Capítulo 62: ¡NO!

610 52 2
                                    

Briiss estaba durmiendo incómodamente en la celda sucia y putrefacta, hasta que un estruendo cercano la despertó de golpe.

-Buenos días — apareció de nuevo la elfa desconocida con una sonrisa burlona.

Briiss no dijo nada, pero estaba que echaba fuego por la boca.

-Es la hora... - murmuró sonriente la elfa.

De pronto, la elfa ordenó a dos orcos en Lengua Negra, cosa que le sorprendía a Briiss, para que la sacaran de la celda. La levantaron bruscamente de los brazos y la arastraron siguiendo a la elfa. La tiraron al suelo mientras que la elfa la miraba aún con esa sonrisa. Briiss creía que esa mujer era una lunática.

-¿Cuanto tiempo tardaré en saber tu nombre? - preguntó dificultosamente Briiss mientras se levantaba del frío suelo.

-No mucho, de echo, te lo diré hoy — dijo la elfa mientras se dirigía a una especie de altar negro.

Briiss miró a su alrededor confusa, ya que nunca había estado ahí. Todo era piedra fría y suave negra, incluido el altar.

-¿Qué es esto? - preguntó Briiss con exigencia.

La elfa la miró y sonrió mostrando sus blancos dientes. Briiss no añadió nada más, solo le dedicó una mirada de frustración y se calló.

-Amiga mía, - comenzó a hablar con énfasis hacia Briiss — hoy... será el mejor día de tu vida.

-Lo dudo... - susurró Briiss, la elfa lo escuchó y soltó una fría carcajada.

-Hoy... sabrás el porqué estás aquí. - sonrió vacilante. - Verás, esta sala es para las charlas importantes, reuniones, etcétera, etcétera... Y me han pedido que te lo cuente aquí.

-¿Quién te lo ha pedido...?

-¡Ja, ja, ja, ja! - espetó a carcajadas la elfa - ¿De verdad esperas que te lo cuente? Eso es confidencial, cariño.

Briiss, en su interior, gritaba con desesperación a salir de ahí y volver a casa, junto a Kili.

-Kili... - pensó Briiss triste -.

-Bien, comencemos — sonrió al elfa -. Mi nombre es Lerth.

-¿Lerth? - preguntó extrañada Briiss.

-¿Algun problema? - preguntó desafiente.

-Creí que tendría un nombre... élfico — confesó -.

Lerth no añadió nada, sólo le echó una seria mirada y prosiguió.

-Esta será la última vez que nos veamos, porque pronto comenzarás a completar tu misión.

-¿Misión? - preguntó desconfiada.

-Sí, exacto: misión.

-¿Qué misión? - preguntó esta vez Briiss con el rostro serio y autoritario.

-Verás.. Mi señor cree que eres una maravilla... Una criatura única y especial... Media enana, media elfa... Cree que eres... lo esencial para que pueda cumplir su deseo... - decía con misterio Lerth - De dominar la Tierra Media...

-¡¿Qué?! - espetó Briiss.

-Tu misión es llegar a la Montaña Solitaria, evidentemente bajo... protección, por llamarlo de una manera, y entonces, convencer a Thorin Escudo de Roble... que ataque a Valle y al reino de Mirkwood.

-¡¿QUÉ?!¡NO VOY A HACER ESO! - espetó entre gritos.

-Lo harás, si no... no volverás a ver a tu amiguito... - la amenazó con una tranquilidad impresionante -. ¿Cómo se llamaba? ¿Kili? Sí, eso.

Cuando Briiss escuchó ese nombre, su corazón se partió en millones de pedazos.

-¡No le tocarás ni un pelo! - la amenazó Briiss con el dedo índice.

-No, yo no — sonrió Lerth -. Pero hay otros que lo harán... si no lo haces.

Briiss sentía que se estaba mareando. ¡Debía traicionar a sus amigos, y todo por... Sauron!¡Si hacía lo que Lerth le ordenaba, sería un caos total!¡Una masacre!

-¡N... no voy a hacer eso! - exclamó con valentía.

-Sí lo harás, de echo, sales dentro de nada. - le anunció indiferente.

-¡Ni siquiera sé dónde estoy! - espetó entre gritos de desesperación.

-Es sencillo querida... - le sonrió — Estás en Mordor.

Briiss se quedó boquiabierta, con la respiración dificultosa y con el corazón a cien.

-Tranquila, no será nada, solo les traicionarás para servir a mi señor y luego no tendrás que cargar con las muertes de tus amigos.

Briiss, con lágrimas en los ojos y con los dientes apretados, corrió hacia Lerth para darle una paliza, pero un golpe proveniente de una orco la tiró al suelo.

-No intentes nada, Briiss... - se acercó Lerth — No servirá de nada...

Lerth se dirigió al orco, y le ordenó que la llevaran al carromato. Debía de partir ya hacia la Montaña Solitaria por voluntad de Sauron. Briiss ponía resistencia cuando se la llevaban, pero el orco tenía el triple de fuerza que ella. La metió al carro mato, la encerró y fue el mismo orco quién la llevaría, junto a otros que iban en un segundo carromato. Unas enormes y negras puertas se abrieron dejando marchar a Briiss y a los orcos. Gruñidos, sonidos de arma, ruidos desagradables... Eso es lo que escuchaba Briiss asustada. Era de día, y aun así, el cielo estaba oscuro. Tapado por unas enormes nubes negras con rayos que no paraban de aparecer junto a unos devastadores truenos. Estaban siguiendo un camino hacia la salida de Mordor, mientras que una manada de orcos iban en dirección contrario. Gruñidos dirigidos a Briiss la asustaban y la hacían esconderse en la esquina más lejana de ellos. Estaba asustada, realmente asustada, y no por lo que estaba viendo, si no de saber que la obligaban a traicionar a sus amigos y a su amor.

Misión: EreborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora