26. Promesas

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Antes de comenzar con el capítulo de hoy me gustaría aclarar algunas cosas sobre lo que pasará en este capítulo.

Primero: me gustaría pedir que no juzguen las acciones de los personajes porque a fin de cuentas cada persona reacciona diferente a las cosas y cada quien toma decisiones de acuerdo a sus creencias.

Segundo: este capítulo (y el libro en general) no son para crucificar a ningún personaje, todo lo que escribo es según como yo veo muchas cosas y otras son para agregar drama y más trama a la historia. No busco decir que tal personaje o tal otro era peor simplemente mostrar lo que son: seres humanos que cometen errores pero que siguen siendo capaces de buscar redención además de recordar que son adolescentes.

Tercero y último: recuerden que es una historia de ficción, lo que escribo es por entretenimiento así que por favor no se pongan intensos sobre nada de lo que escribí por favor. Veo algún comentario de odio, de cosas que no son agradables y borraré comentarios.

Sin más que decir disfruten el capítulo.

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Diciembre 24, 1969

Número 12 de Grimmauld Place

Como cada nochevieja, la noble casa de la familia Black se llenaba de familia y gente de alta cuna de sangre pura. A pesar de que había niños de varias edades la mayoría se comportaba casi como un adulto, sin saltar, reír o jugar si sus padres andaban cerca. Uno de los niños era Regulus Black, segundo hijo de Walburga y Orion Black y el mayor orgullo de la familia.

A su corta edad era obediente y seguía todo lo que sus padres mandaban, también tenía buenos modales, hablaba ya tres idiomas, tocaba el piano como un genio musical y sobre todo seguía las ideologías sobre la supremacía de los magos sangre pura. Cuanta diferencia con su hermano mayor, Sirius Black, el chico que todos consideraban como un caso perdido a pesar de solo tener 10 años.

Sirius estaba sentado en la escalera cerca del salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta, como cada año desde que podía recordar terminaba ahí sentado sin poder hacer nada más divertido. A veces se preguntaba cómo era una navidad normal, sin tanta fiesta y con más momentos de familia.

Unos pasitos suaves lo hicieron levantar la mirada encontrándose con unos ojos verdes, su hermano Regulus estaba ahí, siempre bien vestido y con esa cara de seriedad que rápidamente cambió por una sonrisa.

—Hola Reggie —lo saludó en voz baja, al menos su hermano ya había dejado de ser el show de la fiesta y podía pasar tiempo con él.

—Hola Siri —se apresuró a sentarse a su lado en las escaleras.

—¿Huiste de ahí? —preguntó y Regulus asintió mirándolo.

—Como me enseñaste.

Sirius sonrió orgulloso y lo abrazó despacio, solo se tenían entre sí en esas cuatro paredes que llamaban casa. Eran ellos contra el mundo de sus padres así que lo mejor que podían hacer era permanecer juntos.

—Ven, vamos al ático —dijo Sirius levantándose de las escaleras.

—Está bien —respondió Regulus antes de hacer un leve puchero —. Tengo hambre.

—Tranquilo, ya tengo galletas que le robe a Kreacher —Sirius le enseñó su bolsillo lleno de galletas recién hechas por el elfo.

La mirada de Regulus se iluminó al ver las galletas y luego se dirigió a su hermano mayor.

—Vamos.

Juntos subieron las escaleras en silencio hasta llegar al ático, ya dentro acomodaron algunas mantas y almohadas viejas que estaban ahí. Tenían una sola vela así que se sentaron cerca de la ventana que había ahí, entre la luz de la vela y la que entraba de la calle tenían suficiente iluminación.

Amor en el mapa #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora