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Los días continuaron normales y el consejo estaba trabajando arduamente. Pero no hablaremos de ellos por ahora.

Leonard caminaba aburrido por los pasillos, aún faltaban unas horas para su siguiente clase, entonces no tenía mucho qué hacer, visualizó la biblioteca y sonrió.

La tranquilidad de la biblioteca no le vendría mal. Entró y saludó al bibliotecario.

—Vaya Leo, y te dignaste a visitarme—le dijo el beta.

—Uy, lo siento, no sabía que me extrañaras—puso una mano en su pecho fingiendo estar conmovido—. Bueno, ahora permiso...—pasó por su lado y desapareció por los pasillos de la biblioteca.

Cory caminaba buscando un libro para estudiar física. Entró a la sección de ciencias, pasó por biología, química...y por último física...lo horrible de la situación era que los libros que necesitaba estaban demasiado, demasiado altos.

Dios, como odiaba medir 1,59...era un maldito enano, bufó. Lo intentó una, dos, tres veces sin éxito.

—Maldita sea—suspiró y acomodó sus lentes que estaban a punto de caer.

A Leonard le encantaba la física, podía estar horas y horas leyendo libros, viendo videos y todo lo relacionado a ella. Lo encontraba sumamente genial. Por eso ahora estaba entrando a la sección de ciencias sin esperar encontrar al signo de tierra de lentes y bastante bajito intentando alcanzar los libros de su tan amada física.

Le pareció una escena sumamente tierna. Su ceño fruncido al intentar, en vano, alcanzar los libros era sumamente chistoso.

Se acercó de forma silenciosa a la espalda del bajito. Apoyando su mano en el hombro del menor y alcanzó el libro que parecía querer, Cory se tensó fuertemente al sentir una mano en su hombro y esa tensión se intensificó más al sentir el aroma fuerte a gasolina del alfa que a él le gustaba secretamente.

—¿Solo este libro necesitas?—se separó de él con una sonrisa suave extendiendo el libro hacia el omega.

Cory se giró como si sus músculos hubiesen dejado de funcionar y le costara trabajo que volvieran a realizar su trabajo normal.

El cerebro del menor dejó de funcionar al ver la sonrisa que le regalaba el signo de fuego. No hace falta aclarar que el corazón del omega dejó de funcionar unos segundos para luego empezar a bombear de forma rápida y casi inhumana.

—Ah...yo...eh...—sus mejillas se volvieron carmesí y bajo su mirada a sus manos que jugueteaban nerviosas—lo siento—se disculpó simplemente. Leonard ladeó su cabeza confundido.

—¿Por qué te disculpas?—le preguntó y el omega no lo miró—Oye, no te tienes que disculpar...

—Lo siento—mencionó nuevamente de forma inconsciente. Leonard se rió con suavidad sonrojando de nuevo al más bajo. Leo se acercó al signo de tierra y le acercó el libro, ahí fue cuando Cory lo miró—. Gracias—agradeció tomando el libro entre sus manos.

『 Mean ¿Boys? 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora