You found me.

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Muggles/ Draco 25 años/ Harry 24 años.

Y allí se encontraba. En medio del supermercado, dos tipos distintos de pañales en cada mano y un bebé dormido sobre el carrito de compras.

Astoria había muerto cuando dio a luz a Scorpius, y Draco quedó solo con su hijo. Ya habían pasado tres meses desde su fallecimiento y Draco no sabía como habían sobrevivido tanto tiempo ellos dos solos.

Su mente se encontraba en blanco, no sabía cuál de los pañales de bebés llevar.

–¿Necesitas ayuda? –una voz suave le hablo a su lado. Giro su cabeza y lo vio.

Un chico más bajo que el. Piel ligeramente tostada, ojos verdes, lentes redondos, y una sonrisa que iluminaba todo. Andaba con dos niños pequeños; uno como de unos diez años y otro como de un año.

–¿Hola? –dijo viendo que el rubio no contestaba.

–Ah... si. –dijo. Sacudio su cabeza.–Por favor, estoy completamente.. perdido.

El azabache volvió a sonreír.

Dios, que bonita era su sonrisa.

–¿Cuanto tiene? –le pregunto.

–Cumplio tres meses. –el chico se acercó a la estantería donde habían muchas marcas de pañales y tomo una bolsa verde clarito.

–Entonces estos le servirán. –Draco dejó los demás pañales en la estantería y tomó los que sostenía el azabache.

–Gracias. –le sonrió.– Sin ti hubiese pasado toda la tarde aquí.

El azabache río.

–De nada. –le estrechó la mano.– Soy Harry, por cierto.

Draco tomo su mano.

–Draco. –miro a los niños que Harry traía.– ¿Son tus hijos?

–Si, el es James, tiene nueve años. –señaló al niño que estaba parado a su lado.– Y el es Albus, tiene 1 año. –señaló al niño que venía en el carrito.

–Son muy lindos. –señaló al bebé dormido en el carrito.– Mi hijo, Scorpius, tiene tres meses.

–¿Y tu esposa no anda contigo? –dijo Harry al ver el anillo que portaba Draco.

–Ah. –su garganta se cerró.– No, ella falleció al dar a luz.

–Oh, lo siento. –dijo rápidamente Harry. La había cagado bien feo.– Perdón no fue mi intención.

–Tranquilo, no sabías. –lo calmo Draco volviendo a sonreír.

–Bueno. –Harry sonrió, sus mejillas estaban rojas.– Me tengo que ir, fue un placer conocerte, Draco.

–Igualmente, Harry.

Vio al azabache irse con sus hijos. Mientras el quedaba allí parado, de nuevo en medio del pasillo. Su pecho se calentó al pensar en la sonrisa de Harry.

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A las 8 sonó la alarma. Se levantó, se vistió y bajo a preparar el desayuno. Puso a enfriar la leche de Albus, y subió las escaleras para ir a despertar a James.

Su hijo seguía durmiendo plácidamente en su camita. Se acercó y se sentó en la orilla.

–James. –le hablo suavemente.– James, despierta.

–¿Si, papá? –se estiró en la cama.

–Tienes que levantarte. –James abrió los ojitos.– Hoy tienes que ir a la escuela.

So SweetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora