Su corazón se aceleró dentro de su caja torácica. Cosas como estas hacían arder sus mejillas.

—Minji...

—No será posible que nuestra primera vez sea en un baño público después de todo. —se encogió de hombros.

—No, no queremos eso. —Tragó duro de sólo imaginar a Minji sentado sobre los lavamanos con las piernas abiertas para él.

Oh bendito Dios.

—Vamos, quiero bailar.

—Oh no, Minji, sabes que no bailo.

—¿Por qué no?

Jeongguk encogió sus anchos hombros, imitando a Minji. —No es lo mío.

Minji lo vio con reprobación. Rodó los ojos.

—Toma el tequila. Bailaremos... ¡Escúchame! Bailarás conmigo quieras o no, eres mi esposo y quiero bailar contigo. En las buenas y en las malas ¿no?

—¡Te avergonzaré! —trató de razonar.

sacudió élió la cabeza. —No lo harás. Si es el caso, nos avergonzaremos juntos. —Minji le enseño su meñique como si suceden niños pequeños. —Lo Prometo.

Cómo no complacerlo cuando hace esas lindas tonterías.

Jeongguk aseguró su meñique con el suyo. Sacudió la cabeza de un lado a otro sin borrar su sonrisa.

Crueles Intenciones 𝙆𝙊𝙊𝙆𝙈𝙄𝙉Where stories live. Discover now