Estamos perdidos

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La idea de negocio de los chicos no había ido del todo bien para nadie. Habían incendiado el horno, desperdiciado material y provocado que la casa oliera horrible por al menos una semana.

—Buscaré un trabajo —anunció Hunter sosteniendo un reluciente plato que acababa de lavar.

Camila sacudió su cabeza desde el otro lado de la cocina, pero no levantó la mirada del cuaderno de cuentas que la tenía sudando frío.

—Claro que no muchacho, eres demasiado pequeño para cargar con esa responsabilidad. Además, ya tuvimos esta conversación —dijo moviendo su lapiz en el aire—. Irán a la escuela, todos ustedes, porque hasta que no regresen a casa, seré su tutora y les daré la educación que se merecen.

Hunter lanzó un jadeo de frustración. No podía debatir con la señora Noceda, pero tampoco planeaba quedarse de brazos cruzados.

—Puedo estudiar y trabajar —propusó él buscando ayuda en el rostro de Luz que se encontraba pegada su cuaderno de notas, dibujando nuevas combinaciones de glifos.

—Definitivamente no —Camila acomodó sus gafas sobre su nariz—. Son demasiadas horas de trabajo para un adolecente.

Él hizo una mueca triste hasta que Willow entró en la habitación, entonces, su rostro se iluminó con una sonrisa.

—Pufff, no es nada señora Noceda, cuando era parte del aquelarre del emperador trabajaba doce horas diarias, todos los días de la semana —dijo haciendo un ademán para quitarle importancia.

Camila soltó un jadeo de sorpresa—. Dios, ¿qué acaso en Las Islas Hirvientes no conocen el término "explotación infantil"? —susurró ella hacia Luz.

La chica meneó su cabeza—. No hay nada que tenga que ver con el emperador que sea éticamente correcto —respondió la chica.

Willow pasó por el lado del chico y posó su mano en su hombro.

—Pero entonces no tenías tiempo para tus amigos, ¿recuerdas? Y justo ahora, te necesitamos —dijo ella con una sonrisa dulce—. Es por eso, que he decidido que también buscaré trabajo.

—¿Qué? —Hunter lucía confundido.

—Así tendrías que trabajar menos horas, y podríamos ayudar en casa.

—Willow, no creo que sea una buena idea —comentó Camila. Ella lucía exhausta.

La pelinegra caminó hacia la mamá de Luz y masajeó sus hombros.

—No tiene que preocuparse, señora Noceda, sabemos lo que hacemos —dijo ella, aunque no sabía exactamente lo que hacía. No sabía cómo ganar dinero en el mundo humano, o si siquiera era buena para algo que no implicara magia.

De todas maneras, logró convencer a la señora Noceda, así que, al día siguiente, intentó lucir lo más presentable; con lo que tenía a su disposición, para ir en busca de trabajo. Se puso sus medias oscuras, un vestido verde y un abrigo gris que le quedaba demasiado largo, pero que le era muy útil ahora que el invierno se acercaba.

—Los dejaré en el centro —dijo la madre de Luz tomando las llaves de su auto—, luego pasen por mi consulta y los traeré durante mi hora de colación para que no se pierdan.

Willow asintió.

—¿Dónde está Hunter? —dijo la chica moviendo sus ojos por la habitación.

Luz, que estaba apoyada en las escaleras, bostezó antes de responder—. Quería hablar algo con Amity.

Willow frunció el ceño, le parecía extraño que luego de todos sus enfrentamientos estuvieran tan unidos últimamente. No era que estuviera celosa por supuesto, pero realmente deseaba que Hunter fuese más comunicativo con ella.

Más que solo electricidad {HunterxWillow}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora