𝕶𝖆𝖙𝖆𝖓𝖆 ; 7

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Desperté con un inmenso dolor de cabeza. Todo me giraba y la verdad es que no sabía si lo que tenía en la garganta era ardor por todo el licor que había ingerido o porque había vomitado demasiado. Maldije a todos mis muertos por esta situación. 

―Joder, mi cabeza ―me quejé cuando me llevé la mano hacia esa zona. 

Tras haber abierto los ojos, me tomó cerca de cinco minutos enteros darme cuenta que no me encontraba en la habitación que compartía con Mimi. No. Estaba en otra, completamente diferente a lo que era el estereotipo de chica decía. 

Esta se mantenía con tonalidades grises. Cuadros de fotografías en las paredes y muchas figuritas de... 

Dios mío. 

―Me alegra que por fin hayas despertado ―aludió el chico de quien estaba pensando. 

―¿E-exactamente, qué hago a-aquí? 

Los ojos de Jungkook me escanearon. Se veía un poco... sin emociones. Joder, eso no me daba buena espina. Aunque, tampoco tenía porqué ser tan inteligente. Estaba en su cama, con la sábana cubriéndome el cuerpo. Seguro os dáis una idea, no tenía porqué sumar dos más dos para saber lo que pasó aquí. 

―Mírate y mejor me dices qué es lo que crees que haces aquí, ¿no crees? 

―Sí, bueno. Siento el cuerpo adolorido y cansado. Supongo que no es por haber bailado demasiado, ¿verdad? ―ironicé mientras me sentaba mejor sobre la cama y me cubría el pecho. Que, porqué lo hacía, vete tú a saber, pero ahora me sentía demasiado cohibida con mi cuerpo como para andar en pelotas ―. Dime que esa pastilla es para mí. 

Jungkook miró lo que tenía en su mano, pareció que quería reprocharme algo, estaba segurísima que me lanzaría mierda por lo sucedido anoche. Pero, me sorprendió que no lo hizo. En su lugar, solo se acercó a la cama, me dio el vaso con agua junto con la pastilla y después se sentó en la orilla de esta. Mirándome mientras tragaba con fuerza y bebía el agua hasta la última gota. 

―No recuerdas nada ―reproche. Eso era lo que había detrás de su tono de voz. 

―Bebí como una cuba, Jungkook, claro que no recuerdo una mierda ―me quejé. La verdad es que la resaca me ponía de malas.

Él asintió frunciendo los labios ―. Pues, nos acostamos, como puedes ver. 

―Ya. El dolor en el culo lo dice ―ironicé, pero me ignoró. 

―Y me parece que alguien se dio cuenta que habéis venido a mi piso. 

Dejé de acariciarme la frente cuando escuché aquellas palabras. Le miré con sorpresa y tal vez un poco de enfado. 

―¿Qué dices? 

Como era de esperarse, en lugar de repetir sus palabras, él solo me tendió su móvil con una noticia. En la parte superior se leía Dispatch, lo cual no hacía otra cosa más que evidenciar que teníamos un problema. Un enorme problema. 

―Al parecer nos hemos equivocado acerca de la lista del club de los corazones solitarios ―leí en voz alta. Jungkook hizo una mueca de asco ―. Si bien hace solo unas horas revelamos los nombres de los faltantes en la lista, ahora podemos decir que nos la jugamos como cupidos. Pues hemos visto a nuestros artistas favoritos muy juntitos salir del bar. 

Una de mis manos sostenía la sábana cerca de mi pecho, haciéndose puño conforme mi dedo deslizaba la pantalla pequeña y veía las fotografías. La primera era una donde se veía una división, entre mi yo del pasado en una presentación de fin de año y en la de Jungkook con su última presentación de comeback. Más abajo, estaba la famosa maldita fotografía. 

La fotografía en donde se nos veía caminar por la calle hasta llegar a su coche y después, besándonos en el maldito elevador. No había alguien más, era una toma mediante la cámara de seguridad. 

Un dolor punzante me golpeó. 

―¿No pudiste mantener tus manos quietecitas en los pantalones hasta por lo menos entrar a tu piso? ―le reñí al ver cómo es que él se acercaba a mí. Por lo menos yo no había dado el primer paso. 

Su mano tatuada me arrebató el móvil y me miró con indignación ―. Estuviste provocándome todo el puto camino. Soltando mierda conforme hablabas. ¿Qué querías que hiciera? Me dolía la polla. 

Abrí los ojos con ironía ―. Y la pagaste bien. 

―Sí. Como sea. Mi mánager llamó, dijo que tenían que hablar con nosotros en la empresa ―habló mientras se levantaba de la cama, dejándome ver que en realidad él tenía su ropa lista ―. Te he dejado una camisa y unos pantalones de chandal, seguro te quedan si los anudas bien, parecerá ropa deportiva. Me alegra que tengas un buen gusto con la moda. Dúchate, nos iremos pronto. 

Tras dejarme sola en la habitación, completamente confundida y con un dolor de cabeza horrible. Me levanté de la cama. Habíamos metido la pata hasta el fondo, era el escándalo del momento. Uno de los cuales al parecer sería un poco más difícil cubrir y que seguro el jefe no estará contento con nosotros. Aunque seguro perdona a su idol de oro. 

―Te he robado un poco de dentrífico ―le avisé a Jungkook cuando salí de la habitación e iba hacia la sala, en donde él estaba sentado con su móvil en la mano. 

―Da igual, vámonos ya ―la voz de Mina se hizo presente, lo cual me hizo saltar en mi lugar ―. Quítate eso rápido, te he traído ropa. 

Miré a Jungkook perpleja a lo que él se adelantó para anunciar ―. Ha llegado hace nada, nos llevará a la agencia hoy. 

Sin tener la oportunidad de replicar algo más, simplemente tomé la ropa que mi mánager me había dado y regresé a la habitación para poder cambiarme. 

No me sorprendí al encontrar ropa ajustada, la verdad. Aunque me alegraba que tocara mi estilo. Un vestido de color vino con estampado de flores que llegaba hasta debajo de la rodilla y para cubrir mis hombros desnudos, un pequeño suéter del mismo color. Así las personas eliminarían la idea de que yo estuviera embarazada ―porque seguro que habría comentarios al respecto―, pero parecería que iría a la agencia como cualquier otro día. 

―¿Iremos en el mismo coche? ―pregunté cuando nos estábamos poniendo los zapatos en la entrada. 

―Así lo ha querido el jefe. Sería extraño que os fuérais en diferentes coches cuando habéis llegado en el mismo ―sip. Mina estaba cabreada. 

Mi mánager nos condujo hacia el estacionamiento subterráneo que tenía el complejo de Jungkook. Ya que, en las fotografías se veían demasiado bien nuestros rostros, no había necesidad de cubrirnos demasiado. 

Suspiré cuando ingresé en la camioneta que Mina conducía para movernos a todos lados. El olor era relajante, a lavanda y un poco de vainilla. Conocía demasiado bien este aroma pues el es que me ha estado envolviendo desde que era una cría y había llegado a Corea para iniciar mi sueño. 

Maldita sea, años en este tipo de carrera y jamás había tenido un problema o un escándalo como este. ¿Qué tanto impactaría en mi carrera? ¿Me reñirían? ¿Me prohibirían cosas? Estaba asustada, sí. En la antigüa empresa, siempre que hacías algo mal, te quitaban líneas o apariciones. Perjudicando tu imagen. 

Miré a Jungkook, él se veía relajado ante la situación. Claro, BangPDnim lo amaba. Era como su hijo, su idol de oro. ¿Qué le hará? ¿Castigarle la tarjeta negra por una semana? Joder, qué envidia. 

¿Qué me tocaría a mí? 


Lonely hearts club | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora