A salvo otra vez... ¿cierto...?

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Sasha

Pasamos dos horas caminando bajo el sol abrasador de la tarde; tenemos que hacer paradas constantes para que Eli pueda descansar, su tobillo herido le consume demasiada energía.

Jason parece ansioso; no para de mirar alrededor nerviosamente, y continuamente lo recorren estremecimientos que no pueden ser de frío, estamos casi a 30 grados.

Alek y Adhara, en cambio, caminan al frente de todos; ambos sumidos en un silencio sepulcral, evidentemente cansados del frenético e inusual día que hemos tenido.

8:30 p.m.

Llegamos a casa con las últimas luces de la tarde; nos recibe la familiar imagen de tres grandes cabañas erigidas lado a lado sobre unos pilotes, al frente de la del medio una gran fogata, ahora apagada, en la que siempre hay unos cuantos chicos, sin embargo, hoy no hay nadie.

Entramos con sigilo por la puerta trasera de la segunda cabaña, la mía, y comenzamos a dejar las bolsas de lo que compramos sobre la mesa; nadie habla, no nos apetece comentar lo sucedido hoy, no aún.

-¡CHICOS! —el grito me sobresalta; solo veo una espesa cabellera castaña antes de verme atrapada en un fuerte abrazo, que me exprime el aire de los pulmones—. Las noticias... me asuste... algo malo... —habla de forma rápida e inconexa, imposible de entender.

Jason la toma de los hombros y la mira a los ojos, ella se detiene y lo mira cuando le habla.

-Alexandra, habla bien —le dice con tono firme y tranquilizante a la vez—. ¿Qué pasó, y por qué estás tan alterada? —ella respira hondo y se vuelve hacia nosotros, ya más tranquila.

-De acuerdo, lo qué pasó es que estaba en la salita viendo televisión cuando de la nada interrumpieron el programa, anunciaron que hubo un atentado terrorista en el mercado, y que no se registraron sobrevivientes; me alteré, habría salido a buscarlos si Zack no me lo hubiera impedido... -sin previo aviso rompe a llorar y se lanza sobre Jason, abrazándolo con fuerza—. ¡Ay, chicos!¡No imagino el infierno que tuvieron que pasar! —Jason parece sumamente incómodo, solamente le da unas palmaditas en la espalda— ¡Me alegro tanto de que estén-

-¿Estén qué? —nuestro interruptor es Zack, el novio de Alex; parado en el umbral con una sonrisa tensa, por no decir falsa—. ¿Estén... tocando lo que no es suyo?

-¡Zack! —exclama Alex, nerviosa; separándose de Jason de golpe—. No te había visto...

-Eso es obvio, querida mía; de lo contrario no estarías abrazando a otro —contesta Zack con una fachada tranquila, aunque pone excesiva fuerza en las sílabas, y su mirada podría helar el inframundo.

-¿Que pasa Zack? —pregunta Alek, receloso—. No veo el problema.

-Eso es evidente, mocoso —escupe, a Alex la recorre un escalofrío—. Y esto no es de tu incumbencia; esto es entre mi novia y yo.

-Vámonos chicos, volvamos a la cabaña —los apresura Jason, mientras fulmina a Zack con la mirada.

Se van, y me dejan en compañía de Alex y Zack, que parece furioso.

"Claro, sacrifiquen al burro..."

8:00 p.m.

Son ya las 8 pm, debo apresurarme si quiero tener un buen lugar en la fogata de esta noche.
Salgo corriendo de la ducha, tratando en vano de cepillar mi cabello y tomando mi ropa a toda prisa. No tardo ni 5 minutos en vestirme, aunque parece una eternidad; cuando salgo veo a Grace sentada en mi cama, esperándome.

-¿Que haces aquí? Perderás tu lugar en la fogata.

-Quería esperarte, no es lo mismo sin ti -contesta indiferente, recostándose sobre la cama.

Siervos de los DiosesWhere stories live. Discover now